CAP;ITULO LXXI - BRUCE "UTAH" PHILLIPS

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 CAPÍTULO LXXI

BRUCE “UTAH” PHILLIPS

 

Bruce Duncan “Utah” Phillips, poeta, compositor, cantante folclórico, cuentista y activista estadounidense.

Cleveland, 15-05-1935; Nevada City, California, 23-05-2008.

Era hijo de Edwin Deroger Phillips y Frances Kathleen Coates. Su padre era un organizador laboral y el activismo de sus padres influyó en gran parte en el trabajo de su vida. Sus padres se divorciaron y su madre se volvió a casar. Phillips fue adoptado a la edad de cinco años por su padrastro, Syd Cohen, quien dirigía el Teatro Hippodrome en Cleveland, una de las últimas casas de vodevil de la ciudad.

Se le conoce como “La voz de oro del Gran Suroeste”. A menudo promocionaba en su música y en sus acciones y palabras, a los Industrial Workers of the World (IWW o Wobblies), asociación de la cual era miembro y se sentía muy orgulloso, y una de las muchas organizaciones a las que perteneció.

“Soy un anarquista y he sido un anarquista muchos, muchos años”, solía decir.

Asistió a la East High School en Salt Lake City, donde se involucró decididamente en las artes y el teatro.

Phillips conoció a la cantante de folk Rosalie Sorrels a principios de la década de 1950 y siguieron siendo amigos cercanos. Rosalie empezó a tocar las canciones que escribía Phillips y, a través de ella, su música comenzó a difundirse.

Sirvió en el ejército estadounidense durante tres años, en la misma década de 1950.

Era además un pacifista, miembro de Veteranos por la Paz y el Centro para la Paz del condado de Nevada.

Pero tenía también otras numerosas aficiones: Egiptología, lingüística, química, Historia Universal con énfasis en Asia y África, cocina, jardinería, y especialmente poesía.

A mediados de 1989 contrajo matrimonio con Joanna Robinson, cofundadora y Jefe de Investigación y Desarrollo del Hospitality House en Utah.

A comienzos de 2008 decidió rechazar un transplante de corazón y murió cuatro meses después debido a las complicaciones cardíacas que venía padeciendo.

Sus restos reposan en el Cementerio Forest View de Nevada City.


El epitafio proviene del álbum Cantando en los tiempos difíciles:


Cantando en los tiempos difíciles,

trabajando para los buenos tiempos por venir.



CANTANDO EN LOS TIEMPOS DIFÍCILES - (Singing Through Hard Times).


A veces nuestra vida se vuelve muy oscura, triste y sola,

y pareciera que no podemos hacer nada.

Nos encontramos con alguien, y juntos entonamos una canción,

y dejamos que nuestras voces se confundan.


Y cuando se juntan las nubes de la guerra es muy fácil enojarse,

así como no es difícil tener miedo,

pero en tu corazón sabes que no importa lo que pase,

simplemente no puedes dar la espalda y alejarte.


Juntos, de la mano, uno a otro nos ayudamos para llevar

dentro de nosotros cada día la luz de la paz,

y si así podemos aprender a vivir – a caminar y hablar y dar,

ese mundo de paz no estará lejos.


Estamos cantando en los tiempos difíciles,

cantando en los tiempos difíciles,

trabajando para los buenos tiempos por venir.



SI VOLVIERA A VIVIR MI VIDA - (If I Lived My Life Again)


Creo que si volviera a vivir mi vida

todavía estaría aquí con ustedes.

Creo que si volviera a vivir mi vida

todavía estaría aquí con ustedes.


Sabes que creo que si la dama de la fortuna era ciega

ese viejo sol no debería volver a brillar

y creo que si la muerte realmente le puso un cuchillo

todos deberíamos ser mendigos de la vida.


A veces deseo poder cerrar mis ojos

ante algunas cosas que no quiero ver

pero creo que si vivieras tu vida de nuevo

todavía estarías aquí conmigo.


Nunca veré el final de mi mente

todo tendrá su tiempo

¿Por qué debo pedir cosas que no necesito

o mentiras bonitas para ocultar mi codicia?



CITAS


- Es mejor ser simpático que talentoso.


- Sí, la memoria larga es la idea más radical en este país. Es la pérdida de esa memoria larga lo que priva a nuestro pueblo de ese flujo conectivo de pensamientos y eventos que aclara nuestra visión, no de hacia dónde vamos, sino hacia dónde queremos ir.



CAPÍTULO LXX - DOROTHY PARKER

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 CAPÍTULO LXX

DOROTHY PARKER

 

Dorothy Rothschild, poetisa, escritora, cuentista, dramaturga y crítica teatral estadounidense.

West End, New Jersey, 22-08-1893; Manhattan Beach, NY, 06-06-1967.

Era hija de un judío de origen alemán y de una cristiana de origen inglés. Recibió educación formal hasta los catorce años y a los veinte ya había perdido a toda su familia. Empezó entonces a ganarse la vida tocando piano en una escuela de baile. En 1914 logró que la revista Vanity Fair le comprara uno de sus poemas, y en 1915 la revista Vogue la contrató como asistente editorial.

Neoyorquina como pocas, fue la primera mujer en narrar con humor, ironía, sarcasmo, ingenio y refinamiento las crónicas de una ciudad que empezaba a ser la capital del mundo en las primeras décadas del siglo XX. Su apellido no era el de los Rothschild ricos y famosos, sino el de una rama de clase media emprendedora, pero sin mayores preocupaciones estéticas o culturales. 

Uno de sus biógrafos la define como “la gran moderna”. Fumadora, bebedora, independiente, feminista, izquierdista y a la par culta y refinada.

A los veinticuatro años se casó con Edwin Pond Parker II, corredor de bolsa de Wall Street. Se divorciaron once años después, en 1928, y Dorothy inició, entre otras, una relación sentimental con el exitoso dramaturgo y guionista convertido en reportero Charles MacArthur. Quedó embarazada, pero perdió el hijo, lo cual le causó una severa depresión que culminó con el primero de sus tres intentos de suicidio.

En 1919 fue una de los fundadores de la famosa Mesa Redonda de Algonquin, llamada maliciosamente “círculo vicioso”, grupo de críticos, escritores, poetas, periodistas, actores y dramaturgos, entre otros, que se reunían de noche en el Hotel Algonquin de New York a comentar los acontecimientos de la vida social y cultural de la ciudad.

En 1925, cuando el New Yorker debutó, ella formó parte de la plantilla editorial.

Su primera colección de poemas, Enough Rope, se publicó en 1926 y fue un éxito de ventas. Las dos siguientes fueron Sunset Gun en 1928 y Death and Taxes en 1931. Las tres colecciones fueron reunidas en 1936 en el volumen Not so deep as a well.

En 1930 ganó el prestigioso premio O. Henry por su cuento corto autobiográfico Big Blonde.

En 1934 se casó con el actor y escritor Alan Campbell, se divorciaron en 1947 y se volvieron a casar en 1950. Campbell murió de una sobredosis en 1963.

En 1959 fue llevada a la Academia Estadounidense de Artes y Letras.

El 6 de junio de 1967, dos meses antes de cumplir 74 años fue encontrada muerta debido a un ataque cardíaco en su habitación del Hotel Volney de New York.

En 1970, John Keats publicó una biografía de Dorothy Parker, y en 1987, apareció otra escrita por Marion Meade.

Sus restos fueron cremados y durante veinte años nadie reclamó sus cenizas. Actualmente reposan en un monumento de la Asociación Nacional para el Desarrollo de Personas de Raza Negra (NAACP), en Baltimore, Maryland.

La inscripción dice:


Aquí yacen las cenizas de Dorothy Parker

(1893-1967)

Humorista, escritora, crítica,

defensora de los derechos humanos y civiles.

Sugirió que su epitafio fuera

“Perdonen mi polvo”.

Este jardín monumento está dedicado a su noble

espíritu que celebró la concordia de la humanidad,

y a los lazos de amistad eterna entre

negros y judíos.


En Hymns of Hate es tal vez donde Dorothy se exhibe y se desnuda con mayor crudeza, con mayor autenticidad, pero también con su perfil más noble. No hay sobrevivientes después de estos versos de su afilada pluma (lengua): Odia a las mujeres, a los hombres, a las actrices, a los familiares, a los holgazanes, a los bohemios, a los actores, a los aburridos, las fiestas, los libros, a los jóvenes, a las esposas, a los esposos y a los colegiales. Un poema, un canto, un himno de odio para cada uno.


Leamos dos de sus diatribas:



CANCIÓN DE ODIO A LAS MUJERES - (Women. A Hate Song)

Odio a las mujeres;
me ponen nerviosa.

Están las Amas de casa.
Son las peores.
Cada momento está lleno de Felicidad.
Respiran profundamente
y dan largas zancadas, corriendo eternamente a casa
para encargarse de la cena.
Son de las que dicen,
con una sonrisa tierna: “El dinero no es todo”.
Siempre me encaran con vestidos,
diciendo: “Lo hice yo misma”.
Leen publicaciones para Mujeres y ensayan las recetas.
¡Oh, cómo odio ese tipo de mujer!

Luego están las Plantas Sensibles humanas;
las Manojos de Nervios.
Son diferentes a las demás; incluso te lo dirán.
Siempre hay alguien pisando sus sentimientos.
Todo les duele profundamente.
Sus ojos siempre están llenos de lágrimas.
Siempre quieren hablarme de las Cosas Reales,
las cosas que Importan.
Sí, saben que podrían escribir.
Las convenciones las sofocan.
Siempre anhelan alejarse - ¡Alejarse de Todo!
¡Pido al cielo que lo hagan!

Y luego están aquellas que siempre tienen problemas.
Siempre.
Usualmente tienen problemas con el Marido.
Son explotadas.
Son aquellas que nadie... entiende.
Lucen sonrisas tenues y nostálgicas.
Y, cuando se les habla, reaccionan.
Empiezan diciendo que deben sufrir en silencio.
Nadie lo sabrá nunca...
Y luego entran en detalles.

Luego están las Bien-Informadas.
Son plagas.
Lo saben Todo
y te lo dirán encantadas.
Sienten que su misión es corregir las opiniones erróneas.
Saben Fechas y Segundos nombres.
Absolutamente transpiran Actualidad.
¡Oh, cómo me aburren!

Están las que simplemente no pueden Comprender
por qué todos los hombres están locos por ellas.
Dicen que lo han intentado una y otra vez.
Te hablan del marido de alguien;
lo que dijo
y cómo se veía cuando lo dijo.
Y luego suspiran y preguntan,
“Querida, ¿qué pasa conmigo?”
... ¿No las odias?

Están las indefectiblemente Alegres.
Suelen ser solteras.
Siempre están ocupadas haciendo pequeños Regalos
y planeando pequeñas sorpresas.
Me dicen que mire siempre, como ellas, el Lado Positivo.
Me preguntan qué harían sin su sentido del humor.
A veces deseo matarlas.
Cualquier jurado me absolvería.

Odio a las mujeres;
me ponen nerviosa.

 

CANCIÓN DE ODIO A LOS HOMBRES - (Men. A Hate Song)

 

Odio a los hombres,

me irritan.

Están los Pensadores Serios --

Debería existir una ley contra ellos.

Ven la vida como con lentes de carey, con pesimismo.

Siempre están frotando sus manos cansadas

sobre sus cejas pálidas.

Hablan de la Humanidad

como si la acabaran de inventar;

tienen que seguir sosteniéndola.

Se deleitan con las huelgas

y están eternamente elevando demandas.

Hacen un acto maravilloso por los Grandes Pordioseros --

y hasta viven entre ellos.

Apenas pueden esperar

para que aparezca “The Masses” en los quioscos,

y leen todas esas novelas rusas --

best sellers de sexo.


Están los Hombres de las Cavernas --

especímenes humanos de sangre roja.

Todo lo comen casi crudo,

apenas salen de sus duchas frías,

y quieren que todos toquen sus músculos.

Hablan en voz alta,

usando breves palabras anglosajonas.

Viven abriendo ventanas,

golpean a la gente en la espalda,

y le dicen que necesita ejercicio.

Siempre están a punto de viajar a San Francisco,

o cruzar el océano en un velero,

o atravesar Rusia en un trineo --

¡Dios quiera que lo hagan!


Y luego están las Almas Sensibles

que hacen decoración de interiores, por amor al Arte.

Huelen ligeramente a vainilla

y ponen gotas de sándalo en sus cigarrillos.

Con frecuencia organizan bailes de disfraces

para poder asistir

como algo sacado de “Las mil y una noches”.

Ofrecen tés en el estudio

donde la gente se sienta en cojines

y desearía no haber venido.

Miran a una mujer lánguidamente, con los ojos entrecerrados

y le susurran, en tono apasionado,

lo que debe usar.

El color lo es todo para ellos, todo,

el tono equivocado del púrpura

les produce una crisis nerviosa.


Luego están aquellos

simplemente Inmersos en el Crimen.

Te cuentan que no han dormido

en cuatro noches.

Frecuentan esos dramas

donde lo único bueno

son las líneas del coro.

Se tambalean de un cabaret a otro

y te dan las cifras exactas de sus deudas de juego.

Insinúan oscuramente la parte terrible

que juega el alcohol en sus vidas.

Y luego sacuden la cabeza

y dicen que el Cielo debe decidir qué va a ser de ellos --

¡Ojalá yo fuera el cielo!


Odio a los hombres.

Me irritan.

 


EPITAFIO - (Epitaph)


En mi primera muerte, fue todo a mi manera

siguiendo la rutina de los cansados días.


Y me mantuve enhiesta, con la cabeza erguida,

pero sin la osadía de ver la luna nueva.


No osé mirar tampoco la dulce y joven lluvia

y hubo entre mis costillas un ligero dolor.


En mi segunda muerte me enterrarán más hondo

y alabarán mi sueño con gastadas palabras.


Oprimirán mi cuerpo con ataúd de mármol,

y me lanzarán rosas y guirnaldas de helechos.


Aquí dormiré tibia, aquí dormiré fresca,

mirando los gusanos lentamente pasar.



EPITAFIO PARA UNA DAMA QUERIDA - (Epitaph for a darling lady).


Fueron sus lentas horas como arenas

amarillas, en vano consumidas

en insensatas borlas y espirales

que tibias resbalaban en sus manos

fabricando castillos diminutos.

Uno tras otro los brillantes días

giraban en desorden de arco iris

que ella lanzaba hilados al arroyo.

Deja en su tumba fresca rosa roja,

guarda tu compasión, sigue tu ruta;

es feliz donde está y ella lo sabe

porque su polvo es una maravilla.



SÍNTESIS - (Resumé)


Las navajas duelen,

los ríos están húmedos,

los ácidos manchan,

y las drogas dan calambres.

Las armas no son legales,

las sogas asfixian,

el gas huele horrible,

también podrías vivir.



EPITAFIO PARA UN HOMBRE MUY RICO - (Epitaph for a rich man).


Quería lo mejor, y nada era suficientemente bueno;
no había barrera capaz de detener sus condiciones.
Aquí reposa, imponente entre la urna de ciprés,
y divierte a los gusanos más exclusivos.



VERANO INDIO - (Indian Summer. From Enough Rope)


Tenía en mi juventud una manera

de entregar lo mejor y complacer,

y de cambiar, con cada nuevo chico,

para adaptarme a cada parecer.

Mas, ahora conozco ya las cosas,

y lo que hago lo tengo bien sabido,

pero si no te gusta como soy,

al infierno contigo, mi querido.



CITAS


- Me encanta un Martini,

  dos como máximo.

  Después de tres estoy debajo de la mesa,

  después de cuatro, debajo de mi anfitrión.

 

- Cuatro son las cosas cuyo conocimiento me hace más sabia:

  la ociosidad, el dolor, un amigo y un enemigo.

  Cuatro son las cosas sin las cuales estaría mejor:

  amor, curiosidad, pecas y dudas.

  Tres son las cosas que nunca alcanzaré:

  envidia, satisfacción y suficiente champán.

  (Fragmento de su poema Inventory).


- La mujer y el elefante nunca olvidan.


- Lo primero que hago en la mañana es cepillar mis dientes y afilar mi lengua.



CAPÍTULO LXIX - THEODORE O'HARA

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 CAPÍTULO LXIX

THEODORE  O´HARA

 

Theodore O’Hara, poeta, periodista, abogado, oficial de la Armada y coronel confederado de la guerra civil estadounidense.

Danville (¿Frankfort?), Kentucky, 11-02-1820; Guerryton, Alabama, 05-06-1867.

Era hijo de Kane O’Hara, un exiliado político irlandés que había sido invitado a Danville para hacerse cargo de una Academia, y de Mary Hardy O’Hara.

Asistió inicialmente al Centre College y luego continuó su educación en St. Joseph Academy en Bardstown, Kentucky, donde luego fue también profesor de griego.

Alcanzó la fama cuando las cenizas de algunos ciudadanos de Kentucky que habían sido asesinados en la Batalla de Buena Vista de la guerra de México, fueron trasladadas al cementerio de Frankfort y O’Hara leyó su poema The Bivouac of the Dead, que el historiador Thomas Clark llamó “una valiosa contribución a la literatura estadounidense”.

En 1849, O'Hara reclutó tropas para la anexión de Cuba. El 18 de mayo de 1850, condujo varios ataques sin éxito contra una guarnición española en Cárdenas, Cuba. Allí fue gravemente herido en una pierna, y él y los otros atacantes estadounidenses escaparon a Key West.

Después de sus aventuras militares cubanas, O'Hara se convirtió en periodista, trabajó en el periódico Krankfort Yeoman y participó en la fundación del Louisville Times.

En 1853 dejó el Louisville Times para unirse a la expedición filibustera a Cuba del general John Quitman.

Durante la Guerra Civil, O’Hara se unió al ejército de la Confederación.

Tras comandar brevemente un Fuerte en la Florida, reclutó soldados y se unió a las tropas del general Albert Sidney Jonhston, cuya muerte presenció en la Batalla de Shiloh, Tennessee, en 1862.

Posteriormente se unió al equipo del general John Breckinridge y, en la Batalla de Stones River dirigió y colaboró en la ubicación de la artillería y los regimientos de infantería.

Después de la Guerra Civil, O’Hara se convirtió en editor de periódicos en Alabama.

El poeta Theodore O’Hara nunca se casó.

En sus últimos años regresó a Columbus, Georgia, para trabajar en negocios de algodón, pero perdió todos sus haberes en un incendio. Decidió mudarse a una plantación cerca de Guerrytown, Alabama, donde murió de fiebre.

En el funeral, su amigo y colega, el sargento Henry T. Stanton, leyó The Bivouac of the Dead y agregó: “Con esta canción, O'Hara se convirtió a la vez en el constructor de su propio monumento y en el autor de su propio epitafio”.

Sus restos reposan en el Cementerio de Frankfort en Kentucky.

En el mausoleo se lee este fragmento de su poema The Bivouac of the Dead:


El triste y quedo redoble del tambor, anuncia

la última retreta del soldado;

en el desfile de la Vida no encontrará más

que unos pocos valientes ya vencidos.

En el campamento eterno de la Fama

se extienden sus carpas silenciosas,

y la Gloria cuida, con solemne ronda,

el vivac de la muerte.

¡Descansad, santos muertos embalsamados!

amados como la sangre derramada;

no pisará ninguna huella impía

el césped de esta tumba;

jamás olvidaremos esta historia,

mientras la Fama guarde sus registros

o el Honor señale el sagrado lugar

donde el Valor duerme con orgullo.



EL VIVAC DE LA MUERTE - (Bivouac of the dead)


El triste y quedo redoble del tambor, anuncia

la última retreta del soldado;

en el desfile de la Vida no encontrará más

que unos pocos valientes ya vencidos.

En el campamento eterno de la Fama

se extienden sus carpas silenciosas,

y la Gloria cuida, con solemne ronda,

el vivac de la muerte.


No crece ahora sobre el viento

ningún rumor del avance enemigo;

no hay malos presagios en las casas

de los seres amados que quedaron;

ninguna visión de la próxima lucha

inquieta el sueño del guerrero;

al amanecer no habrá sonido de trompetas

ni se oirá el grito del pífano llamando a las armas. 


El óxido ha enrojecido sus flamantes espadas;

sus erguidas cabezas se han inclinado;

su altiva bandera, arrastrada en el polvo,

es ahora su sudario marcial.

Copiosas lágrimas fúnebres han lavado

las manchas rojas de todas las frentes;

y las caras del orgullo, heridas por la guerra,

están ahora libres de angustia.


La algarabía de la tropa, la espada deslumbrante,

el toque emocionante del clarín,

la carga, el pavoroso cañoneo,

el estruendo y los gritos, han pasado;

no habrá parte salvaje de guerra, ni repique de gloria,

se estremecerán con furiosa alegría

esos pechos que nunca más han de sentir

el arrebato de la lucha.


Igual que el huracán feroz del norte

que barre la gran meseta,

animados por el triunfo cercano,

derrotaron al enemigo acorralado.

Quien oyó el estruendo del combate

divisando el campo de batalla

sabía bien que el santo y seña de aquel día

era “Victoria o muerte”.


Por mucho tiempo rugió la guerra incierta

sobre esa llanura devastada,

nunca una lucha más fiera libró

la sangre vengadora de España;

pero, aunque sopló el vendaval de la batalla,

también soplaron los vientos de la gloria;

muy cerca, nuestro viejo y valiente cacique sabía

que sus fuerzas podrían soportar tales embates.


En ese momento su comando

necesitó la tumba de un mártir

la flor de su amada tierra

para salvar la bandera de la patria.

En los ríos de sangre de sus padres

nacieron sus primeros laureles,

y era de esperar que también los hijos

ofrendaran sus vidas por la gloria.


Para todos ha soplado un aliento del norte

sobre la planicie de Angostura,

y por mucho tiempo el cielo piadoso ha llorado

sobre su asesino sepultado.

Solitarios, el graznido del cuervo o el vuelo del águila,

o el descanso pensativo del pastor,

despiertan cada una de las tristes colinas

que se estremecen sobre esa refriega pavorosa.


Hijos de la oscura y ensangrentada tierra,

no debéis dormir allí

donde resuenan sobre el viento sordo

lenguas y pasos extranjeros.

El heroico y orgulloso suelo de la patria

será la mejor tumba

y reclama el botín de guerra más valioso:

las cenizas de su coraje.


Aquí reposan, cerca de la tumba de sus padres,

lejos del campo de la gloria,

sostenidos por el pecho de una madre espartana,

para muchos un escudo sangriento;

aquí, el amanecer de su cielo nativo

los cubre con su sonrisa triste,

y los ojos y los corazones de su gente cuidan

el sepulcro de los héroes.


¡Descansad, santos muertos embalsamados!

amados como la sangre derramada;

no pisará ninguna huella impía

el césped de esta tumba;

jamás olvidaremos esta historia,

mientras la Fama guarde sus registros

o el Honor señale el sagrado lugar

donde el Valor duerme con orgullo.


Cuando este tiempo triste haya pasado,

ese mármol sin voz de poeta

contará en una canción inmortal,

la historia que vivió;

ni naufragios, ni cambios, ni ruinas de invierno,

ni el destino despiadado del tiempo

opacarán un solo rayo de la luz gloriosa

que ilumina tu tumba inmortal.