CAPÍTULO LXX - DOROTHY PARKER
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CAPÍTULO LXX
DOROTHY PARKER
Dorothy Rothschild, poetisa, escritora, cuentista, dramaturga y crítica
teatral estadounidense.
West End, New Jersey, 22-08-1893; Manhattan Beach, NY, 06-06-1967.
Era hija de un judío de origen alemán y de una cristiana de origen inglés. Recibió educación formal hasta los catorce años y a los veinte ya había perdido a toda su familia. Empezó entonces a ganarse la vida tocando piano en una escuela de baile. En 1914 logró que la revista Vanity Fair le comprara uno de sus poemas, y en 1915 la revista Vogue la contrató como asistente editorial.
Neoyorquina como pocas, fue la primera
mujer en narrar con humor, ironía, sarcasmo, ingenio y refinamiento las
crónicas de una ciudad que empezaba a ser la capital del mundo en las primeras
décadas del siglo XX. Su apellido no era el de los Rothschild ricos y famosos,
sino el de una rama de clase media emprendedora, pero sin mayores
preocupaciones estéticas o culturales.
Uno de sus biógrafos la define como “la
gran moderna”. Fumadora, bebedora, independiente, feminista, izquierdista y a
la par culta y refinada.
A los veinticuatro años se casó con Edwin
Pond Parker II, corredor de bolsa de Wall Street. Se divorciaron once años
después, en 1928, y Dorothy inició, entre otras, una relación sentimental con
el exitoso dramaturgo y guionista convertido en reportero Charles MacArthur.
Quedó embarazada, pero perdió el hijo, lo cual le causó una severa depresión
que culminó con el primero de sus tres intentos de suicidio.
En 1919 fue una de los fundadores de la famosa Mesa Redonda de Algonquin, llamada maliciosamente “círculo vicioso”, grupo de críticos, escritores, poetas, periodistas, actores y dramaturgos, entre otros, que se reunían de noche en el Hotel Algonquin de New York a comentar los acontecimientos de la vida social y cultural de la ciudad.
En 1925, cuando el New Yorker debutó, ella formó parte de la plantilla editorial.
Su primera colección de poemas, Enough Rope, se publicó en 1926 y fue un éxito de ventas. Las dos siguientes fueron Sunset Gun en 1928 y Death and Taxes en 1931. Las tres colecciones fueron reunidas en 1936 en el volumen Not so deep as a well.
En 1930 ganó el prestigioso premio O. Henry por su cuento corto
autobiográfico Big Blonde.
En 1934 se casó con el actor y escritor
Alan Campbell, se divorciaron en 1947 y se volvieron a casar en 1950. Campbell
murió de una sobredosis en 1963.
En 1959 fue llevada a la Academia
Estadounidense de Artes y Letras.
El 6 de junio de 1967, dos meses antes de
cumplir 74 años fue encontrada muerta debido a un ataque cardíaco en su
habitación del Hotel Volney de New York.
En 1970, John Keats publicó una biografía de Dorothy Parker, y en 1987, apareció otra escrita por Marion Meade.
Sus
restos fueron cremados y durante veinte años nadie reclamó sus cenizas.
Actualmente reposan en un monumento de la Asociación Nacional para el
Desarrollo de Personas de Raza Negra (NAACP), en Baltimore, Maryland.
La
inscripción dice:
Aquí yacen las cenizas de Dorothy Parker
(1893-1967)
Humorista, escritora, crítica,
defensora de los derechos humanos y civiles.
Sugirió que su epitafio fuera
“Perdonen mi polvo”.
Este jardín monumento está dedicado a su noble
espíritu que celebró la concordia de la humanidad,
y a los lazos de amistad eterna entre
negros y judíos.
En Hymns of Hate es tal vez donde
Dorothy se exhibe y se desnuda con mayor crudeza, con mayor autenticidad, pero
también con su perfil más noble. No hay sobrevivientes después de estos versos
de su afilada pluma (lengua): Odia a las mujeres, a los hombres, a las actrices,
a los familiares, a los holgazanes, a los bohemios, a los actores, a los
aburridos, las fiestas, los libros, a los jóvenes, a las esposas, a los esposos
y a los colegiales. Un poema, un canto, un himno de odio para cada uno.
Leamos dos de sus diatribas:
CANCIÓN DE ODIO A LAS MUJERES - (Women. A Hate Song)
Odio a las mujeres;
me ponen nerviosa.
Están las Amas de casa.
Son las peores.
Cada momento está lleno de Felicidad.
Respiran profundamente
y dan largas zancadas, corriendo eternamente a casa
para encargarse de la cena.
Son de las que dicen,
con una sonrisa tierna: “El dinero no es todo”.
Siempre me encaran con vestidos,
diciendo: “Lo hice yo misma”.
Leen publicaciones para Mujeres y ensayan las
recetas.
¡Oh, cómo odio ese tipo de mujer!
Luego están las Plantas Sensibles humanas;
las Manojos de Nervios.
Son diferentes a las demás; incluso te lo dirán.
Siempre hay alguien pisando sus sentimientos.
Todo les duele profundamente.
Sus ojos siempre están llenos de lágrimas.
Siempre quieren hablarme de las Cosas Reales,
las cosas que Importan.
Sí, saben que podrían escribir.
Las convenciones las sofocan.
Siempre anhelan alejarse - ¡Alejarse de Todo!
¡Pido al cielo que lo hagan!
Y luego están aquellas que siempre tienen
problemas.
Siempre.
Usualmente tienen problemas con el Marido.
Son explotadas.
Son aquellas que nadie... entiende.
Lucen sonrisas tenues y nostálgicas.
Y, cuando se les habla, reaccionan.
Empiezan diciendo que deben sufrir en silencio.
Nadie lo sabrá nunca...
Y luego entran en detalles.
Luego están las Bien-Informadas.
Son plagas.
Lo saben Todo
y te lo dirán encantadas.
Sienten que su misión es corregir las opiniones
erróneas.
Saben Fechas y Segundos nombres.
Absolutamente transpiran Actualidad.
¡Oh, cómo me aburren!
Están las que simplemente no pueden Comprender
por qué todos los hombres están locos por ellas.
Dicen que lo han intentado una y otra vez.
Te hablan del marido de alguien;
lo que dijo
y cómo se veía cuando lo dijo.
Y luego suspiran y preguntan,
“Querida, ¿qué pasa conmigo?”
... ¿No las odias?
Están las indefectiblemente Alegres.
Suelen ser solteras.
Siempre están ocupadas haciendo pequeños Regalos
y planeando pequeñas sorpresas.
Me dicen que mire siempre, como ellas, el Lado
Positivo.
Me preguntan qué harían sin su sentido del humor.
A veces deseo matarlas.
Cualquier jurado me absolvería.
Odio a las mujeres;
me ponen nerviosa.
CANCIÓN DE ODIO A LOS HOMBRES - (Men. A Hate Song)
Odio a
los hombres,
me
irritan.
Están los
Pensadores Serios --
Debería
existir una ley contra ellos.
Ven la
vida como con lentes de carey, con pesimismo.
Siempre
están frotando sus manos cansadas
sobre sus
cejas pálidas.
Hablan de
la Humanidad
como si
la acabaran de inventar;
tienen
que seguir sosteniéndola.
Se
deleitan con las huelgas
y están eternamente
elevando demandas.
Hacen un
acto maravilloso por los Grandes Pordioseros --
y hasta
viven entre ellos.
Apenas
pueden esperar
para que
aparezca “The Masses” en los quioscos,
y leen
todas esas novelas rusas --
best
sellers de sexo.
Están los
Hombres de las Cavernas --
especímenes
humanos de sangre roja.
Todo lo
comen casi crudo,
apenas
salen de sus duchas frías,
y quieren
que todos toquen sus músculos.
Hablan en
voz alta,
usando
breves palabras anglosajonas.
Viven
abriendo ventanas,
golpean a
la gente en la espalda,
y le
dicen que necesita ejercicio.
Siempre
están a punto de viajar a San Francisco,
o cruzar
el océano en un velero,
o
atravesar Rusia en un trineo --
¡Dios
quiera que lo hagan!
Y luego
están las Almas Sensibles
que hacen
decoración de interiores, por amor al Arte.
Huelen
ligeramente a vainilla
y ponen
gotas de sándalo en sus cigarrillos.
Con
frecuencia organizan bailes de disfraces
para
poder asistir
como algo
sacado de “Las mil y una noches”.
Ofrecen
tés en el estudio
donde la
gente se sienta en cojines
y
desearía no haber venido.
Miran a
una mujer lánguidamente, con los ojos entrecerrados
y le
susurran, en tono apasionado,
lo que
debe usar.
El color
lo es todo para ellos, todo,
el tono
equivocado del púrpura
les
produce una crisis nerviosa.
Luego
están aquellos
simplemente
Inmersos en el Crimen.
Te
cuentan que no han dormido
en cuatro
noches.
Frecuentan
esos dramas
donde lo
único bueno
son las
líneas del coro.
Se
tambalean de un cabaret a otro
y te dan
las cifras exactas de sus deudas de juego.
Insinúan
oscuramente la parte terrible
que juega
el alcohol en sus vidas.
Y luego
sacuden la cabeza
y dicen
que el Cielo debe decidir qué va a ser de ellos --
¡Ojalá yo
fuera el cielo!
Odio a
los hombres.
Me
irritan.
EPITAFIO - (Epitaph)
En mi
primera muerte, fue todo a mi manera
siguiendo
la rutina de los cansados días.
Y me
mantuve enhiesta, con la cabeza erguida,
pero sin
la osadía de ver la luna nueva.
No osé
mirar tampoco la dulce y joven lluvia
y hubo
entre mis costillas un ligero dolor.
En mi
segunda muerte me enterrarán más hondo
y
alabarán mi sueño con gastadas palabras.
Oprimirán
mi cuerpo con ataúd de mármol,
y me
lanzarán rosas y guirnaldas de helechos.
Aquí
dormiré tibia, aquí dormiré fresca,
mirando
los gusanos lentamente pasar.
EPITAFIO PARA UNA DAMA QUERIDA - (Epitaph for a darling lady).
Fueron
sus lentas horas como arenas
amarillas,
en vano consumidas
en
insensatas borlas y espirales
que
tibias resbalaban en sus manos
fabricando
castillos diminutos.
Uno tras
otro los brillantes días
giraban
en desorden de arco iris
que ella
lanzaba hilados al arroyo.
Deja en
su tumba fresca rosa roja,
guarda tu
compasión, sigue tu ruta;
es feliz
donde está y ella lo sabe
porque su
polvo es una maravilla.
SÍNTESIS - (Resumé)
Las
navajas duelen,
los ríos
están húmedos,
los
ácidos manchan,
y las
drogas dan calambres.
Las armas
no son legales,
las sogas
asfixian,
el gas
huele horrible,
también
podrías vivir.
EPITAFIO PARA UN HOMBRE MUY RICO - (Epitaph for a rich man).
Quería lo mejor, y nada era suficientemente bueno;
no había barrera capaz de detener
sus condiciones.
Aquí reposa, imponente entre la
urna de ciprés,
y divierte a los
gusanos más exclusivos.
VERANO INDIO - (Indian Summer. From Enough Rope)
Tenía en
mi juventud una manera
de
entregar lo mejor y complacer,
y de
cambiar, con cada nuevo chico,
para
adaptarme a cada parecer.
Mas,
ahora conozco ya las cosas,
y lo que
hago lo tengo bien sabido,
pero si
no te gusta como soy,
al
infierno contigo, mi querido.
CITAS
- Me encanta un Martini,
dos como máximo.
Después de tres estoy debajo de la mesa,
después de cuatro, debajo de mi anfitrión.
- Cuatro son las cosas cuyo conocimiento me
hace más sabia:
la
ociosidad, el dolor, un amigo y un enemigo.
Cuatro
son las cosas sin las cuales estaría mejor:
amor,
curiosidad, pecas y dudas.
Tres son las cosas que nunca alcanzaré:
envidia, satisfacción y suficiente champán.
(Fragmento de su poema Inventory).
- La mujer y el elefante nunca olvidan.
- Lo primero que hago en la mañana es cepillar
mis dientes y afilar mi lengua.