CAPÍTULO XLIX - ROBERT HERRICK

Category:

 CAPÍTULO XLIX

ROBERT HERRICK


Poeta lírico británico y pastor de la iglesia anglicana.

Londres, bautizado el 24-08-1591; sepultado el 15-10-1674 en Dean Prior, Devonshire.

No hay evidencia, pero probablemente recibió su educación temprana en The Merchant Taylors' School.

En 1614 fue admitido al St John's College de Cambridge, pero luego se mudó al Trinity Hall donde se graduó en 1617.

En 1623 fue ordenado clérigo de la Iglesia de Inglaterra y en 1629 se convirtió en vicario de Dean Prior.

En 1647, a raíz de la guerra civil inglesa fue despedido de la vicaría por negarse a aceptar lo que se llamó Solemn League and Covenant, un tratado entre los parlamentos inglés y escocés para la preservación de la religión reformada en Escocia.

Recuperó el vicariato en 1662 y vivió allí hasta su muerte.

Los biógrafos lo definen como el creador de un mundo de realidad y fantasía, mezcla de la Roma pagana y la Inglaterra cristiana, que él consideraba como su reino poético.

Fue contemporáneo de los poetas metafísicos John Donne y George Herbert, y se le clasifica al lado de poetas neoclásicos como Thomas Carew y Richard Lovelace.

No hay seguridad sobre la escuela donde aprendió sus primeras letras ni sobre las fechas de su nacimiento y muerte, y hay períodos largos de su vida sobre los cuales no se tiene ninguna información.

Lo poco que se sabe se desprende de algunas cartas y los más de mil cuatrocientos poemas de Hesperides, su único libro. Se sabe también que pronunció al menos mil quinientos sermones, ninguno de los cuales ha sobrevivido.

Se conoce además que tuvo una buena educación en latín y que fue dejado al cuidado de un tío, por entonces orfebre destacado. Herrick, sin embargo, se interesó más por la poesía que por los metales y empezó a crear su mundo poético y a poblarlo de amigos y parientes, amantes imaginarias y servidumbres fieles, hadas y bribones y campesinos que hacían sacrificios a Zeus y bailaban alrededor de un palo de cintas.

Su poesía abarca toda la comedia humana, el canto de la naturaleza, las estaciones, la juventud y el amor, el rocío, la lluvia y los bálsamos que simbolizan el cielo espiritual. Medita sobre el infierno, la muerte y el cielo, instando a los lectores a recoger las rosas de la alegría, mientras puedan.

Su primera edición de las Hesperides parece haber sido muy popular, aunque no fue sino hasta 1810 que apareció la segunda edición. Allí aparece alrededor de la mitad de los más de dos mil quinientos poemas que escribió.

Actualmente se le menciona como uno de los grandes artistas líricos de todos los tiempos y los estudiosos reconocen que el brillo de su técnica se complementa con profundidades complejas.

Otra de las incógnitas que rodean a Herrick es su vida sentimental. Aparentemente nunca se casó y todo indica que las mujeres que desfilan por sus obras son apenas fruto de su imaginación.

Recientemente se han hecho varias recopilaciones y ensayos sobre sus obras, entre otros los siguientes:

The Poetical Works of Robert Herrick, editada por L. C. Martin (1956).

The Complete Poetry of Robert Herrick, editada por J. Max Patrick (1963).

Two Gentle Men: The Lives of George Herbert and Robert Herrick, de Marchette Chute (1959).

Robert Herrick de Roger B. Rollin (1966).

The Shadow Flies de Rose Macaulay (1932), novela que nos acerca a un imaginario, pero delicioso mundo de Herrick.

Youth Immortal: A Life of Robert Herrick de Emily Easton (1934).

 

Sus restos reposan en el Cementerio de la Iglesia de San Jorge Mártir en Dean Prior.

El epitafio corresponde al primer verso de su poema To the virgins, make much of time, mismo que se lee también en el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster:


Recoge los capullos mientras puedas.



A LAS VÍRGENES, PARA QUE APROVECHEN EL TIEMPO - (To the virgins, make much of time).


Recoge los capullos mientras puedas,

mira que el tiempo vuela

y esa lozana flor que hoy te sonríe,

mañana estará muerta.


El sol, gloriosa lámpara del cielo,

cuando sube más alto,

más rápido recorre su jornada

camino del ocaso.


Es la mejor edad la edad primera,

sangre, fuego y vigor,

pero sin juventud vemos que el tiempo

pasado fue mejor.


Disfruta el tiempo sin lucir esquiva,

cásate mientras puedas,

no dejes marchitar tu lozanía

en una eterna espera.



LOS SENOS DE JULIA - (Upon Julia’s Breasts)

Muestra tus senos, Julia mía y deja
que su circunmortal pureza mire;
entre esas glorias yacerán mis labios
embelesados con tu Vía Láctea.



LOS VESTIDOS DE JULIA - (Upon Julia’s Clothes)

Cuando mi Julia va como entre sedas,
cuán tenue fluye entonces, cómo vuela,
¡esa licuefacción de su ropaje!
 
Cuando levanto la mirada y veo
la desafiante vibración del aire,
¡de qué manera el resplandor me invade!


PARA LOS NARCISOS - (To the daffodils)

Bellos narcisos, sentimos tristeza
al veros partir con tanta prisa;
aunque todavía el tempranero sol naciente
no ha alcanzado su mediodía.
 
Quedáos, quedáos
hasta que el impaciente día
haya hecho su camino
hasta el atardecer;
y, habiendo orado juntos,
vayamos con vosotros.
 
Tenemos poco tiempo para estar aquí, como vosotros,
tan corto como una primavera;
tan rápido como crecer para encontrar la muerte,
como vosotros, o como cualquier cosa.
 
Morimos, como vuestras horas,
y nos consumimos
como la lluvia del verano;
o como las perlas del rocío de la mañana,
para no ser encontrados jamás.



  EPITAFIO PARA UNA NIÑA - (Upon a child that died)

 

  Ella descansa aquí, lindo capullo,

  naturaleza humana recién hecha

  que se quedó dormida tan temprano

  como sus dulces ojos despertaron.

  Cubre sus restos, pero no remuevas

  la bondadosa tierra que la abriga.

 

 

EPITAFIO PARA UNA VIRGEN - (Upon a virgin)


Aquí guardamos un sagrado sueño,

mientras yace dormida la belleza;

callen todas las cosas,

que no haya aquí otro ruido

que el tono de una lágrima;

o el suspiro del viento que le trae

primaveras para su sepultura.

 

 

EPITAFIO PARA UNA DONCELLA - (Upon a maid)


Aquí descansa, sobre un lecho de esencias,

tan hermosa como Eva en el paraíso;

era tal su belleza,

que apenas podían elogiarla los poetas.

Venid, vírgenes, y en un anillo

cantad su más sublime REQUIEM;

partid luego, pero seguid su paso,

suave, calladamente, sobre la muerte.

 

 

CITAS

 

- Vive dos veces quien vive bien su primera vida.

 

- El que más codicia es un esclavo eterno.

 

- Un infortunio sucede a otro infortunio, como una ola a otra ola.