CAPÍTULO LXIV - THOMAS BABINGTON MACAULAY

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 CAPÍTULO LXIV

THOMAS BABINGTON MACAULAY 

Thomas Babington Macaulay, Barón Macaulay de Rothley, poeta, ensayista, historiador y político británico del partido Whig.

Rothley Temple, Leicestershire, 25-10-1800; Campden Hill, Londres, 28-12-1859.

Estudió en la Universidad de Cambridge y se licenció como abogado en 1826, pero ejerció su profesión de manera muy esporádica y por muy poco tiempo, y prefirió dedicarse a la literatura, al periodismo y a la política.

Es autor de un brillante ensayo sobre John Milton que fue publicado inicialmente por Edinburgh Review  y que lo hizo famoso de la noche a la mañana.

En poesía merecen mencionarse sus Lays of Ancient Rome.

Como historiador publicó cuatro volúmenes de su obra maestra The History of England: los dos primeros en 1848, con tal éxito de ventas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, que fue uno de los pocos escritores de su época que se enriquecieron con la pluma.

El tercero y cuarto volúmenes fueron publicados en 1855. En 1866 su hermana Lady Trevelyan publicó un quinto volumen que Macaulay no había podido terminar debido a su delicada salud y temprana muerte, causada por un ataque cardíaco.

Vale decir que The History of England consagró a Macaulay como un maestro de la narrativa histórica, y fue traducida a una decena de idiomas.

La obra recrea los sucesos políticos de Inglaterra desde antes de la caída de Jaime II, -de la casa Estuardo- en 1688, hasta los gobiernos de Jorge I y Jorge II –de la casa Hanover-, y su primer ministro whig Robert Walpole, sucesos que resultaron en la llamada Glorious Revolution de 1689 y en la firma de la mundialmente conocida Bill of Rights por parte de Guillermo, Príncipe de Orange, acontecimiento histórico y político para las Islas Británicas y hoja de ruta para la Constitución de los Estados Unidos.

Por otra parte, sus celebrados ensayos lo convirtieron en un elocuente vocero de las clases medias liberales inglesas.

Fue elegido al Parlamento en 1830, viajó a la India como miembro del Consejo Supremo de Gobierno en 1834, y regresó a Inglaterra en 1838. Un año después fue nombrado Secretario de Guerra hasta 1941, y siguió ocupando su curul en el Parlamento por el resto de sus días.

Nunca se casó y no tuvo hijos, pero se cree que se había enamorado de María Kinnaird, una atractiva, inteligente y destacada socialité, nacida en 1810 en la isla caribeña de San Vicente, que había quedado huérfana cuando el volcán La Soufrière entró en erupción en 1812 y fue adoptada por el popular político londinense Richard “Conversation” Sharp. De él heredó no solo una fortuna considerable, sino también una amplia red de amigos y contactos influyentes, particularmente entre los círculos Whig.

Sin embargo, no se han encontrado pruebas concretas de que la relación hubiera avanzado.

Los restos de Macaulay reposan en el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster en Londres. Sobre su tumba se lee:

Su cuerpo descansa en paz, pero su nombre vivirá eternamente.


CANCIÓN - (Song)

¡Oh, quédate, Madona! quédate;
aún no asoma el alba
que marca el horizonte con su veta opalina
y las estrellas brillan en medio del silencio;
abrázame y presiona tus labios con los míos,
y reclina en mi cuello tu ardorosa mejilla.
¡Oh, duerme, Madona! duerme;
deja que mire y llore
sobre el triste recuerdo de antiguas alegrías,
sobre el aniquilado rayo de la esperanza,
sobre el desvanecido sueño de una quimera,
sobre lo que natura da y el hombre destruye.
¡Oh, despierta, Madona! despierta;
sobre el lago violeta
hay motas de colores y copos de luz ámbar,
hay sensaciones gratas de paz en la colina
y el caudal diminuto del pequeño riachuelo                           
en filamentos de oro salta desde la cima.
¡Oh, vuela, Madona! vuela;
que la envidia y el día
no espíen lo que saben la noche y el amor:
¡Vuela y pisa, querida, callada y suavemente!
para que no se escuchen entre los que nos odian
los ligeros sonidos de tus pies al pasar.


EPITAFIO PARA WILLIAM CAVENDISH BENTINCK. 

(Epitaph on William Cavendish Bentinck).


Durante siete años gobernó a la India
con eminente Prudencia, Integridad y Benevolencia.
Puesto a la cabeza de un gran Imperio
nuncá dejó a un lado
la simplicidad y moderación de un ciudadano común.
Inculcó dentro del despotismo Oriental
el espíritu de la Libertad Británica.
Nunca olvidó que el fin de un gobierno
es la felicidad del gobernado.
Abolió la crueldad.
Eliminó las distinciones humillantes.
Dio libertad de expresión a la opinión pública.
Su constante estudio tuvo por objeto
elevar la reputación intelectual y moral
de las naciones encomendadas a su cargo.
Este monumento
fue erigido por hombres diferentes en raza,
modales, lengua y religión,
que honran con igual veneración y gratitud
la memoria de su sabia, recta y paternal administración.


 EPITAFIO PARA UN JACOBITA - (Epitaph on a Jacobite)

 
 A mi Rey verdadero, libres de toda mancha
 rendí valor y fé: valor vano, fe vana.
 Por él deseché tierras, honores y riquezas,
 y una amada esperanza, que era mi vida toda.
  En tierras extranjeras por él me he consumido
  y en la flor de mi vida platearon mis cabellos;
  oí murmullo de árboles en tierras de Lavernia,
  desfallecí en el Arno por mis amados sueños.
  Mi hogar era el desvelo de mis noches febriles,
  iba del sueño al llanto cuando llegaba el alba;
  hasta que el Dios piadoso, de mi dolor dolido,
  a tono con mis ruegos me dio temprana tumba.
  Tú, que por azar llegas a esta piedra sin nombre
  desde orgullosa tierra que alguna vez fue mía,
  por esos blancos riscos que no volveré a ver,
  por esa amada lengua que como tú yo hablé,
  derrama sin rencores una lágrima inglesa
  sobre inglesas cenizas de un roto corazón.

 


 UNA CITA


 - Tal vez nadie pueda ser poeta, ni siquiera gozar de la poesía, sin un cierto desequilibrio   mental.