CAPÍTULO XIV - LORD BYRON

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 CAPÍTULO XIV - LORD BYRON


LORD BYRON

 

George Gordon Noel Byron, poeta romántico y satírico británico, uno de los más celebrados de la literatura inglesa.

Londres, 22-01-1788; Missolonghi, Grecia Occidental, 19-04-1824.


Byron nació en el seno de una familia de la aristocracia británica, hijo del apuesto y libertino Capitán John “Mad Jack” Byron y su segunda esposa, Catherine Gordon, una heredera escocesa.

Descendía por línea materna de Jacobo I, rey de Escocia, y sus ancestros paternos eran conquistadores normandos. Quedó huérfano de padre a los tres años.

En 1798, al morir su tío abuelo William, quinto barón Byron, George Gordon heredó el título, las propiedades y unas cuantas deudas.


Fue educado en el colegio de Harrow y en el Trinity College de Cambridge, y con apenas 18 años publicó su primer libro de poemas Hours of Idleness, que no fue muy bien recibido por la crítica y generó su corrosiva sátira English Bards and Scotch Reviewers que le ganó un discreto lugar en el mundo literario. Su consagración llegó en 1812 con la publicación de los dos primeros cantos de su poema narrativo Childe Harold’s Pilgrimage, especie de memorias de su reciente viaje por España, Portugal, Italia, Albania, Grecia y Turquía. El héroe del poema, Childe Harold, evidentemente está basado en elementos autobiográficos, recreados y aumentados para configurar lo que sería el típico héroe byroniano, caracterizado por la rebeldía frente a la moral y las convenciones sociales establecidas.


En 1815 se casó con Anne Isabella Milbanke, con quien tuvo una hija, Augusta Ada King, Condesa de Lovelace. Byron se separó de su esposa al año siguiente, un mes después del nacimiento de Ada y abandonó Inglaterra para siempre cuatro meses después, rechazado por la sociedad inglesa debido a su conducta libertina, y especialmente por los continuos rumores sobre sus relaciones incestuosas con su media hermana Augusta, y pasó el resto de sus días viajando por Europa, en medio de los escándalos de su vida turbulenta.

Ada se casó en 1835 con William King-Noel, primer conde de Lovelace, y fue una sobresaliente matemática y escritora británica.


En abril de 1816, en Suiza, a donde había llegado procedente de Bélgica, Byron convivió con el poeta Percy Bisshe Shelley y sostuvo relaciones amorosas con Claire Clairmont, con quien posteriormente tuvo una hija, Clara Allegra Byron, nacida en 1817 en Bath, Inglaterra. La niña vivió inicialmente con su madre, la media hermana de su madre, Mary Shelley, y su esposo el poeta Percy B. Shelley. Cuando tenía quince meses fue entregada a Byron quien la alojó con familias de acogida y finalmente en un convento católico donde murió a los cinco años, probablemente de tifo.

Ese año, durante los cuatro meses que pasó en Lake Geneva, compuso The Prisoner of Chillon y el tercer canto de Childe Harold, antes de empezar su recorrido por Italia.


A mediados de 1817, Byron terminó en Ferrara el cuarto canto de Childe Harold y durante el resto del año escribió The Lament of Tasso, Manfredo, Beppo, Mazzepa, y empezó el Don Juan.

Childe Harold le permitió sostener correspondencia con Goethe, quien diría de él que se trataba de “el primer talento de su siglo”.

Tras una estancia en Génova, Byron se trasladó a Venecia, donde inició, en 1819, una nueva y turbulenta relación amorosa con Teresa Gamba, Condesa Guiccioli, y llevó una vida licenciosa y salpicada de escándalos.

La condesa Guiccioli se había casado tres días antes de conocer a Byron, con el diplomático Alessandro Guiccioli, cincuenta años mayor que ella. Vivió con Byron como su esposa de hecho, primero en Ravenna y luego en Génova hasta 1823, mientras el poeta escribía los primeros cinco cantos del Don Juan, donde recrea las andanzas del personaje sevillano por varias naciones europeas. En total, el extenso poema consta de diecisiete cantos escritos en octavas reales. Los críticos la incluyen entre sus mejores obras.

A fines de 1821 Byron ya había terminado Marino Faliero, Sardanapalus, Cain, y había empezado Heaven and Earth y The Deformed Transformed, que no llegó a terminar. Se estableció en Pisa, donde lo esperaba la condesa Guiccioli.


En 1822, y junto a los poetas Shelley y Leigh Hunt, fundó en Pisa la revista The Liberal, interrumpida debido a la muerte de Shelley y a la disputa de Byron con Hunt.

La extensa obra de Byron, en gran parte autobiográfica, destaca por su brillo narrativo y la belleza de su poesía. Para sus contemporáneos, representó el ideal del hombre romántico.

Hizo suya la causa de la independencia griega contra los turcos, y la apoyó ideológica y económicamente con acciones y aportes económicos importantes.

El 5 de enero de 1824 llegó a Missolonghi, lugar pantanoso y mortífero, siendo recibido en la playa por una multitud entusiasta.

Muy pronto, debilitado por la vida desordenada de otros tiempos, bajo la influencia del clima malsano del lugar, y por el rudo trabajo intelectual a que se entregaba, sintió quebrantarse su salud. En febrero padeció convulsiones violentas y un ataque de apoplejía. El 10 de abril, durante una excursión, fue sorprendido por un aguacero. Agotado por fiebres malignas, mal tratado por sus médicos, víctima de una inflamación cerebral, murió dos semanas después, con apenas 36 años, sin haber podido cumplir su sueño de ver a Grecia liberada y sin poder combatir por ella, como era su deseo.


Al enterarse de su muerte, Goethe escribió:

Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos.


En el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster se lee desde 1969 un cenotafio tomado de su poema Childe Harold’s Pilgrimage. Canto the Fourth. CXXXVII:


Pero hay algo dentro de mí que vencerá

Tortura y Tiempo, y vivirá cuando yo muera.


Sus restos reposan en el Panteón familiar de la Iglesia de Santa María Magdalena en Hucknall Torkard, Nottinghamshire, Inglaterra, bajo una lápida de mármol obsequiada por el Rey de Grecia y grabada solamente con su nombre y fechas. Su corazón fue llevado en un cofre a Missolonghi.

En la pared del presbiterio de la misma Iglesia de Santa María Magdalena, cerca de la tumba, en una placa de mármol, se lee:


En la bóveda donde está enterrada su Madre

y muchos de sus ancestros, reposan los restos de

GEORGE GORDON NOEL BYRON,

Lord Byron, de Rochdale, en el condado de Lancaster.

Autor de “La Peregrinación de Childe Harold”.

Nació en Londres el 22-01-1788.

Murió en Missolonghi, Grecia Occidental, el 19-04-1824.

Comprometido con el glorioso intento de devolverle a ese país

su antigua libertad y renombre.

En memoria suya, su hermana,

la honorable Augusta María Leigh, colocó esta placa.


Cuando cumplió 33 años, en 1821, Byron redactó este epitafio, para él y para el año que recién terminaba:

Aquí yace, sepultado en la eternidad del pasado, en la que no existe resurrección para los días, -aunque quizás pueda haberla para las cenizas-, el trigésimo tercer año de una vida mal llevada, que tras una larga enfermedad de varios meses ha caído en el letargo y ha expirado el 22-01-1821, dejando un sucesor inconsolable por la gran pérdida que significó su existencia.


Andrè Maurois, uno de sus biógrafos, menciona que Byron había escrito en su juventud:


Mi epitafio será mi nombre solo.

Si coronar no puedo con honra mis cenizas,

que ninguna otra gloria recompense mis actos. 


Estas fueron, al parecer, sus últimas palabras:


Ahora debo dormir. Buenas noches.



ETERNA SEA LA LUZ PARA TU ALMA - (Bright be the place of thy soul)


¡Eterna sea la luz para tu alma!

Más puro que tu espíritu ninguno,

libre de las cadenas de este mundo

y en brazos de la bienaventuranza.


Fuiste entre lo mortal casi divina

y gozará tu alma gloria eterna

y será más ligera nuestra pena

al saber que ante Dios hallarás vida.


¡Que en tu morada el césped leve sea!

Como las esmeraldas, verde y terso,

y que no haya en el haz de tus recuerdos

tan siquiera una sombra de tristeza.


Brotarán del lugar de tu descanso,

en vez de tristes tejos y cipreses,

flores tiernas y un árbol siempre verde:

Para los elegidos, ¿por qué llantos?

 


ELEGÍA - (Elegy)


¡Oh! arrebatada en la flor de la belleza,

será leve la tierra que te cubra;

pero sobre tu césped las rosas dejarán

sus hojas, las más frescas del año;

y en la débil penumbra danzarán las ramas del agreste ciprés

y en el azul arroyo que a raudales brota

veremos a menudo a La Tristeza inclinando su escuálida figura,

trayendo a la memoria sentimientos profundos, muchos sueños,

prolongados silencios y ligeras pisadas.


¡Traviesa sombra que con su paso perturbó a los muertos!

¡Vete! Sabemos que las lágrimas son vanas,

que la muerte no quiere saber de la amargura.


¿Será para callar nuestros clamores?

¿Para que los dolientes lloren menos?

Y tú, --que me has pedido que olvide,

tienes mirada triste, tus ojos están húmedos.



Cuando Byron salió de Inglaterra dejó a su hija Ada en la cuna, pero siempre la tuvo en sus recuerdos y en muchas de sus obras la menciona. El Canto Tercero de Childe Harold empieza y termina con ella.

Por lo que leemos, tal vez el poeta estaba al tanto de que su hija no solo había sido educada en el olvido total hacia su padre, sino que la habían enseñado a odiarlo, tanto que su suegra había establecido en su testamento que nunca debería enseñarse a su nieta el retrato de Lord Byron.

Leámoslo en el Canto Tercero:



LA PEREGRINACIÓN DE CHILDE HAROLD - (Childe Harold’s Pilgrimage)

CANTO TERCERO

I

Es tu rostro como el de tu madre, ¡mi niña bella!

¡ADA! ¿hija única de mi casa y de mi corazón?

Cuando te vi por última vez, tus juveniles ojos azules sonreían,

y luego nos separamos, -no como nos separamos ahora,

sino con una esperanza-.


CXV

¿Hija mía! con tu nombre ha comenzado este canto --

¡hija mía! con tu nombre también ha de terminar --

No te veo, -- no te oigo, -- pero nadie

puede estar tan compenetrado contigo como yo; tú eres la amiga

hacia quien se proyectan las sombras de mis años lejanos.

Aunque nunca pudieras contemplar mi rostro,

mi voz se irá mezclando con tus sueños futuros

y alcanzará tu corazón, -- cuando el mío esté yerto, --

un recuerdo y un guiño, desde la tumba de tu padre.


CXVI

Atender el desarrollo de tu mente, -- para seguir

el despertar de tus pequeñas alegrías, -- para sentarse y casi

verte crecer ante mis ojos, -- para observar cómo aprendes

a conocer los objetos, -- ¡que aún son maravillas para ti!

Para sostenerte suavemente sobre mis rodillas

y estampar en tu mejilla de seda un beso paternal.

Esto, al parecer, no estaba reservado para mí;

y, sin embargo, estaba en mi naturaleza: de cualquier modo,

no sé lo que hay allí, pero es algo parecido a esto.


CXVII

Pero, aunque el torpe Odio deba enseñarse como un deber,

yo sé que me amarás; aunque mi nombre

deba separarse de ti como un hechizo

todavía cargado de maldad, -- y un clamor roto;

aun cuando el sepulcro se cierre entre los dos; no importa,

sé que me amarás, aunque extraerte

mi sangre fuera un objetivo,

y un logro, -- todo sería en vano, --

aun así, me amarías, más allá de lo que la vida esconde.


CXVIII

Hija del amor, -- aunque nacida en la amargura

y criada en la aflicción. Estas fueron

las herramientas de tu padre, -- y tales y no menos

son las que te rodean, -- pero tu fuego

será más moderado y tu esperanza mucho más elevada.

¡Dulces sean tus acunados sueños! Sobre el mar,

y desde las montañas donde ahora respiro,

te lleva el viento tantas bendiciones,

como, con un suspiro, me habrías enviado tú.


CITAS


- En la primera pasión de su vida la mujer ama a su amante; en las demás ama tan sólo al amor.  
(Don Juan. Canto III).

- Nunca aconsejes a un hombre que desconfíe de una mujer con la que ya esté casado. Es demasiado tarde para él.

- Cuanto más conozco a los hombres, menos los quiero; si pudiese decir otro tanto de las mujeres me iría mucho mejor.

- El amor halla sus caminos, aunque sea a través de senderos por donde ni los lobos se atreverían a seguir a su presa.