CAPÍTULO XXXIX - MARY ELIZABETH FRYE

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CAPÍTULO XXXIX 

MARY ELIZABETH FRYE


 

Mary Elizabeth Clark Frye, poetisa, escritora, ama de casa y florista estadounidense.

Dayton, Ohio, 13-11-1905; Baltimore, 15-09-2004.

De lo poco que se conoce sobre su vida, se dice que a los tres años fue dada en adopción, y a los doce la familia se mudó a Baltimore.

El poema por el que es conocida Do not stand at my grave and weep, tuvo como origen la historia de Margaret Schwarzkopf, una joven judía que se hospedaba en casa de la familia de su esposo, y debido a las persecuciones de la Alemania nazi no pudo asistir a los últimos días de su madre.

El poema le ha dado la vuelta al mundo y aparece como epitafio en decenas de tumbas, incluso en versiones diferentes. Esta es una de ellas:



NO TE QUEDES A LLORAR SOBRE MI TUMBA - (Do not stand at my grave and weep).


No te quedes a llorar sobre mi tumba,

no estoy ahí, no duermo.

Soy mil vientos que soplan,

soy el brillo de diamante en la nieve.

Soy el rayo de sol sobre el grano maduro,

soy la lluvia suave del otoño.

Cuando despiertas en la quietud de la mañana,

soy la graciosa prisa de silenciosos pájaros

que se elevan en vuelos circulares.

Soy el tenue brillo de la estrella de la noche.

Estoy en las flores que se abren,

estoy en el silencio de la alcoba.

Estoy en los pájaros que trinan,

estoy en cada cosa amable.

No te quedes a llorar sobre mi tumba,

no estoy ahí. No he muerto.


En la década de 1990, Elizabeth Frye explicó y reclamó la autoría del poema que, hasta ese momento no era de dominio público.

La periodista Abigail Van Buren fue la encargada de demostrar su reivindicación.

CAPÍTULO XXXVIII - PHILIP FRENEAU

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 CAPÍTULO XXXVIII

PHILIP FRENEAU

 

Philip Morin Freneau, poeta, ensayista y editor estadounidense, conocido como el Poeta de la Revolución Americana. Los críticos lo consideran un precursor del Romanticismo.

New York, NY, 02-01-1752; Matawan, Montmouth County, New Jersey, 18-12-1832.

Hijo de una familia culta y adinerada que provenía de hugonotes franceses, fue educado inicialmente por profesores particulares y posteriormente enviado a la que luego sería Universidad de Princeton, donde se graduó a los 19 años. En el acto de clausura del año escolar se le concedió la distinción de declamar su poema The Rising Glory of America, escrito con la colaboración del escritor Hugh Henry Brackenridge.

Tras su graduación fue escritor, editor, ensayista, empleado oficial, comerciante y granjero.

Participó activamente en las luchas independentistas, se embarcó como oficial en una nave mercante y fue hecho prisionero por los británicos, quienes lo sometieron a múltiples torturas. Freneau dejó escrita la amarga experiencia de su encarcelamiento en el buque prisión Scorpion y el buque hospital Hunter, en su poema de cuatro cantos The British Prison-Ship.

Posteriormente fue director entre otros, de The New York Daily Adviser y más tarde de The National Gazette.

The House of Night, es uno de sus poemas más conocidos, aunque la mayoría de sus críticos lo consideran una obra menor con algunos pasajes brillantes y una agradable atmósfera romántica inspirada en la naturaleza.

Merecen mencionarse también sus poemas The Jamaica Funeral, Santa Cruz, The Wild Honey-Suckle, The Indian Burying Ground, On a Honey Bee, On The Death of Dr. Benjamin Franklin, y The Vanity of Existence.

En sus últimos años se había retirado a vivir en su residencia de Mount Pleasant, donde murió a causa de las múltiples fracturas ocasionadas por una caída en un estanque.


Sus cenizas reposan en el Cementerio Union Prospect de Matawan, New Jersey.

El epitafio dice:

El cielo levanta su portal eterno y ordena que los puros de corazón contemplen a su Dios.



EPITAFIO DE LA MUERTE

(Death’s Epitaph. From “The House of Night”)

(De La Casa de la Noche).


Enferma de dominio sobre la raza humana

la muerte aquí ha dejado sus fatigados huesos;

contempla sus comarcas de tierra devastada

y tasa los millones que calcinó su fuego.


“Lleva ya seis mil años mi reino soberano,

ha sido sólo mía la verdadera gloria;

sobre la faz del mundo tan sólo yo he reinado

y los reyes temblaron al toque de la hora.


Incomparable y vasta, la fama de mi genio

vuela como los dioses y blande su guadaña,

y juro en este instante por mi honor y los cielos

que el nombre de Alejandro no significa nada.


No se atreven las lanzas al paso de mi paso,

el mundo se doblega y acata mi sentir;

si el poderoso Julio murió bajo mi mano

son Césares y esclavos lo mismo para mí.”


No busques, caminante, sus más nobles trofeos

en bóvedas oscuras de moribundas flores;

en todo el mar profundo y en el terrestre imperio

sus fieros enemigos se cuentan por millones.



EL CEMENTERIO INDIO

(The Indian Burying Ground).


A pesar del decir de los que saben,

sostengo mis antiguas opiniones;

la postura que damos a los muertos,

revela el sueño eterno de sus almas.


No fue así con los Indios de estas tierras -

liberados que fueron de la vida,

de nuevo están sentados con sus pares,

y de nuevo comparten el festín.


Aves soñadas, cuenco coloreado,

y venado, para un aviado viaje,

nos indican del alma la natura,

el frenesí, que no sabe de pausas.


Su arco doblado, para el tiro listo,

la cabeza de piedra de sus flechas,

sólo nos muestran que la vida pasa,

no las viejas ideas que se han ido.


Tú, forastero, que hasta aquí te acercas,

no injuries la memoria de estos muertos -

Observa el túmulo grandioso y di:

Ellos no yacen, pero aquí se sientan.


Aquí aún queda una elevada roca,

donde el ojo curioso hallará indicios

(hoy desechos, a medias, por las lluvias)

de los sueños de más valientes razas.


Aquí sigue soñando un olmo viejo;

bajo su larga sombra protectora

(que el buen pastor admira todavía)

¡los niños de este bosque ayer jugaban!


Hay una reina con frecuencia inquieta

(pálida Saba de trenzados bucles)

que muchos India ven de formas crueles

para enfrentar a quien allí se quede.


Bajo altas lunas, húmedos rocíos;

habituado a los ritos de la caza,

aún el cazador persigue al ciervo,

y ciervo y cazador ¡son una sombra!


Y verá la medrosa fantasía

al Jefe Indio y su punzante lanza,

y el Yo de la Razón habrá de hincarse

en medio de penumbras y delirios.

CAPÍTULO XXXVII - SAM WALTER FOSS

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 CAPÍTULO XXXVII

SAM WALTER FOSS

 

Samuel Walter Foss, poeta, periodista, humorista y bibliotecario estadounidense.

Candia, New Hampshire, 19-06-1858; Somerville, Massachusetts, 26-02-1911.

 

Perdió a su madre a los cuatro años y creció trabajando con su padre en la granja familiar.

Se recibió en la Portsmouth High School de New Hampshire y luego en 1882 obtuvo su licenciatura en la Universidad de Brown.

A pesar de que la mayoría de los críticos lo han considerado un poeta menor, Foss fue un escritor prolífico que reflejó de manera sencilla la cotidianidad de su época, el humor, los valores culturales y su fe en el destino de la humanidad.

Sus poemas, optimistas y representativos de la cultura tradicional, así como sus columnas y conferencias, fueron inmensamente populares en su época.

Desde muy joven escribió para diversas publicaciones, incluidas las exitosas revistas de humor Puck y Judge.

Durante algún tiempo publicó una columna semanal de humor en el Saturday Union de Lynn, del que llegó a ser propietario y editor.

En 1887 se mudó a Boston, donde escribió en el Yankee Blade y en el Boston Globe.

En 1898 empezó a trabajar como bibliotecario en la Biblioteca Pública de Somerville, a la que dedicó el resto de su vida.

Como bibliotecario, envió colecciones móviles a escuelas, fábricas y hospitales. A partir de 1909, escribió para el Christian Science Monitor una columna llamada The Library Alcove.

La mayor parte de sus colecciones en verso fue publicada en la última década del siglo XIX y primera del siglo XX. Estas son las más conocidas:

Back Country Poems, Whiffs from Wild Meadows -que incluye The Coming American, otro de sus famosos poemas-, Dreams in Homespun, Songs of War and Peace, The Song of the Library Staff y Songs of the Average Man.

Alrededor de 1886 se casó con Carrie Marie Conant, hija de un pastor metodista. Tuvieron dos hijos, Saxton en 1888 y Mary Lillian (Molly) en 1893. Saxton murió en Francia a causa de las heridas ocasionadas en combate durante la Primera Guerra Mundial.

Después de luchar durante dos años con una extraña enfermedad, Sam se internó en un hospital donde escribió su último artículo Optimism, y su último poema The Trumpets, justo antes de una operación que no consiguió salvarle la vida. La última estrofa de The Trumpets nos recuerda esta, última del Retrato del poeta Antonio Machado:


“Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar”.



LAS TROMPETAS - Última estrofa. (The Trumpets)


Y de pronto, un extraño barquero está aquí con su barca,

y me toma, y rema, rema lento y silencioso;

¡Pero, mis trompetas! ¡mis trompetas! resuenan en la oscuridad,

las trompetas están llamando – yo acudo.


Sus restos reposan en el North Burial Ground de Providence, Rhode Island. El epitafio se tomó del título de su poema más conocido:


La casa al lado del camino.



LA CASA AL LADO DEL CAMINO

(The House by the Side of the Road)

                                                                                           Fue amigo del hombre, y vivió

                                                                                          en una casa al lado del camino.

                                                                                    Homero. 


Hay almas ermitañas que viven retiradas

en el espacio de su propio silencio;

hay almas que viven aisladas, como estrellas

en un firmamento solitario;

hay almas pioneras que señalan senderos

donde nunca hubo autopistas--

pero dejadme vivir al lado del camino

 y ser amigo del hombre.


Dejadme vivir en una casa al lado del camino
donde vea pasar la raza humana--
los buenos y los malos,
tan buenos y tan malos como yo.
No me sentaré en la silla del villano
ni impondré la censura del cínico--

dejadme vivir en una casa al lado del camino
y ser amigo del hombre.


Desde mi casa al lado del camino,
al lado de la autopista de la vida,
veo a los hombres que abrazan con la pasión de la esperanza,
y a los que desfallecen en la lucha,
pero no me alejo de sus sonrisas y sus lágrimas,
ambas son parte de un plan infinito--
dejadme vivir en una casa al lado del camino
y ser amigo del hombre.


Sé que hay praderas junto a arroyos alegres,
y montañas de empinadas pendientes;
donde el camino muere sobre la tarde larga
y avanza hasta la noche.
Y aun me alegro con viajeros risueños
y lloro con extraños que lloran,
y no vivo en mi casa al lado del camino
como un hombre solitario.


Dejadme vivir en mi casa al lado del camino,
donde vea pasar la raza humana--
los buenos, los malos, los débiles, los fuertes,
los sabios, los tontos -- y yo.
Entonces ¿por qué debo sentarme en la silla del villano,
o imponer la censura del cínico?
Dejadme vivir en mi casa al lado del camino

y ser amigo del hombre.



CITAS


- No busques fuentes más frescas en otra parte, simplemente deja caer tu balde donde estás.


- Esparce alegría en los senderos de los hombres; no volverás a pasar por ese camino.

CAPÍTULO XXXVI - WILLIAM FAULKNER

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 CAPÍTULO XXXVI

WILLIAM FAULKNER

 

William Cuthbert Faulkner, novelista, cuentista y poeta estadounidense.

New Albany, Mississippi, 25-09-1897; Byhalia, Mississippi, 06-07-1962.

 

Era el mayor de cuatro hermanos de una familia sureña de clase media. A sus cinco años la familia se estableció en Oxford, donde vivió el resto de su vida, con algunas interrupciones.

Su madre Maud y su abuela materna Leila Butler, lectoras asiduas, amén de pintoras y fotógrafas, influyeron de manera definitiva en el desarrollo de su imaginación artística y literaria; y Caroline “Callie” Barr, la nana afrodescendiente que lo crio desde sus primeros años, fue importante para resolver las preocupaciones de los personajes de sus obras en temas de sexualidad y de raza.

Sus novelas narran los conflictos de la sociedad sureña que lo vio crecer, y poseen una novedosa y contundente fuerza narrativa que lo llevó a ser considerado uno de los novelistas más sobresalientes de la literatura del siglo XX.

En 1929, tres años después del poco éxito de su primera novela, Soldiers’ Pay, empezó con Sartorius su serie ambientada en el condado ficticio de Yoknapatawpha, a la que siguieron entre otras Sanctuary, cuyo éxito le permitió trabajar como guionista en Hollywood, oficio que le habría de reportar notables mejoras en su situación financiera, y The Sound and the Fury, que la crítica entendió como su madurez literaria.

Entre sus otras novelas destacan As I Lay Dying, Light in August, ¡Absalom, Absalom!, The Wild Palmes, Go Down Moses, The Mansion, y las dos que le merecieron el Premio Pulitzer, A Fable y The Reivers, en 1955 y 1963 respectivamente.

A Fable, además, le significó ganar de nuevo en 1955 el Premio Nacional del Libro, que ya había obtenido en 1951 con Collected Stories.

En 1929 se casó con Lida Estelle Oldham, recién divorciada del abogado Cornell Franklin y con dos hijos. Estelle había sido su amor de juventud que había regresado a Oxford dos años antes desde el Lejano Este.

Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1949, por su celebrada novela Sanctuary.

Murió en el sanatorio de Wright, Byhalia, cerca del pueblecito de Oxford, donde residió y escribió desde su matrimonio con Estelle Oldham.

En su tumba del Cementerio de San Pedro en Oxford, Mississippi, se lee:


Amado

Ve con Dios.


En el Rincón de los Poetas de la Catedral de San Juan en New York, hay un cenotafio con una inscripción de su novela Go Down, Moses:


La Verdad es una. No cambia.



COLINAS DE MISSISSIPPI: MI EPITAFIO. - (Mississippi Hills: My Epitaph).


Lejanas colinas azules, donde me he deleitado,

donde la primavera pasa con pies de plata y manto de cornejos,

cantando al oído el Amante del pájaro azul

mientras me acerco al vislumbrado final del camino.


Que esta boca suave, moldeada para la lluvia,

no sea sino un dolor dorado entre todos los dolores,

y estos verdes bosques sigan soñando aquí para despertar

dentro de mi corazón cuando yo vuelva.


¡Volveré! ¿Cómo puede haber muerte

mientras allá arriba, en esas azules y adormecidas colinas

esté enraizado como un árbol? Aunque esté muerto,

esta tierra que me cubre encontrará mi aliento.


El árbol herido no tiene un verde nuevo, que llore

los años dorados que gastamos para comprar tristeza.

Que sea esta mi condena, si olvido

que aún hay primavera para agitar e interrumpir mi sueño.



CITAS


- La sabiduría suprema consiste en tener sueños suficientemente grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.


- Se puede confiar en las malas personas; no cambian jamás.


- El pecado, el amor y el miedo, son sólo los sonidos que las personas que nunca pecaron ni amaron ni han sentido miedo, pronuncian pensando que saben lo que significan.


- La inteligencia es la capacidad de aceptar el entorno.


- La vida es un camino sin retorno.