CAPÍTULO XLIII - DAVID GRAY

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CAPÍTULO XLIII

DAVID GRAY

 

Poeta escocés, primogénito entre ocho hermanos.

Merkland, Kirkintilloch, 29-01-1838; id., 03-12-1861.

Merkland era entonces un pequeño pueblo a unos trece kilómetros de Glasgow, a orillas del Luggie, un apacible arroyo que influyó de manera importante en el tono y la belleza de su poesía.

Leamos unas líneas de la semblanza que sobre Gray hace Robert Williams Buchanan en The Cornhill Magazine (Vol IX, January to June, 1864):

… En el taller, un padre (David Gray), una hija y sus hijos trabajan todo el día en el telar. En la cocina, una matrona escocesa hermosa y alegre (Anne Coggie) se afana cual ama de casa ahorrativa y lleva al resto de la familia a su lado durante las comidas. Durante todo el día se escucha en el taller el suave zumbido del telar; pero cuando llega la noche, se abren puertas misteriosas y la familia se retira a dormir en extraordinarios rincones de murales.

En esta humilde casa, David Gray, el tejedor del telar manual, ha residido durante más de veinte años y logró criar a una familia de ocho hijos, cinco niños y tres niñas.

… Simpatizaba con mucho de lo elevado, noble y verdadero de la poesía, y con mucho de lo absurdo y suicida del poeta. Llevó la simpatía al más alto nivel de entusiasmo; derramó lágrimas por los recuerdos de Keats y Burns.

… Admiraba los extremos, desde Rabelais hasta Tom Sawyer.

… David Gray no será olvidado tan pronto por aquellos que pueden perdonar la ambición, hacer concesiones a la juventud y simpatizar con el dolor.

Hizo sus primeros estudios en la escuela municipal de Kirkintilloch y, con mucho esfuerzo, alcanzó a completer un ciclo de cuatro cursos académicos en la Universidad de Glasgow.

A pesar de la insistencia de sus padres por convertirlo en ministro de la Iglesia Libre, prefirió colaborar en la página poética del Glasgow Citizen, que publicó sus primeros poemas, y posteriormente decidió dedicarse a la literatura. Había leído cuanto cayó en sus manos, desde Chaucer hasta Tennyson.

Su más cercano amigo de esa época seguía siendo su compañero de estudios, poeta, novelista y dramaturgo Robert Williams Buchanan, y en mayo de 1860 los dos se aventuraron a viajar a Londres con la idea de hallar un empleo en el campo literario.

Gray se presentó a Richard Monckton Milnes, primer barón de Houghton, político, poeta e influyente y desinteresado mecenas literario inglés, con quien había mantenido correspondencia. Esa amistad resultó definitiva y providencial para Gray durante su corta vida.

De hecho, Lord Houghton estimuló el conocimiento de la obra literaria de Gray, escribiendo el prólogo de The Luggie, tal vez su obra más conocida, junto a la serie de 30 sonetos titulada In the Shadows.

Adicionalmente, cuando un resfriado contraído probablemente en su primera noche en Londres, se fue complicando paulatinamente hasta convertirse en una grave enfermedad pulmonar, la mano salvadora de Lord Houghton le facilitó los recursos para pasar una temporada en un clima más benigno en el sur de Inglaterra.

A medida que la enfermedad progresaba, Gray sintió la necesidad de regresar a su natal Merkland, a donde llegó en enero de 1861. Presintiendo su fin, se dedicó entonces a escribir sus sonetos In the Shadows. “No quedan para el mundo (¡pensamiento salvaje!), sino como el simple, posible, triste y único legado que puedo dejar a quienes he amado y me aman”, escribió.

Una de sus mayores amarguras era no vivir para ver la impresión de sus sonetos. El dos de diciembre le llevaron una hoja de muestra. Miró larga y detenidamente la página impresa. “Buena noticia”, dijo.

Al día siguiente, su vida llena de sueños, breve y dolorosa, se apagó tranquilamente cuando apenas iba a cumplir 24 años.

Poco después de su muerte, The Luggie and Other Poems fue publicado en un pequeño volumen, con una introducción de Lord Houghton y un breve recordatorio.

Su cuerpo, de acuerdo con la vieja tradición escocesa fue llevado a mano al Cementerio de la Iglesia Auld Aisle, en Kirkintilloch, a poca distancia de la casa del tejedor.

El epitafio, escrito por su amigo de todas las horas, Lord Houghton, dice:


Este monumento de

Afecto, Admiración y Pesar,

es erigido a

DAVID GRAY,

el poeta de Merkland,

por amigos lejanos y cercanos,

deseosos de que su tumba

sea un homenaje a su genio excepcional

y un recuerdo de su temprana muerte,

y para proclamarlo

como uno de los valores más ilustres

de la poesía escocesa.


Sus últimas palabras: Dios tiene amor y yo tengo fe.

Entre sus papeles fue encontrado el siguiente epitafio, escrito dos meses antes de su prematura muerte: 


MI EPITAFIO - (My Epitaph)

Aquí descansa uno cuyo nombre fue escrito en la arena.

Murió, sin saber que había venido a vivir:

Murió mientras la primera conciencia de la hombría

hacia una doncella electrizó su alma,

ligeros latidos en el cáliz de la rosa.

Desconcertado lector, pasa sin un suspiro

en un respetuoso lamento. Hay vida con Dios,

en otro reino con un aire más dulce.

En el Edén todas las rosas florecen. Amén. 


CITAS

- A quien los dioses aman, muere joven.

- Soy un poeta, que no quede ninguna duda.