CAPÍTULO LXXIII - SYLVIA PLATH
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CAPÍTULO LXXIII
SYLVIA PLATH
Sylvia Plath Hughes, poetisa y novelista estadounidense.
Boston, Massachussets, 27-10-1932; Londres, 11-02-1963.
Su padre era profesor de biología y alemán en la Universidad de Boston, y su madre era profesora de inglés y alemán. Ambos eran de ascendencia alemana. En 1940 la diabetes acabó con la vida de su padre y la familia decidió mudarse a Wellesley.
Sylvia Plath
escribió su primer poema a los ocho años. A los diecisiete, al terminar su High
School en el Instituto de Wellesley, publicó su primer texto en la revista Seventeen Magazine, un relato corto titulado
And summer will not come again.
En 1950 ingresó al Smith College de Northhampton y en 1952
publicó en la revista universitaria Mademoiselle,
la que sería su primera historia premiada, Sunday
at the Mintons.
Estudiante
brillante, se graduó con honores y ganó una beca Fulbright para estudiar en
Cambridge, donde conoció al poeta Ted Hughes. Dos días después, Sylvia escribió
y le dedicó Pursuit, un poema, según ella, “sobre las oscuras fuerzas de
la lujuria”.
Se casaron en
1956, tuvieron dos hijos y se separaron 6 años después, aparentemente por las
infidelidades de Ted.
Su libro The
Collected Poems le mereció ser la primera en ganar un Pulitzer post
mortem en 1982.
The Bell
Jar, de corte
autobiográfico, es su única novela, publicada bajo el seudónimo de “Victoria
Lucas”.
Los críticos ubican la obra de Plath dentro de la llamada poesía confesional.
Con apenas 30
años, agobiada por dificultades económicas, depresiones, desórdenes mentales y
su temprana tendencia al suicidio, acostó a sus hijos y se asfixió abriendo la
llave de gas de la cocina.
Sus restos reposan en el Cementerio de la
Iglesia de Heptonstall, Yorkshire, Inglaterra. El epitafio dice:
Aún entre voraces llamas
puede plantarse el loto dorado.
De acuerdo con Ted
Hughes, el epitafio es una cita del Bhágavad-guitá (Majábharata), pero en
realidad proviene del libro Monkey, un clásico de la literatura china
del siglo XVI, del escritor Wu Ch’Eng-En.
En el Rincón de los Poetas de la Catedral de San
Juan en New York, un cenotafio honra su memoria con un verso de su poema La luna y el tejo:
Esta es la luz de
la mente, fría y planetaria.
PERSECUCIÓN
- (Pursuit)
Desde el fondo
de los bosques tu imagen me persigue.
(Dans le fond des forêts votre image me suit).
Jean Racine.
Un
leopardo negro me persigue
y
finalmente un día me matará;
su
codicia los bosques ha incendiado,
más
señorial que el sol es su acechanza.
Su paso
se desliza suavemente,
y avanza
sin reposo a mis espaldas;
y en la
cicuta grajos agoreros
graznan.
¡Esto es la caza! ¡Trampa lista!
Malherida,
camino por las rocas
bajo el
ardiente sol del mediodía.
Entre la
roja red de sus arterias
¿Qué
fuego corre? ¿Qué ansiedad despierta?
Insaciable,
escudriña entre la tierra
condenada
por faltas ancestrales,
grita:
sangre, dejad que corra sangre.
La carne
ha de saciar su boca herida.
Afilados,
los dientes carniceros,
suave el
pelaje de quemante furia;
sus besos
arden, zarzas son sus garras,
la
perdición consuma ese apetito.
En el
sendero del feroz felino,
para su
dicha, ardiendo como antorchas,
hay
mujeres quemadas, renegridas,
carnada
apenas de su cuerpo hambriento.
Las
colinas amagan, gestan sombras;
la
medianoche cubre la arboleda;
el negro
predador, de amor inflado,
sobre
gráciles ancas, va a mi ritmo.
Tras la
visión borrosa de mis ojos
acecha el
ágil; y sus garras fieras
en la
emboscada de los sueños brillan,
y el
hambre, el hambre de sus muslos tensos.
Su ardor
me atrapa, enciende la arboleda,
salgo
corriendo con la piel en llamas;
¿qué
bonanza, qué paz puede cubrirme
de esos
ojos de fuego que me queman?
Le arrojo
el corazón para frenarlo,
para
saciar su sed malgasto sangre;
devora,
pero nunca es suficiente,
impone el
absoluto sacrificio.
Su voz me
aborda, me produce un trance,
el bosque
se derrumba hecho cenizas;
consternada
por un secreto anhelo,
huyo de
la embestida de su brillo.
Ingresando
a la torre de mis miedos,
cierro
mis puertas a la oscura culpa,
aseguro
la puerta, cada puerta,
y hay
estruendo de sangre en mis oídos:
El
leopardo está en las escaleras,
y las
viene subiendo a paso firme.