CAPÍTULO XVI - JOHN CLARE

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 CAPÍTULO XVI - JOHN CLARE


JOHN CLARE

 

Poeta inglés de la Escuela Romántica, llamado el “poeta campesino”.

Helpston, Cambridgeshire, 13-07-1793; Asilo de Northampton, 20-05-1864.


Hijo de un campesino, empezó a trabajar a los siete años en granjas locales por lo cual tuvo un acceso limitado a los libros y su formación fue básicamente autodidacta. Sin embargo, sus padres estimularon su temprana vocación poética, notablemente influenciada por el poeta escocés James Thomson. En el amor tuvo una desilusión temprana que lo marcó durante mucho tiempo, debida al rechazo de Mary Joyce, hija de un próspero granjero.


En 1820 apareció su primer libro Poems Descriptive of Rural Life and Scenery, que causó algún revuelo y le dio cierta notoriedad. Ese mismo año contrajo matrimonio con Martha Turner, la “Patty of the Vale” de sus poemas e hija de un granjero del vecindario. Al año siguiente apareció su segundo volumen de poemas The Village Minstrel, con menos éxito que el primero. El tercero, The Shepherd’s Calendar: With Village Stories and Other Poems vio la luz seis años más tarde y aunque la crítica lo consideró mucho mejor que los anteriores, tampoco tuvo mayor éxito. Lo mismo sucedió en 1835 con su último libro The Rural Muse, pese a los elogios de los entendidos. 

Su situación económica era crítica y empezó a padecer fuertes miedos y delirios. A finales de 1841 se le diagnosticó demencia y pasó los últimos 23 años de su vida en el Asilo de St. Andrew’s, escribiendo, con un impulso lírico extrañamente inextinguible, lo mejor de su poesía.


Su redescubrimiento en el siglo XX empezó en 1908 con una selección de Arthur Symons, proceso que posteriormente continuaron Edward Thomas y Edmund Blunden.

Sus últimas palabras: Quiero ir a casa.


De acuerdo con su última voluntad sus restos reposan en la Iglesia de San Botolph en su nativa Helpston.

El epitafio dice:


                          El poeta nace, no se hace.    


En 1989 Clare fue honrado con una placa en el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster. Allí se lee:


Los campos eran la esencia del canto.


En su natal Helpston hay un monumento en su honor con inscripciones de algunos de sus poemas:


Lado este:

De su poema To John Milton en Rural Muse:


El bardo jamás halla su gloria

donde se ven las flores diarias del verano,

la encuentra en el invierno cuando deja

tan solo un laurel verde;

el tiempo de ese árbol eterno,

tejerá una corona para honrarte.


Lado norte:

La última estrofa de su poema Genius en The Rural Muse:


El sepulcro puede cuidar su polvo mortal,

donde reposan tumbas y cenizas:

La muerte sólo recogerá la cosecha del Tiempo,

porque el genio no puede morir.


Lado oeste:

De A Wish, su Soneto XXI en The Rural Minstrel:


Concédeme un deseo, ir donde quiero, ser yo,

volver atrás, vagar, morir en casa,

entre mis más cercanos dejar mi último aliento,

y en el cementerio yacer con los que amo.

 


LAS TUMBAS DE LOS NIÑOS - (Graves of infants)

 

Las tumbas de los niños son huellas de los ángeles,

donde duermen diamantes de brillo virginal;

no precisan de llantos porque el Señor, su Padre,

los lleva hasta su seno desde el dolor del mundo:

Su vida fue un capullo y una flor su final.


Sus espíritus forman celestial arcoiris

y su feliz ocaso no reclama plegarias.

Se ha marchitado el brillo de sus ojos azules

y tímidas corolas en lágrimas de estío

perfuman su silencio cuando suspira el viento.


Sus vidas fueron sólo fugaz lluvia ligera

que acarició las flores como risueño llanto

y fue su muerte apenas en el carmín del cielo

un pálido rocío que sobre virgen rosa

pasó como pasaba la brisa del verano.


Llegaron y se fueron, no dejaron suspiros,

y el astro rey celebra sonriente su partida.

De nada se lamentan los niños cuando mueren;

no hay rezos ni rosarios, son flores sus dolientes,

y es la Madre Natura su toque de difuntos.



EL AMOR VIVE MÁS ALLÁ DE LA TUMBA - (Love lives beyond the tomb)


El amor vive más allá de la tumba,

de la tierra, que se desvanece como el rocío.

Amo lo entrañable,

la fidelidad, y la verdad.


El amor vive de sueños,

de la felicidad de las noches placenteras;

puede ser llanto el rocío de la víspera

pero el amor siempre es dulce.


Se ve en las flores,

en las gotas nacaradas del anochecer,

sobre las verdes horas de la tierra,

y en el azul eterno de los cielos.


Se oye en la primavera,

con su brillo de sol, cálido y amable,

sobre las alas de los ángeles,

trayendo amor y música en el aire.


¿Y dónde está la voz,

tan joven, tan hermosa, tan dulce

como una elección de la naturaleza,

donde se encuentran la primavera y los amantes?


El amor vive más allá de la tumba,

de la tierra, las flores y el rocío.           

Amo lo entrañable,

la fidelidad, la juventud, y la verdad.



CITAS


- ¿Y qué es la vida? Un reloj de arena en la carrera.


- Lo salvaje es mi escena.

CAPÍTULO XV - RAYMOND CARVER

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 CAPÍTULO XV - RAYMOND CARVER


RAYMOND CARVER


 

Raymond Clevie Carver, escritor, poeta, cuentista y ensayista estadounidense.

Clatskanie, Oregon, 25-05-1938; Port Angeles, Washington, 02-08-1988.


Era hijo de una camarera, Ella Beatrice, y su padre Clevie Raymond Carver trabajaba en un aserradero de Arkansas, y era también pescador.

Después de graduarse en 1956 Carver trabajó con su padre en un aserradero de California.


En junio de 1957, a los 19 años, se casó con Maryann Burk, de 16, quien acababa de graduarse de una escuela episcopal privada para niñas. En diciembre de 1957 nació su primera hija, Christine La Rae. Un año después, nació su primer hijo, Vance Lindsay. Para mantener a su familia Carver trabajó como repartidor, conserje y asistente de biblioteca, mientras Maryann trabajaba como vendedora, mesera, asistente administrativa y maestra de inglés de secundaria.


Su interés por la escritura empezó cuando asistía a la Universidad Estatal de California, por lo que se inscribió en un curso de escritura creativa impartido por el novelista John Gardner, quien se convirtió en su mentor y tuvo una gran influencia en su carrera y en su vida.

En 1961 publicó su primer cuento The Furious Seasons.


Mientras continuaba sus estudios de escritura en la Universidad Estatal de Humboldt, trabajó como editor de la revista literaria Toyon, donde publicó algunas de sus propias historias.

En 1960 la familia se trasladó a Sacramento en cuya Universidad dio clases de literatura, y talleres junto al poeta Dennis Schmitz, cuya amistad fue importante para la publicación de Near Klamath, su primer libro de poemas.

Alcanzó los primeros reconocimientos como escritor en 1976 con su colección de cuentos Will You Please Be Quiet, Please?


Entre junio de 1976 y marzo de 1977 fue hospitalizado tres veces debido a sus problemas de alcoholismo que, además, provocó daños irreparables en su matrimonio.

A mediados de 1977 comenzó lo que llamaría su “segunda vida”: Con la ayuda de Alcohólicos Anónimos dejó de beber, aunque continuó con dosis moderadas de marihuana y cocaína.

En noviembre de ese año, en una conferencia de escritores en Dallas, conoció a la poetisa Tess Gallagher.

Tess montaba a caballo, usaba sombreros exóticos, cantaba baladas en gaélico. Conocía los demonios del alcohol, educada por su padre y sus ex maridos. Pero enamorada de este hombre corpulento y desaliñado que escribía tales historias, sintió "como si mi vida hasta entonces hubiera sido simplemente un ensayo para conocerlo", cuenta el portal The Attic en When Tess and Ray talked about love.

Desde enero de 1979 vivieron juntos sucesivamente en El Paso, Tucson y Siracusa, donde compraron una casa. En esta última ciudad Tess fue nombrada Coordinadora el programa de escritura creativa de la Universidad de Siracusa y Raymond profesor en el departamento de inglés.

En 1982 Raymond y Maryann se divorciaron.


Además de varios libros de poesía y relatos sobre la cotidianidad, en 1981 apareció What We Talk About When We Talk About Love y en 1984 Cathedral.

Sus relatos minimalistas en un lenguaje árido y ausente de metáforas impusieron un estilo que la crítica llamó Realismo sucio.

Después de grandes dificultades económicas recibió en 1983 un premio de la Academia Norteamericana de Artes y Letras que le permitió dedicarse con tranquilidad a la escritura.


A mediados de 1987, Carver comenzó a toser y escupir sangre. Había ganado la batalla contra el alcoholismo, pero no pudo dejar de fumar. Luchó contra su destino durante un año, escribiendo y dando lecturas en las que jadeaba tanto como hablaba. En junio de 1988, Tess y Raymond compraron anillos y volaron a Reno para casarse. Ella ganó a lo grande en la ruleta y se maravillaron de su suerte, suerte por un día, suerte por el tiempo que pasaron juntos. Llamó a esos diez años “miel sobre hojuelas”.

Dos meses después, confinado a una cama de hospital en su casa, Carver se quedó despierto una noche con un amigo. Al amanecer, Tess lo encontró respirando lentamente. Lo abrazó mientras moría. Tenía apenas cincuenta años. Fue enterrado en el Cementerio Ocean View de Port Angeles. El epitafio transcribe su poema Late Fragment, que había dedicado a su amada Tess:




FRAGMENTO FINAL - (Late fragment)

Y, aun así,

¿lograste lo que querías de esta vida?

Sí.

¿Y qué querías?

Decir que soy amado, sentirme

amado sobre la tierra.



ESPERANDO - (Waiting)

Dejas la autopista y bajas la colina.
Abajo, giras a la izquierda.
Sigues por la izquierda.
La carretera hará una Y.
De nuevo a la izquierda.
Hay un riachuelo. Mantén el rumbo.
Justo antes de que termine esa carretera,
verás otra. Coge ésa y no otra.
De lo contrario,
arruinarás tu vida para siempre.
Hay una casa de troncos
con un techo frágil, a la izquierda.
No es esa. Es la siguiente,
justo sobre una colina.
La casa con los árboles cargados de frutas.
Donde crecen floxes, forsitias y caléndulas.
Es la casa donde una mujer
sigue en la puerta,
sus cabellos al sol.
La que ha estado esperando
todo este tiempo.
La mujer que te ama.
La que tal vez te diga,
“¿Dónde estabas?”

 

 

PARA TESS - (For Tess)


Afuera en el Estrecho el agua hace olas de espuma,
como dicen aquí. Hay mal tiempo, me alegra
no estar afuera. Feliz porque pasé el día pescando
en Morse Creek, lanzando una nueva caña roja,
una y otra vez. No pesqué nada. Ni una
picada, nada. Pero estuvo bien. ¡Fue divertido!
Llevé la navaja de tu padre y por un rato
me siguió un perro que su dueño llamaba Dixie.

A ratos me sentía tan feliz que tenía que dejar de pescar.
Una vez me recliné en la orilla con los ojos cerrados,
a escuchar el sonido del agua
y el viento en lo alto de los árboles. El mismo viento
que sopla en el Estrecho, pero también un viento diferente.
Por un momento incluso me permití imaginarme muerto,
y eso estuvo bien, al menos por un par
de minutos, hasta que me invadió la realidad: Muerto.

Mientras estaba allí reclinado con mis ojos cerrados,
justo después de haber imaginado qué pasaría
si de hecho nunca volviera a levantarme, pensé en ti.
Entonces abrí los ojos y me levanté
y volví a ser feliz.
Te lo agradezco, ¿sabes? Quería decírtelo.


MIEDO - (Fear)

Miedo a ver un coche de la policía llegar a la entrada de mi casa.
Miedo a quedarme dormido por la noche.
Miedo a no conciliar el sueño.
Miedo a que el pasado regrese.
Miedo a que el presente alce el vuelo.
Miedo al teléfono que suena en el silencio de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
 
¡Miedo a la aseadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no lo crea.
Miedo a los perfiles psicológicos.
 
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a lo que escriban mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre en su vejez, y cuidarla.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertar para descubrir que te has ido.
 
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo a que lo que amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
Ya he dicho eso.

 

 

EL POEMA QUE NO ESCRIBÍ - (The poem I didn’t write)

Aquí está el poema que iba a escribir
más temprano, pero que abandoné
porque oí que te movías.
Estaba pensando otra vez
en aquella primera mañana en Zúrich.
Cómo nos despertamos antes de que saliera el sol.
Desorientados por un momento. Nos asomamos
al balcón que miraba al río y a la zona vieja de la ciudad.
Simplemente estábamos allí, en silencio.
Desnudos. Viendo cómo se iluminaba el cielo.
Tan conmovidos y felices. Como si
nos hubieran puesto allí
justo en ese momento.

CAPÍTULO XIV - LORD BYRON

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 CAPÍTULO XIV - LORD BYRON


LORD BYRON

 

George Gordon Noel Byron, poeta romántico y satírico británico, uno de los más celebrados de la literatura inglesa.

Londres, 22-01-1788; Missolonghi, Grecia Occidental, 19-04-1824.


Byron nació en el seno de una familia de la aristocracia británica, hijo del apuesto y libertino Capitán John “Mad Jack” Byron y su segunda esposa, Catherine Gordon, una heredera escocesa.

Descendía por línea materna de Jacobo I, rey de Escocia, y sus ancestros paternos eran conquistadores normandos. Quedó huérfano de padre a los tres años.

En 1798, al morir su tío abuelo William, quinto barón Byron, George Gordon heredó el título, las propiedades y unas cuantas deudas.


Fue educado en el colegio de Harrow y en el Trinity College de Cambridge, y con apenas 18 años publicó su primer libro de poemas Hours of Idleness, que no fue muy bien recibido por la crítica y generó su corrosiva sátira English Bards and Scotch Reviewers que le ganó un discreto lugar en el mundo literario. Su consagración llegó en 1812 con la publicación de los dos primeros cantos de su poema narrativo Childe Harold’s Pilgrimage, especie de memorias de su reciente viaje por España, Portugal, Italia, Albania, Grecia y Turquía. El héroe del poema, Childe Harold, evidentemente está basado en elementos autobiográficos, recreados y aumentados para configurar lo que sería el típico héroe byroniano, caracterizado por la rebeldía frente a la moral y las convenciones sociales establecidas.


En 1815 se casó con Anne Isabella Milbanke, con quien tuvo una hija, Augusta Ada King, Condesa de Lovelace. Byron se separó de su esposa al año siguiente, un mes después del nacimiento de Ada y abandonó Inglaterra para siempre cuatro meses después, rechazado por la sociedad inglesa debido a su conducta libertina, y especialmente por los continuos rumores sobre sus relaciones incestuosas con su media hermana Augusta, y pasó el resto de sus días viajando por Europa, en medio de los escándalos de su vida turbulenta.

Ada se casó en 1835 con William King-Noel, primer conde de Lovelace, y fue una sobresaliente matemática y escritora británica.


En abril de 1816, en Suiza, a donde había llegado procedente de Bélgica, Byron convivió con el poeta Percy Bisshe Shelley y sostuvo relaciones amorosas con Claire Clairmont, con quien posteriormente tuvo una hija, Clara Allegra Byron, nacida en 1817 en Bath, Inglaterra. La niña vivió inicialmente con su madre, la media hermana de su madre, Mary Shelley, y su esposo el poeta Percy B. Shelley. Cuando tenía quince meses fue entregada a Byron quien la alojó con familias de acogida y finalmente en un convento católico donde murió a los cinco años, probablemente de tifo.

Ese año, durante los cuatro meses que pasó en Lake Geneva, compuso The Prisoner of Chillon y el tercer canto de Childe Harold, antes de empezar su recorrido por Italia.


A mediados de 1817, Byron terminó en Ferrara el cuarto canto de Childe Harold y durante el resto del año escribió The Lament of Tasso, Manfredo, Beppo, Mazzepa, y empezó el Don Juan.

Childe Harold le permitió sostener correspondencia con Goethe, quien diría de él que se trataba de “el primer talento de su siglo”.

Tras una estancia en Génova, Byron se trasladó a Venecia, donde inició, en 1819, una nueva y turbulenta relación amorosa con Teresa Gamba, Condesa Guiccioli, y llevó una vida licenciosa y salpicada de escándalos.

La condesa Guiccioli se había casado tres días antes de conocer a Byron, con el diplomático Alessandro Guiccioli, cincuenta años mayor que ella. Vivió con Byron como su esposa de hecho, primero en Ravenna y luego en Génova hasta 1823, mientras el poeta escribía los primeros cinco cantos del Don Juan, donde recrea las andanzas del personaje sevillano por varias naciones europeas. En total, el extenso poema consta de diecisiete cantos escritos en octavas reales. Los críticos la incluyen entre sus mejores obras.

A fines de 1821 Byron ya había terminado Marino Faliero, Sardanapalus, Cain, y había empezado Heaven and Earth y The Deformed Transformed, que no llegó a terminar. Se estableció en Pisa, donde lo esperaba la condesa Guiccioli.


En 1822, y junto a los poetas Shelley y Leigh Hunt, fundó en Pisa la revista The Liberal, interrumpida debido a la muerte de Shelley y a la disputa de Byron con Hunt.

La extensa obra de Byron, en gran parte autobiográfica, destaca por su brillo narrativo y la belleza de su poesía. Para sus contemporáneos, representó el ideal del hombre romántico.

Hizo suya la causa de la independencia griega contra los turcos, y la apoyó ideológica y económicamente con acciones y aportes económicos importantes.

El 5 de enero de 1824 llegó a Missolonghi, lugar pantanoso y mortífero, siendo recibido en la playa por una multitud entusiasta.

Muy pronto, debilitado por la vida desordenada de otros tiempos, bajo la influencia del clima malsano del lugar, y por el rudo trabajo intelectual a que se entregaba, sintió quebrantarse su salud. En febrero padeció convulsiones violentas y un ataque de apoplejía. El 10 de abril, durante una excursión, fue sorprendido por un aguacero. Agotado por fiebres malignas, mal tratado por sus médicos, víctima de una inflamación cerebral, murió dos semanas después, con apenas 36 años, sin haber podido cumplir su sueño de ver a Grecia liberada y sin poder combatir por ella, como era su deseo.


Al enterarse de su muerte, Goethe escribió:

Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos.


En el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster se lee desde 1969 un cenotafio tomado de su poema Childe Harold’s Pilgrimage. Canto the Fourth. CXXXVII:


Pero hay algo dentro de mí que vencerá

Tortura y Tiempo, y vivirá cuando yo muera.


Sus restos reposan en el Panteón familiar de la Iglesia de Santa María Magdalena en Hucknall Torkard, Nottinghamshire, Inglaterra, bajo una lápida de mármol obsequiada por el Rey de Grecia y grabada solamente con su nombre y fechas. Su corazón fue llevado en un cofre a Missolonghi.

En la pared del presbiterio de la misma Iglesia de Santa María Magdalena, cerca de la tumba, en una placa de mármol, se lee:


En la bóveda donde está enterrada su Madre

y muchos de sus ancestros, reposan los restos de

GEORGE GORDON NOEL BYRON,

Lord Byron, de Rochdale, en el condado de Lancaster.

Autor de “La Peregrinación de Childe Harold”.

Nació en Londres el 22-01-1788.

Murió en Missolonghi, Grecia Occidental, el 19-04-1824.

Comprometido con el glorioso intento de devolverle a ese país

su antigua libertad y renombre.

En memoria suya, su hermana,

la honorable Augusta María Leigh, colocó esta placa.


Cuando cumplió 33 años, en 1821, Byron redactó este epitafio, para él y para el año que recién terminaba:

Aquí yace, sepultado en la eternidad del pasado, en la que no existe resurrección para los días, -aunque quizás pueda haberla para las cenizas-, el trigésimo tercer año de una vida mal llevada, que tras una larga enfermedad de varios meses ha caído en el letargo y ha expirado el 22-01-1821, dejando un sucesor inconsolable por la gran pérdida que significó su existencia.


Andrè Maurois, uno de sus biógrafos, menciona que Byron había escrito en su juventud:


Mi epitafio será mi nombre solo.

Si coronar no puedo con honra mis cenizas,

que ninguna otra gloria recompense mis actos. 


Estas fueron, al parecer, sus últimas palabras:


Ahora debo dormir. Buenas noches.



ETERNA SEA LA LUZ PARA TU ALMA - (Bright be the place of thy soul)


¡Eterna sea la luz para tu alma!

Más puro que tu espíritu ninguno,

libre de las cadenas de este mundo

y en brazos de la bienaventuranza.


Fuiste entre lo mortal casi divina

y gozará tu alma gloria eterna

y será más ligera nuestra pena

al saber que ante Dios hallarás vida.


¡Que en tu morada el césped leve sea!

Como las esmeraldas, verde y terso,

y que no haya en el haz de tus recuerdos

tan siquiera una sombra de tristeza.


Brotarán del lugar de tu descanso,

en vez de tristes tejos y cipreses,

flores tiernas y un árbol siempre verde:

Para los elegidos, ¿por qué llantos?

 


ELEGÍA - (Elegy)


¡Oh! arrebatada en la flor de la belleza,

será leve la tierra que te cubra;

pero sobre tu césped las rosas dejarán

sus hojas, las más frescas del año;

y en la débil penumbra danzarán las ramas del agreste ciprés

y en el azul arroyo que a raudales brota

veremos a menudo a La Tristeza inclinando su escuálida figura,

trayendo a la memoria sentimientos profundos, muchos sueños,

prolongados silencios y ligeras pisadas.


¡Traviesa sombra que con su paso perturbó a los muertos!

¡Vete! Sabemos que las lágrimas son vanas,

que la muerte no quiere saber de la amargura.


¿Será para callar nuestros clamores?

¿Para que los dolientes lloren menos?

Y tú, --que me has pedido que olvide,

tienes mirada triste, tus ojos están húmedos.



Cuando Byron salió de Inglaterra dejó a su hija Ada en la cuna, pero siempre la tuvo en sus recuerdos y en muchas de sus obras la menciona. El Canto Tercero de Childe Harold empieza y termina con ella.

Por lo que leemos, tal vez el poeta estaba al tanto de que su hija no solo había sido educada en el olvido total hacia su padre, sino que la habían enseñado a odiarlo, tanto que su suegra había establecido en su testamento que nunca debería enseñarse a su nieta el retrato de Lord Byron.

Leámoslo en el Canto Tercero:



LA PEREGRINACIÓN DE CHILDE HAROLD - (Childe Harold’s Pilgrimage)

CANTO TERCERO

I

Es tu rostro como el de tu madre, ¡mi niña bella!

¡ADA! ¿hija única de mi casa y de mi corazón?

Cuando te vi por última vez, tus juveniles ojos azules sonreían,

y luego nos separamos, -no como nos separamos ahora,

sino con una esperanza-.


CXV

¿Hija mía! con tu nombre ha comenzado este canto --

¡hija mía! con tu nombre también ha de terminar --

No te veo, -- no te oigo, -- pero nadie

puede estar tan compenetrado contigo como yo; tú eres la amiga

hacia quien se proyectan las sombras de mis años lejanos.

Aunque nunca pudieras contemplar mi rostro,

mi voz se irá mezclando con tus sueños futuros

y alcanzará tu corazón, -- cuando el mío esté yerto, --

un recuerdo y un guiño, desde la tumba de tu padre.


CXVI

Atender el desarrollo de tu mente, -- para seguir

el despertar de tus pequeñas alegrías, -- para sentarse y casi

verte crecer ante mis ojos, -- para observar cómo aprendes

a conocer los objetos, -- ¡que aún son maravillas para ti!

Para sostenerte suavemente sobre mis rodillas

y estampar en tu mejilla de seda un beso paternal.

Esto, al parecer, no estaba reservado para mí;

y, sin embargo, estaba en mi naturaleza: de cualquier modo,

no sé lo que hay allí, pero es algo parecido a esto.


CXVII

Pero, aunque el torpe Odio deba enseñarse como un deber,

yo sé que me amarás; aunque mi nombre

deba separarse de ti como un hechizo

todavía cargado de maldad, -- y un clamor roto;

aun cuando el sepulcro se cierre entre los dos; no importa,

sé que me amarás, aunque extraerte

mi sangre fuera un objetivo,

y un logro, -- todo sería en vano, --

aun así, me amarías, más allá de lo que la vida esconde.


CXVIII

Hija del amor, -- aunque nacida en la amargura

y criada en la aflicción. Estas fueron

las herramientas de tu padre, -- y tales y no menos

son las que te rodean, -- pero tu fuego

será más moderado y tu esperanza mucho más elevada.

¡Dulces sean tus acunados sueños! Sobre el mar,

y desde las montañas donde ahora respiro,

te lleva el viento tantas bendiciones,

como, con un suspiro, me habrías enviado tú.


CITAS


- En la primera pasión de su vida la mujer ama a su amante; en las demás ama tan sólo al amor.  
(Don Juan. Canto III).

- Nunca aconsejes a un hombre que desconfíe de una mujer con la que ya esté casado. Es demasiado tarde para él.

- Cuanto más conozco a los hombres, menos los quiero; si pudiese decir otro tanto de las mujeres me iría mucho mejor.

- El amor halla sus caminos, aunque sea a través de senderos por donde ni los lobos se atreverían a seguir a su presa.