CAPÍTULO XV - RAYMOND CARVER
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CAPÍTULO XV - RAYMOND CARVER
RAYMOND CARVER
Raymond Clevie
Carver, escritor, poeta, cuentista y ensayista estadounidense.
Clatskanie, Oregon, 25-05-1938; Port Angeles, Washington, 02-08-1988.
Era hijo de una camarera, Ella Beatrice, y su padre Clevie Raymond Carver
trabajaba en un aserradero de Arkansas, y era también pescador.
Después de graduarse en 1956 Carver trabajó con su padre en un aserradero
de California.
En junio de 1957, a los 19 años, se casó con Maryann Burk, de 16, quien
acababa de graduarse de una escuela episcopal privada para niñas. En diciembre
de 1957 nació su primera hija, Christine La Rae. Un año después, nació su
primer hijo, Vance Lindsay. Para mantener a su familia Carver trabajó como
repartidor, conserje y asistente de biblioteca, mientras Maryann trabajaba como
vendedora, mesera, asistente administrativa y maestra de inglés de secundaria.
Su interés por la escritura empezó cuando asistía a la Universidad
Estatal de California, por lo que se inscribió en un curso de escritura
creativa impartido por el novelista John Gardner, quien se convirtió en su
mentor y tuvo una gran influencia en su carrera y en su vida.
En 1961 publicó su primer cuento The Furious Seasons.
Mientras continuaba sus estudios de escritura en la Universidad Estatal
de Humboldt, trabajó como editor de la revista literaria Toyon, donde
publicó algunas de sus propias historias.
En 1960 la familia se trasladó a Sacramento en cuya Universidad dio
clases de literatura, y talleres junto al poeta Dennis Schmitz, cuya amistad
fue importante para la publicación de Near Klamath, su primer libro de
poemas.
Alcanzó los
primeros reconocimientos como escritor en 1976 con su colección de cuentos Will
You Please Be Quiet, Please?
Entre junio de
1976 y marzo de 1977 fue hospitalizado tres veces debido a sus problemas de
alcoholismo que, además, provocó daños irreparables en su matrimonio.
A mediados de
1977 comenzó lo que llamaría su “segunda vida”: Con la ayuda de Alcohólicos
Anónimos dejó de beber, aunque continuó con dosis moderadas de marihuana y
cocaína.
En noviembre de
ese año, en una conferencia de escritores en Dallas, conoció a la poetisa Tess
Gallagher.
Tess montaba a
caballo, usaba sombreros exóticos, cantaba baladas en gaélico. Conocía los
demonios del alcohol, educada por su padre y sus ex maridos. Pero enamorada de
este hombre corpulento y desaliñado que escribía tales historias, sintió
"como si mi vida hasta entonces hubiera sido simplemente un ensayo para
conocerlo", cuenta el portal The Attic en When Tess and Ray
talked about love.
Desde enero de
1979 vivieron juntos sucesivamente en El Paso, Tucson y Siracusa, donde
compraron una casa. En esta última ciudad Tess fue nombrada Coordinadora el
programa de escritura creativa de la Universidad de Siracusa y Raymond profesor
en el departamento de inglés.
En 1982 Raymond
y Maryann se divorciaron.
Además de varios
libros de poesía y relatos sobre la cotidianidad, en 1981 apareció What We Talk About When We Talk About Love
y en 1984 Cathedral.
Sus relatos
minimalistas en un lenguaje árido y ausente de metáforas impusieron un estilo
que la crítica llamó Realismo sucio.
Después de
grandes dificultades económicas recibió en 1983 un premio de la Academia
Norteamericana de Artes y Letras que le permitió dedicarse con tranquilidad a
la escritura.
A mediados de
1987, Carver comenzó a toser y escupir sangre. Había ganado la batalla contra
el alcoholismo, pero no pudo dejar de fumar. Luchó contra su destino durante un
año, escribiendo y dando lecturas en las que jadeaba tanto como hablaba. En
junio de 1988, Tess y Raymond compraron anillos y volaron a Reno para casarse.
Ella ganó a lo grande en la ruleta y se maravillaron de su suerte, suerte por un
día, suerte por el tiempo que pasaron juntos. Llamó a esos diez años “miel
sobre hojuelas”.
Dos meses
después, confinado a una cama de hospital en su casa, Carver se quedó despierto
una noche con un amigo. Al amanecer, Tess lo encontró respirando lentamente. Lo
abrazó mientras moría. Tenía apenas cincuenta años. Fue enterrado en el
Cementerio Ocean View de Port Angeles. El epitafio transcribe su poema Late Fragment, que había dedicado a su amada
Tess:
FRAGMENTO FINAL - (Late fragment)
Y,
aun así,
¿lograste
lo que querías de esta vida?
Sí.
¿Y
qué querías?
Decir
que soy amado, sentirme
amado sobre la tierra.
ESPERANDO - (Waiting)
Dejas la autopista y bajas la
colina.
Abajo, giras a la izquierda.
Sigues por la izquierda.
La carretera hará una Y.
De nuevo a la izquierda.
Hay un riachuelo. Mantén el
rumbo.
Justo antes de que termine esa
carretera,
verás otra. Coge ésa y no
otra.
De lo contrario,
arruinarás tu vida para
siempre.
Hay una casa de troncos
con un techo frágil, a la
izquierda.
No es esa. Es la siguiente,
justo sobre una colina.
La casa con los árboles
cargados de frutas.
Donde crecen floxes, forsitias
y caléndulas.
Es la casa donde una mujer
sigue en la puerta,
sus cabellos al sol.
La que ha estado esperando
todo este tiempo.
La mujer que te ama.
La que tal vez te diga,
“¿Dónde estabas?”
PARA TESS - (For Tess)
como dicen aquí. Hay mal tiempo, me alegra
no estar afuera. Feliz porque pasé el día pescando
en Morse Creek, lanzando una nueva caña roja,
una y otra vez. No pesqué nada. Ni una
picada, nada. Pero estuvo bien. ¡Fue divertido!
Llevé la navaja de tu padre y por un rato
me siguió un perro que su dueño llamaba Dixie.
A ratos me sentía tan feliz
que tenía que dejar de pescar.
Una vez me recliné en la
orilla con los ojos cerrados,
a escuchar el sonido del agua
y el viento en lo alto de los
árboles. El mismo viento
que sopla en el Estrecho, pero
también un viento diferente.
Por un momento incluso me
permití imaginarme muerto,
y eso estuvo bien, al menos
por un par
de minutos, hasta que me
invadió la realidad: Muerto.
Mientras estaba allí reclinado
con mis ojos cerrados,
justo después de haber
imaginado qué pasaría
si de hecho nunca volviera a
levantarme, pensé en ti.
Entonces abrí los ojos y me
levanté
y volví a ser feliz.
Te lo agradezco, ¿sabes?
Quería decírtelo.
MIEDO - (Fear)
Miedo a ver un coche de la
policía llegar a la entrada de mi casa.
Miedo a quedarme dormido por
la noche.
Miedo a no conciliar el sueño.
Miedo a que el pasado regrese.
Miedo a que el presente alce
el vuelo.
Miedo al teléfono que suena en
el silencio de la noche.
Miedo a las tormentas
eléctricas.
¡Miedo a la aseadora que tiene
una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han
dicho que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar
el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado,
aunque la gente no lo crea.
Miedo a los perfiles
psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a
llegar antes que nadie.
Miedo a lo que escriban mis
hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que
yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi
madre en su vejez, y cuidarla.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine
con una nota triste.
Miedo a despertar para
descubrir que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no
amar lo suficiente.
Miedo a que lo que amo resulte
letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
Ya he dicho eso.
EL POEMA QUE NO ESCRIBÍ - (The poem I didn’t write)
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