CAPÍTULO VI
VINCENZO CARDARELLI
Nacido Nazareno Caldarelli, poeta, ensayista, crítico literario y periodista italiano
Corneto Tarquinia, 01-05-1887; Roma, 15-06-1959.
Su padre Angelo Romagnoli,
dirigía una pequeña cafetería en la estación del tren de Tarquinia, y Vincenzo
pasó allí su infancia y adolescencia. Hijo ilegítimo, tuvo una niñez difícil,
triste y solitaria, privada desde el principio de la presencia materna, puesto
que su madre Giovanna Caldarelli había abandonado la familia cuando Vicenzo era
todavía un niño. Además, había nacido con una discapacidad en el brazo
izquierdo.
A los diecisiete años se escapó
de casa y aterrizó en Roma donde, para vivir, realizó las más variadas
profesiones, incluída la corrección de pruebas en el periódico Avanti,
del que se convirtió en editor. Allí empezó su carrera periodística en 1909.
En 1911 se marchó a vivir en
Florencia. Colaboró con Il Marzocco, La Voce, la revista Lirica
y el diario Resto del Carlino. Se convirtió en visitante asiduo de la
Biblioteca Nacional, donde desarrolló su formación poética.
En 1916 publicó Prologhi,
su primera colección de poemas.
En 1918 empieza a colaborar con
el diario romano Il Tempo. En la sede del diario se hace amigo de
Giovanni Papini, quien le presenta al editor Vallecchi, que aceptó encargarse
de la publicación de sus nuevos escritos.
En abril de 1919 nació la
revista literaria La Ronda, que intentaba un regreso al clasicismo.
Cardarelli interrumpe su colaboración con Il Tempo para encargarse
personalmente de la edición de la revista, que había encarnado un nuevo
movimiento literario, al que denominó “rondismo”, experiencia que terminó en
1922.
En 1925 Cardarelli comenzó a
colaborar con el nuevo diario Il Tevere de Telesio Interlandi,
inicialmente como crítico de teatro y luego como crítico literario. Desde
agosto de 1926 escribió con frecuencia en el Corriere Padano de Ferrara;
en otoño del mismo año inició, junto con el joven Giuseppe Raimondi, la
colaboración con L'Italiano. En 1928 viajó a Rusia, como enviado del Tevere.
En 1930, a su regreso de Rusia, escribió para Il Bargello di Firenze.
En 1931 salieron tres volúmenes: la
reimpresión, con algunas variaciones, de Prologhi, Viaggi y
Favole; y los dos textos críticos Parole all'orecchio y Parliamo
dell'Italia que contiene páginas de consentimiento con el régimen fascista.
En enero de 1934 se publicó la
primera edición de sólo poemas, Giorni in piena. En 1939 diseña la
colección crítica Solitario in Arcadia. En 1942 se dedicó a la
ordenación de sus poemas, con miras a una publicación en Bompiani, que tuvo
lugar en el mismo año, con prefacio de Giansiro Ferrata, iniciando la colección
poética Lo Specchio.
Poesie, su colección de poemas caracterizada por la
tristeza, el desarraigo y su visión nostálgica de la naturaleza, se publicó en
1936 con adiciones en 1942 y 1948, y reeditada en versión definitiva en 1958.
El 21 de abril de 1942 recibió
el XX Premio de Poesía de la Accademia d'Italia.
En 1948, su obra Villa
Tarantola le hizo merecedor del Premio Strega, el más prestigioso en
lengua italiana, otorgado por la Fundación Bellonci.
En 1949, después de terminada
la segunda guerra mundial, es nombrado director de la Fiera Letteraria.
En 1954 con Viaggio d'un
poeta in Russia, fue el ganador de la primera edición del Premio de
Nápoles.
Otros trabajos en prosa
destacables son Il sole a picco, Cielo sulle città, Lettere non spedite y
Solitario in Arcadia.
En 1962, como homenaje póstumo
se publicaron sus Obras Completas.
Cardarelli fue un conversador brillante
y un hombre de letras polémico y severo, que vivió una vida errante y solitaria
de dignidad austera y ceñuda. Sus maestros fueron Dante, Baudelaire, Goethe,
Nietzsche y Pascal, quienes lo llevaron a expresar sus pasiones con sentido
racional, sin demasiadas exaltaciones espirituales.
Su poesía, inspirada en
Leopardi, Mallarmé, Valéry, D’Annunzio y Ungaretti, recrea principalmente temas
como el amor, la muerte, la amistad y la vida cotidiana de la ciudad y el
campo. Se le conoce como El poeta de la soledad.
Fue un autodidacta cuya
educación formal no pasó de la escuela primaria. Vivió casi toda su vida en los
cafés de Roma, sin familia, de un cuarto de hotel a otro.
Cardarelli murió como había vivido, solo
y pobre, en el Hospital Policlínico de Roma. Pidió ser sepultado en el
cementerio de su Tarquinia natal, en una tumba en forma de sarcófago etrusco.
Muy
cerca, la ciudad etrusca que lo vio nacer honra su memoria con un monolito que
lleva grabado su poema Alla terra:
A LA TIERRA - (Alla terra)
Tierra mía nativa,
perdida para siempre.
Paraíso donde viví
feliz, y sin pecado,
y tuve por amigas
las serpientes del heno
más que después los hombres.
En las noches de insomnio
cuando mi corazón está más angustiado y grita
y no quiere dar paz,
reapareces ante mí y en ti me refugio.
No te pido recuerdos,
sino descanso y olvido.
Después de tanto vagar
disfruto encontrarme en ti,
mi tierra de la que llevo
la inmortal fiebre en la sangre.
Siempre más convencido de que fuiste la única
que nunca me traicionaste
y que dejarte fue una gran locura.
¡Qué lejana estás, qué lejana!
Solo por regresar y deshacerme en ti
hasta la muerte me sería querida.
A LA MUERTE - (Alla morte)
Morir sí,
no ser agredidos por la muerte.
Morir persuadidos
de que semejante viaje es el mejor.
Y en ese último instante estar alegres
como cuando se cuentan los minutos
del reloj de la estación
y cada uno vale un siglo.
Porque la muerte es la esposa fiel
que suplanta a la amante traidora,
no queremos recibirla como intrusa,
ni huir con ella.
¡Muchas veces partimos
sin decir adiós!
A punto de cruzar
en un instante el tiempo,
cuando hasta nuestro recuerdo
alzará el vuelo,
déjanos, oh Muerte, decir adiós al mundo,
concédenos todavía otro momento.
Que el terrible paso
no sea precipitado.
Al pensar en la muerte repentina
se me hiela la sangre.
Muerte, no me des un zarpazo,
anúnciate de lejos
y tómame amigablemente
como la mayor de mis costumbres.
LIGURIA - (Liguria)
Es la Liguria una
agraciada tierra.
La piedra
ardiente, la pulida arcilla,
resplandecen de
pámpanos al sol.
Es gigante el
olivo. En primavera
por doquier surge
la mimosa efímera.
Se alternan sol y
sombra
por esos hondos
valles
que se ocultan
del mar,
por calles
empedradas
que miran hacia
arriba, entre campos de rosas,
pozos y tierras
secas
bordeando granjas
y escondidas viñas.
En esa árida
tierra el sol se arrastra
entre las piedras
como una serpiente.
El mar, en
ciertos días,
es un jardín
florido.
Lleva el viento
mensajes.
Venus vuelve a
nacer
al soplo del mistral.
¡Oh iglesias de
Liguria, como naves
dispuestas a
zarpar!
¡Cementerios
ligures
abiertos a los
vientos y a las olas!
Os cubre una
rosácea tristeza
cuando al
atardecer, como una flor
marchita, la gran
luz
se desvanece y muere.
En la pared frontal del cementerio italiano de Manarola se leen los últimos seis versos de Liguria.
NOCHE DE LIGURIA - (Sera di Liguria)
Lenta y rosada sobre el mar se eleva
la noche de Liguria, perdición
de amantes corazones y lejanas cosas.
En los jardines quedan las parejas,
una a una se iluminan las ventanas
cual múltiples teatros.
Sepultado en la bruma huele el mar.
En la ribera las iglesias semejan navíos
a punto de zarpar.
ABANDONO - (Abbandono)
Volaste, huiste
como una Paloma
y estás allá, hacia el oriente.
Pero quedan los lugares que te vieron
y las horas de nuestros encuentros.
Horas desiertas
lugares que son ahora para mí un sepulcro
en el que hago guardia.
OTOÑO - (Autunno)
Otoño. Ya lo sentimos venir
en el viento de agosto,
en las lluvias de septiembre
torrenciales y llorosas,
y un escalofrío recorre la tierra,
que ahora, desnuda y triste,
acoge a un sol desvanecido.
En este otoño que avanza
con indescriptible lentitud,
ahora pasa y declina
la mejor época de nuestra vida
y nos dice adiós interminablemente.