UNIVERSOS - VOLUMEN II. CAPÍTULO XX - LEDO IVO

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 CAPÍTULO XX

LEDO IVO

 

Lêdo Ivo, poeta, novelista, cuentista, periodista, traductor y ensayista brasileño, una de las figuras más representativas de la literatura portuguesa.

Maceió, Alagoas, Brasil, 18-02-1924; Sevilla, España, 23-12-2012.

      Su vocación literaria empezó a consolidarse en Recife, a donde se había trasladado después de terminar la secundaria. Antes de cumplir los 20 años se marchó a Río de Janeiro para estudiar Derecho, que nunca ejerció.

      Se casó con la profesora Leda Maria Sarmento de Medeiros.      Tuvieron tres hijos, Patricia, María da Graça y Gonçalo.

      En 1944 vio la luz su primera colección de poemas titulada As imaginações, y un año después se publicó Oda e Elegia, con la cual ganó el Premio Olavo Bilac de la Academia Brasileña de Letras.

      Posteriormente aparecieron Acontecimento do soneto (1946), Ode ao crepúsculo (1948), Ode equatorial (1950), La ciudad y los días (1957), Linguajem (1966), Estación Central (1968), Poesía Observada (1967), Las islas inacabadas (1985), Crepúsculo civil (1990), Curral de peixe (1995), Nocturno romano (1997), O Rumor da noite (2000) y Plenilúnio (2004), entre otros.

      Su poemario Requiem le valió en 2009 el Premio Literario Casa de las Américas, en su edición número 50.

      En 1947 se publicó As alianças, su primera novela, que tuvo varias ediciones y con la cual obtuvo el premio de novela Fundación Graça Aranha. Siguieron O caminho sem aventura (1948), O sobrinho do general (1964), la exitosa Ninho de cobras (1973) sobre la dictadura de Getúlio Vargas, y finalmente A morte do Brasil (1984).

      En 1986 fue elegido miembro de la Academia Brasileña de Letras.

Tradujo al portugués autores como Guy de Maupassant, Fedor Dostoievski y Arthur Rimbaud.

      Su libro de memorias Confissões de um Poeta, publicado en 1979, fue galardonado con el premio de la Fundación Cultural del Distrito Federal. En 1991 publicó otro libro de memorias titulado Aluno Relapso.

      Su amplísima obra incluye 27 libros de poemas, 10 de novelas y cuentos, 17 de ensayos y crónicas, 4 de literatura infantil, 15 antologías y 2 autobiografías.

En mayo de 2012 se presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá Estación Final, una antología de sus poemas. Lêdo Ivo se encontraba en Sevilla preparando la publicación de esta antología para México y España, cuando falleció a causa de un infarto. Lo acompañaban su hijo el pintor Gonçalo Ivo y su familia.

      Sus restos reposan en el Mausoleo de la Academia Brasileña de Letras en el Cementerio de San Juan Bautista en Río de Janeiro.

      Su amigo el poeta João Cabral de Melo Neto, había escrito para Lêdo Ivo el siguiente epitafio:


EPITAFIO - (Epitáfio - De João Cabral de Melo Neto)

Aquí reposa

libre de todas las palabras

Lêdo Ivo, Poeta,

en la recobrada paz

de antes de hablar

y en silencio, el silencio

de cuando las hélices

se detienen en el aire.



VALS FÚNEBRE DE HERMENGARDA - (Valsa fúnebre de Hermengarda).


Heme aquí junto a tu sepultura, Hermengarda,
para llorar tu carne pobre y pura que ninguno de nosotros

vio podrirse.
Otros vendrían sobrios y de luto,
pero yo vengo borracho, Hermengarda, yo vengo borracho.
Y si mañana encontraran la cruz de tu tumba tirada por el suelo,
no fue la noche, Hermengarda, ni fue el viento.

Fui yo.

Quise amparar mi embriaguez en tu cruz,
y me arrastré en la tierra en que reposas
cubierta de margaritas, pero triste.
Heme aquí junto a tu tumba, Hermengarda,
para llorar nuestro amor de siempre.
No es la noche, Hermengarda, ni es el viento.
Soy yo.



EL CEMENTERIO DE LOS NAVÍOS - (Cimitério dos navíos)


Aquí los navíos se esconden para morir.

En las bodegas vacías, sólo quedarán las ratas
a la espera de la imposible resurrección.


Y del esplendor del mundo apenas queda
el circón en los labios del tiempo.

El viento rae las letras
de los nombres que los niños deletreaban.


La noche canina lame
los cordeles deshilachados

bajo el vuelo de las gaviotas estridentes
que, en celo, se aparean en el fondo de la bahía.


Despejando maderas podridas y aguas estancadas,
el día, con su ojo ciego, devora el garfio

que marca en el casco las cicatrices
de la escalerilla que era un peldaño del universo.


Y la tarde preñada de estrellas
se inclina sobre el camarote, donde antiguamente,

una pareja aturdida por el amor más carnal
levantaba en el silencio negras palizadas.


¡Oh navíos perdidos, viejos sordos
que, dormitando, escuchan sus propias sirenas

ahuyentando la neblina, en el puerto donde los barcos
eran como un rebaño atravesando las tinieblas!


LA MUERTA - (A morta)

Un mensaje, un beso y un epitafio

me esperaban en tus ojos cerrados

cisternas de mi infancia.

En tu cuerpo, oh Señora de Azul, última flor del Mangle

no había nubes ni otra música

que la de tu adolescencia, que después apagaron.

Pero en los tramos oscuros de tu desnudez

yo desbrozaba donde empezaba el amor.

Tu cuerpo ahora era tu propia alma,

que no era de este mundo, tranquila, sino salvaje

y áspera como la de una loba.

Eras la arena de la playa que desentraña la música

la nota triste, el oeste de las cosas,

presencia esquiva que no se mancha

desnuda sin haber sido doncella.


EL DESEO - (O desejo)

No quiero la eternidad,

la trama interminable

de una roca que confía

un día tras otro

en la duración perpetua.


Quiero ser lo que pasa:

la leve nube blanca

que se deshace en el espacio,

la estela de humo de un jet

en el cielo vacío y claro.

No me agrada ni me seduce

vivir después de haber vivido.


Antes quiero el relámpago

que rasga el cielo sombrío,

una hoja de álamo

en el camino de un viaje

y la lluvia momentánea

que cae sobre las ciudades.


Prefiero un vuelo de pájaro

a todo cuanto es eterno.


A todo lo durable

prefiero lo perecedero:

la sombra fugitiva

en el día luminoso

de los narcisos y las rosas;

los instantes que rigen

en la noche indecorosa

el amor de los amantes,

sus gritos y gemidos;

el pétalo fugaz

herido por el otoño.


Me emociona el trayecto

entre una puerta abierta

y una puerta cerrada

en plena madrugada

o en la más cándida mañana.


El Dios mío es relámpago,

el breve resplandor

antes del gran sueño.


Me rehúso a durar

y a permanecer.


Nací para no ser,

y ser el que no es

tras tanto haber soñado

y tanto haber vivido.

 


LA NAVE DE LA VIDA - (No navio da vida)


Pasajero de la nave

que no para en ningún puerto

finjo no ver que la muerte

me quiere vivo y no muerto.



CITAS:


- En la vida siempre necesitamos usar máscaras, pues nadie nos reconocería si nos presentásemos con el rostro desnudo.


- El absurdo es la sal de la vida.



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