CAPÍTULO XXVI
JOAQUIM MACHADO DE ASSIS
Joaquim Maria
Machado de Assis, poeta, novelista, cuentista, dramaturgo, lingüista, traductor
y crítico literario, considerado el precursor de la literatura brasileña
contemporánea.
Río de Janeiro,
21-06-1839; id., 29-09-1908.
Nació en un hogar muy pobre, hijo de un
pintor de brocha gorda descendiente de esclavos libertos y de una lavandera
portuguesa.
Su infancia
transcurrió en la casa campestre de la viuda de un senador del Imperio, que
empleaba a su familia por jornales. Era epiléptico y tartamudo, muy niño perdió
a su madre y tenía solo doce años cuando murió su padre. Es entendible y
explicable entonces que no haya tenido una educación formal. Pero fue un
autodidacta cuyo enorme talento y férrea fuerza de voluntad le permitieron
aprender inglés, francés, alemán y español, ser uno de los primeros pilares de
la literatura brasileña y fundador de la Academia Brasileña de Letras, cuya
presidencia ejerció hasta el día de su muerte.
A los 30 años contrajo matrimonio con
Carolina Xavier de Novaes, hermana del poeta Faustino y cuatro años mayor que
él. En ella encontró estabilidad emocional y a una lectora culta e inteligente
con quien compartió la discusión de su propia obra y el conocimiento de los
autores ingleses que marcaron lo mejor de sus letras.
Hizo carrera
como funcionario y se jubiló siendo Director del Ministerio de Transporte y
Obras Públicas.
Su extensa obra incluye nueve novelas,
cinco libros de poesía, ocho de cuentos y diez obras de teatro.
Memórias
póstumas de Bras Cubas, Dom Casmurro y Diario de Aires, son sus novelas más celebradas. En 1901 se
publicó por primera vez la colección Poesias
completas.
Su esposa murió en 1904 y Machado
escribió para ella Carolina, uno de
sus más bellos sonetos. El poeta vivió cuatro años más, triste y solitario,
pues no tuvieron hijos.
La sede de la Academia Brasileña de
Letras pasó a ser llamada Casa de Machado
de Assis.
Sus cenizas
reposan en el Mausoleo de la Academia Brasileña de Letras del Cementerio Joao
Batista de Río de Janeiro. Allí reposan también los restos de su esposa
Carolina.
Recordemos
el epígrafe-epitafio que abre su novela Memórias
póstumas de Blas Cubas:
Al gusano que royó
primero las carnes frías de mi cadáver
dedico con sentido
recuerdo estas memorias póstumas.
Y dos citas
más de la misma novela:
- Esta es la gran ventaja de la muerte, que, si no
deja boca para reír, tampoco deja ojos para llorar.
- Me gustan los epitafios; son, entre la gente
civilizada, una expresión de aquel piadoso y secreto egoísmo que induce al
hombre a arrancar de la muerte un harapo al menos de la sombra que ha pasado.
José
Verissimo, periodista de la Academia Brasileña de Letras, cuenta que oyó las
últimas palabras del poeta:
La vida es buena.
CAROLINA
¡Querida! Al
pie del túmulo postrero
en que
descansas de esta larga vida,
hoy he vuelto
a traerte, mi querida,
este fiel
corazón de compañero.
Lo impulsa
aquel afecto verdadero
que a pesar de
la lucha conocida
hizo nuestra
existencia apetecida
y puso en un
rincón al mundo entero.
Te traigo
flores, restos arrancados
de la tierra
que siempre nos vio unidos
y muertos hoy
nos deja y separados.
Y si tengo en
los ojos malheridos
pensamientos
de vida formulados,
son
pensamientos idos y vividos.
LIBROS Y FLORES - (Livros e flores)
Tus ojos son
mis libros.
¿Y qué libro
hay mejor
donde mejor
se lea
la página de
amor?
Tus labios
son mis flores.
¿Dónde hay
más bella flor,
en que mejor
se beba
el bálsamo de amor?
CITAS
- Nosotros matamos el tiempo, pero él nos entierra.
- El arte de vivir consiste en sacar el bien mayor
del mal mayor.
- No se ama dos veces a la misma mujer.