CAPÍTULO XVII
HEINRICH HEINE
Christian Johann Heinrich (Harry) Heine, poeta, periodista, crítico
literario y ensayista alemán.
Düsseldorf,
13-12-1797; París, 17-02-1856.
Goethe aparte, a Heine se le
considera el mayor poeta alemán de todos los tiempos.
Era el mayor de cuatro hermanos
que integraban una acaudalada familia judía. Su padre, Samson Heine, era dueño
de una reconocida fábrica de textiles. Su madre era Peira van Geldern (Betty
Heine).
Hizo sus primeros estudios en una escuela judía y de ahí pasó a otra
católica donde aprendió francés.
Se licenció en Derecho en la
Universidad de Bonn, aunque sus intereses estaban más del lado de la Historia y
la Literatura que de las leyes. En el invierno de 1820 asistió a la Universidad
de Gotinga, pero tuvo que retirarse debido a que retó a duelo a un estudiante
de cuyas ideas políticas discrepaba. La Universidad los suspendió por seis
meses. Su tío Salomón, un banquero adinerado residente en Hamburgo que lo ayudó
económicamente hasta su muerte, ocurrida cuando Heinrich tenía 47 años, decidió
entonces enviarlo a la Universidad de Berlín.
Heine siempre tuvo dificultades
económicas debidas a su pobre habilidad para manejar sus finanzas personales.
Su estadía en Berlín significó su
conversión al protestantismo que, en sus propias palabras, sería “la boleta de
entrada al mundo cultural europeo.”
Durante varias etapas de su
vida se vio discriminado y excluido tanto por sus orígenes judíos como por sus
actitudes contestatarias y veleidades socialistas. Era un liberal radical.
Escribió sus primeros poemas
cuando sólo contaba 15 años.
Publicó Intermezzo lírico en 1823, pero su primer éxito llegó en 1827 con
la publicación de Buch der Lieder (Libro
de canciones), que alcanzó doce ediciones en vida de Heine, fue traducida a
42 idiomas y tuvo el honor de ser la primera obra alemana traducida al japonés.
El libro está inspirado en buena parte en el amor no correspondido de su prima
Amelie Heine, hija del tío Salomón.
La fama le llegó con la publicación entre
1826 y 1830 de los cuatro volúmenes de Reisebildern
(Cuadros de viaje), que describen sus andanzas por varios países de
Europa, especialmente Italia, Inglaterra y Alemania.
Entre sus obras más reconocidas
editadas y traducidas al español tenemos Atta Troll - El sueño de una noche
de verano, El rabino de Bacharach, Ludwig Börne - Un obituario, El doctor Saul
Ascher, La escuela romántica, Noches florentinas, Las memorias del señor de
Schnabelewopski, Radikal - Una antología, Confesiones y Memorias y Sobre
la historia de la religión y la filosofía de Alemania.
Sus ideas, su radicalismo y sus
cínicos ataques a la Academia alemana lo obligaron a exiliarse en Francia desde
1831 hasta su muerte. Allí se sintió amado y admirado e hizo amigos de la
estatura de Théophile Gautier y Alexander Dumas, tan cercanos que fueron de los
pocos que lo acompañaron hasta el cementerio de Montmartre.
En 1841 desposó a Mathilde Mirat (Augustine Créscence Eugénie Mirat.
1815-1883), una hermosa vendedora francesa a quien había conocido unos años
atrás en una tienda de zapatos. Se enamoró de ella a pesar de que eran agua y
aceite: no leía, le interesaba muy poco la cultura y no hablaba alemán. Sin
embargo, se llevaron bien, estuvo a su lado durante su larga enfermedad y lo
acompañó hasta su muerte.
Heine pasó los últimos ocho
años de su vida postrado en una cama debido a la parálisis ocasionada por una
enfermedad en la columna -plumbosis para unos, esclerosis para otros-, y con
serias dificultades de visión.
Düsseldorf, su ciudad amada que
por mucho tiempo lo desterró de su alero, tiene ahora motivos de sobra para
sentirse orgullosa de él, y se ha ocupado decididamente de sanar las heridas y
saldar la deuda con la memoria del poeta, haciendo bautismos con su nombre: una
estación de metro, una maravillosa avenida en una de las zonas céntricas de la
ciudad, un monumento en uno de sus parques principales, y lo mejor, la famosa
Universidad Heinrich Heine.
Sus restos reposan en el
cementerio parisino de Montmartre, atendiendo el deseo de Heine de no ser
sepultado en su natal Düsseldorf.
En el mausoleo hay tres placas,
cada una con una estrofa de su poema Wo
(¿Dónde?), que el propio poeta había pedido grabar sobre su tumba:
I
¿Dónde, al
final, encontrará reposo
alguien que está
cansado de viajar?
¿Debajo de los
tilos junto al Rhin?
¿En el sur a la
sombra de un palmar?
II
¿En qué extraño
desierto mis cenizas
una mano
extranjera va a enterrar?
¿O dormiré
tranquilo en una costa
bajo la arena
tibia de algún mar?
III
Seré silencio
inmóvil circundado
por el cielo de
Dios aquí y allá;
y en la noche
cual luces funerales
sobre mi frente
estrellas flotarán.
El hispanista, escritor y
traductor alemán Johannes Fastenrath, en su obra La Walhalla refiere que las últimas palabras de Heine fueron: Dios me perdonará. Ese es su trabajo.
AMBOS SE AMABAN TANTO
(Sie hatten sich Beide so herzlich lieb). (Desde una versión en inglés de
www.poetrynook.com)
Se amaban más allá de lo creíble -
ella era una ramera, él un ladrón;
y cuando ella pensaba en sus ardides,
se tiraba en la cama y se reía.
Pasaba el día en lances de lujuria
y la noche en el pecho del granuja;
y cuando vio que lo llevaban preso
sentada en el alféizar se reía.
Él le escribió clamando, “Ven a verme,
ven, que te añoro tanto y te deseo,
te llamo y languidezco”. Ella meneaba
su pequeña cabeza y se reía.
A las seis lo colgaron, y a las siete
el césped de su tumba estaba seco;
a las ocho, bebiendo vino tinto,
la ramera cantaba y se reía.
LA MUERTE ES LA NOCHE FRESCA
(Del Libro de Canciones, 89) (Der Tod, das ist die kühle Nacht. De Buch der Lieder. 89)
La muerte es la noche fresca,
la vida el calor del día.
Ya oscurece, tengo sueño,
me ha cansado la jornada.
Un árbol crece en mi cama
canta el ruiseñor adentro;
canta una canción de amor
y yo la escucho en mi sueño.
CITAS
- Si hubiese aprendido algo bueno, no tendría que escribir libros.
(De su tío Salomon Heine).
- Donde se queman libros se termina por quemar hombres.
- Aún no se ha descubierto la brújula para navegar en la alta mar del
matrimonio.
- La verdadera locura quizá no sea más que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente decisión de volverse loca.
- Después de Byron y de Goethe, las
literaturas extranjeras no tienen otro nombre comparable al de Heine, y la
misma Alemania, que lo maldice, pero lo admira, ha experimentado su influencia
más de lo que cree. (Saint-Renè Taillandier).
Comments (0)
Publicar un comentario