CAPÍTULO LXXXI - WALTER SAVAGE LANDOR
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CAPÍTULO LXXXI
WALTER SAVAGE LANDOR *
Walter
Savage Landor, poeta, escritor, ensayista, dramaturgo y crítico inglés.
Warwick, Inglaterra, 30-01-1775; Florencia, Italia, 17-09-1864.
Era hijo
del matrimonio formado por el médico Walter Landor y su esposa Elizabeth
Savage.
Recibió
educación en Rugby School y en el Trinity College de Oxford, pero abandonó
ambas instituciones por estar en desacuerdo con sus autoridades.
Dueño de
un temperamento conflictivo y en ocasiones extravagante, pasó buena parte de su
vida peleándose con su padre, sus vecinos, su esposa y, en general, con
cualquier autoridad, si la consideraba ofensiva o creía que limitaba sus
derechos. Pero, paradójicamente, también era magnánimo, bondadoso y leal con
sus amigos, y muy cercano a escritores
como Robert
Southey, Samuel
Taylor Coleridge, Charles Lamb, Charles
Dickens y Robert
Browning, entre otros.
Amaba la naturaleza: No cortaba las flores, respetaba escrupulosamente los nidos de los pájaros y nunca participó en actividades de caza.
Gebir, su primera gran obra poética se publicó en 1796 y se reeditó en 1803.
Sus celebrados poemas de amor estuvieron
inspirados en una sucesión de ideales románticos femeninos:
En Gales, conoció a Nancy Jones (o Evans),
una chica local que le dio un hijo y para quien escribió algunos de sus
primeros poemas de amor, refiriéndose a ella como “Ione”.
En Bath
conoció a Sophia Jane Swift, que ya estaba comprometida con su primo Godwin
Swift, con quien se casó a pesar de las ardientes súplicas de Landor en 1803.
La llamó “Ianthe” y le escribió unos cuantos poemas de amor, inspirados en los
clásicos griegos y romanos.
En 1806
se publicó Rose Aylmer, poema escrito en memoria de uno de sus amores de
juventud, hija de su amigo Lord Aymer. Después del segundo matrimonio de su
madre, Rose fue enviada con su tía a Calcuta, donde murió de cólera a los
veinte años.
Para Rose
Paynter, otra de sus musas, encantadora sobrina de Rose Aylmer, también
escribió hermosas cartas y poemas hasta el final de sus días.
Dorothea Lyttelton, una de las mejores amigas de Elizabeth, la hermana mayor de Walter, estuvo en la mira de las conquistas del poeta. Su amigo y posterior biógrafo, John Forster, en Walter Savage Landor. A Biography. In eight books, nos recuerda que le escribió: “No me casé con ella porque yo no era económicamente independiente”.
En mayo de 1811 Walter contrajo matrimonio con Miss Julia Thuillier, hija de un banquero suizo empobrecido, de quien se había enamorado en un baile en Bath. Un mes después se trasladaron a vivir a Llanthony Abbey en Monmouthshire.
Después de tres años de matrimonio tormentoso, en los que intentó sin éxito adaptarse, se marchó a Francia, residió brevemente en Tours donde lo alcanzó su esposa, y luego se mudaron a Italia -Como, Pisa, Pistoia- antes de establecerse en Florencia en 1821.
En 1812
publicó Count Julian (El Conde Don
Julián), una celebrada tragedia de tema español.
Pero tal
vez su obra más conocida y aplaudida sea Imaginary
Conversations, que empezó a escribir en 1824, con adiciones y
modificaciones a lo largo de su vida, hasta 1853. Allí habla a través de
personajes históricos imaginados, literatos, filósofos y hombres de estado,
valiéndose de diálogos inventados y conversaciones producto de su imaginación,
sobre arte, sociedad, historia, moral y los más variados temas políticos,
filosóficos y religiosos.
La crítica consideró que la prosa era exquisita, balanceada, bellamente expresada y llena de poderosos apotegmas y epigramas, y lo consagró entonces como uno de los grandes de la literatura inglesa.
Entre 1837 y 1863 aparecieron sucesivamente Pericles and Aspasia, The Pentameron, Poemata et Inscriptions, The Hellenics of Walter Savage Landor, The Last Fruit of an Old Tree, Antony and Octavius, y Heroic Idyls, entre las más destacadas, que habrían de coronar su brillante carrera como escritor y poeta.
Murió en Florencia, ciudad donde escribió la mayor parte de su obra y donde vivió la mayor parte de su vida. Allí, en el cementerio inglés, reposan sus restos.
El
epitafio grabado en su tumba transcribe las dos últimas estrofas del poema que
en su memoria escribió el poeta inglés Algernon Charles Swinburne:
Y tú, su Florencia, bajo tu cuidado
recibe y guarda,
guarda a salvo su delicado polvo,
su sagrado sueño.
Así tus amantes, venidos de lejos,
unirán a tu nombre
su fama sin mancha,
como se unen el lucero de la mañana y el
lucero de la tarde.
ROSE AYLMER
(El poema fue
escrito en 1851, cuando Walter se enteró de la muerte de Rose, y está grabado
en su tumba en un cementerio de Calcuta):
¡Oh, lo que vale el linaje imperial!
¡Oh, la forma divina!
¡Todas las virtudes y las gracias!
Rose Aylmer, lo tuviste todo.
Rose Aylmer, a quien estos ojos desvelados
pueden llorar, pero no ver,
una noche de recuerdos y suspiros
te consagro.
JORGE IV
(Savage Landor escribió este epitafio en
latín para Jorge IV, cuyo tratamiento hacia Carolina de Brunswick había sido
desagradable para el poeta):
Aquí yace
uno que yacía siempre y en todas partes,
el peor miembro de la peor familia,
Jorge, Rey de Gran Bretaña, el IV con ese
nombre.
El sepulcro que lo guarda es amplio
y está suntuosamente decorado
para contener a todos los Nerones.
DISCURSO MORIBUNDO DE UN VIEJO FILÓSOFO
(Dying Speech of an Old Philosopher)
(Escrito el día que cumplió 74 años)
Nunca
luché por nadie, nadie lo merecía;
Naturaleza
y Arte los amé por igual;
dio calor
a mis manos el fuego de la Vida;
y estoy,
mientras se hunde, listo para viajar.
LEVE ES EL AÑO QUE SE VA - (Mild is the parting year)
Leve es el año que se va, y es dulce
el olor de los copos del rocío;
la vida pasa en rudo y veloz vuelo
y su final produce escalofrío.
Cortejo su tristeza, espero el cierre,
pero al final lamento sobremodo
que no tendré en mi pecho ni en mi tumba
la lágrima que habría calmado todo.
VERSOS
POR QUÉ QUEMADOS - (Verses why burnt)
¡Cuántos
versos he tirado al fuego,
porque la
palabra apropiada,
la más
buscada,
se perdió
sin remedio!
ÚLTIMAS PALABRAS - (Last Lines)
La muerte
me hace guardia, y al oído
me
susurra palabras que no entiendo,
mas, todo
lo que sé de su lenguaje,
es que no
existe la palabra miedo.
En 1851, cuando se enteró de la muerte de su amada Ianthe, quiso honrar su memoria y escribió:
¡Sofía! a quien rara vez llamé por su nombre,
y temblé cuando lo escribí; oh amiga mía,
¡separada tanto tiempo de mí! Una mañana soñé
que caminábamos de la mano por senderos
resbaladizos por la luz del sol: después que
muchos años
habían volado, y los mares y los reinos se
habían cruzado,
y mucho (¡ay, cuánto!), soportados por ambos,
unimos nuestras manos y contamos nuestra
historia.
Ahora tu mano se ha escapado de la mía,
y el mármol frío la encalambra; tengo un sueño,
¿tú también sueñas? ¿y nuestros sueños son los
mismos?
UNA CITA
- Sobre el
amor, sobre el dolor, sobre cada cosa humana,
el tiempo rocía el agua del Leteo con su ala.
* Con información de Walter Savage Landor: A
Biography in Eight Books. By John Forster.
Chapman & Hall. London. 1876.
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