UNIVERSOS - VOLUMEN II. CAPÍTULO XXVIII - ARTHUR RIMBAUD

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 CAPÍTULO XXVIII

ARTHUR RIMBAUD

 

Jean Nicolas Arthur Rimbaud, poeta simbolista francés.

Charleville, 20-10-1854; Marsella, 10-11-1891.

      Niño prodigio, fenómeno literario, enfant terrible, “el Shakespeare niño” según Victor Hugo, transgresor, precoz, rebelde, impertinente, genio, insolente, traficante de armas, crápula, pervertido, borracho, drogadicto, antisocial, fascista, patriota, burgués, poeta maldito… todo esto y mucho más en una envoltura de ángel-niño-hombre y en apenas 37 años turbulentos y contradictorios.

      A los siete años ya componía poemas y elegías en latín avanzado. El director de su colegio sentenció: “Nada común crece en esa cabeza, será un genio del mal o un genio del bien”. Tal vez fue ambas cosas.

En apenas cuatro años -entre los 15 y los 19- escribió casi toda su obra literaria, y le alcanzó para provocar un revolcón en la literatura europea al romper con las rígidas estructuras que encorsetaban la poesía académica y romántica de su tiempo. Fundamentalmente con Une saison en enfer, obra pionera del simbolismo, y Les illuminations, que incluye los primeros poemas en verso libre, se anticipó al surrealismo y se convirtió en el padre de la poesía francesa moderna. Influyó en numerosos poetas, y todavía cien años después, la llamada generación beat lo convirtió en uno de sus ídolos esenciales.

      Su tormentosa relación sentimental con Paul Verlaine, otro genio de la poesía igualmente transgresor, marcó la vida y la obra de ambos y escandalizó a la intelectualidad francesa.

      A los veinte años, Rimbaud abandonó definitivamente la poesía, se enroló en el ejército colonial holandés, fue enviado a Indonesia, desertó, regresó a Francia, luego se fue a Chipre, después a Yemen, y en 1884 recaló finalmente en Harar, un pueblecito de Etiopía donde vivió los últimos años de su vida dedicado al rentable negocio del tráfico de armas para dictadorzuelos africanos. Y sorprende –en un poeta que llevó la poesía a niveles sublimes- que allí, como si la literatura nunca hubiera existido, haya sido aparentemente feliz. Una personalidad altamente compleja, sin duda.

      En mayo de 1891, una sinovitis en su rodilla derecha, que luego se convirtió en carcinoma, lo obligó a regresar a Francia donde días después le amputaron la pierna. Seis meses después moría en un hospital de Marsella.

      El poeta de la rebeldía, y el más grande que ha habido. Alto elogio, viniendo de Albert Camus, otro enfant terrible, premio Nobel y brillante intelectual de la literatura francesa.

Sus cenizas reposan en el Cementerio de Charleville Mezieres en Ardennes, Francia. El epitafio dice: Rogad por él.

      Según su biógrafo Enid Starkie, sus últimas palabras quedaron en una carta a una compañía naviera:

Me hallo enteramente paralizado y desearía por ello subir pronto a bordo. Tengan a bien comunicarme a qué hora se me podrá embarcar. 


EL BAILE DE LOS AHORCADOS - (Bal des pendus)

En el negro patíbulo, querido manco,

danzan, danzan los paladines,

los escuálidos paladines del diablo,

los esqueletos de los Saladinos.


El Señor Belcebú tira de la corbata

de sus pequeños títeres negros que le hacen muecas al cielo

y con un zapatazo en la frente,

los hace danzar al son de un viejo villancico.


Y los ofendidos títeres enlazan sus brazos endebles:

Como órganos negros, los pechos erguidos

que antes estrechaban gentiles damiselas,

se rozan largamente en un repugnante amor.


¡Hurra, alegres danzarines que ya no tenéis panza!

¡Podéis hacer cabriolas, los tablados son amplios!

¡Oh, que no se sepa si es batalla o es danza!

¡Belcebú, entusiasta, rasga sus violines!


¡Oh rudos talones, jamás se rae su sandalia!

Casi todos se han quitado su camisa de piel;

el resto no preocupa y se ve sin escándalo.

Sobre sus cráneos la nieve ha puesto un gorro blanco:


El cuervo hace un penacho en sus cabezas carcomidas,

de su magro mentón cuelga un trozo de carne:

Parecen, cuando giran en oscuras refriegas,

valientes luchadores enfrentando armaduras de cartón.


¡Hurra, el invierno silba en el gran baile de los esqueletos!

¡El negro patíbulo brama como un órgano de hierro!

Los lobos han respondido, desde el violeta de los bosques:

En el horizonte, el cielo es del rojo del infierno…


Hola, sacúdeme a estos fúnebres capitanes

que desgranan, socarrones, de sus gordos dedos rotos

un rosario de amor por sus pálidas vértebras:

¡No estamos aquí en un monasterio, oh muertos!


Oh, he aquí que en medio de la danza macabra

salta hacia el cielo rojo, como un loco, un gran esqueleto

llevado por el ímpetu: Se encabrita como un corcel

y, al sentir todavía la cuerda rígida en el cuello,


crispa todos sus dedos sobre un fémur que cruje

con gritos parecidos a risas de burla;

después, como un comediante vuelve a su caseta,

y reinicia su baile al ritmo de las osamentas.


En el negro patíbulo, querido manco,

danzan, danzan los paladines,

los escuálidos paladines del diablo,

los esqueletos de los Saladinos.


LA ETERNIDAD - (L’eternité)

¡La hemos encontrado!

¿Qué? - La Eternidad.
Es el sol poniente

bañado de mar.


Alma centinela,

oigamos las cuitas

de la noche negra

y el fuego del día.


De impulsos banales,

de humanos sufragios,

liberas tu vida

y así vas volando.


Nada de futuro,

brasas de satén,

despertar ardores

es vuestro deber.


Ninguna esperanza,

oriente ninguno.

Ciencia con paciencia,

suplicio seguro.


¡La hemos encontrado!

¿Qué? - La Eternidad.
Es el sol poniente

bañado de mar.


SENSACIÓN - (Sensation)

En las tardes azules del verano,
iré por los senderos, picado por el trigo,
y pisaré la hierba diminuta;
soñador, su frescura percibirán mis pies,
mientras el viento baña mi cabeza desnuda.
No diré nada, no pensaré en nada:
se inflamará mi alma de un amor infinito,
me iré lejos, muy lejos, por la Naturaleza,
feliz como un bohemio que va con su mujer.


CITAS

- La honestidad de la mendicidad me aturde.

- Mediante la poesía, llegar a lo desconocido.

- ¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?

- No se es serio cuando se tienen diecisiete años.