CAPÍTULO XCVI - HENRY VAN DYKE
Category:
CAPÍTULO XCVI
HENRY VAN DYKE
Henry Jackson Van Dyke Jr., poeta, escritor, profesor, ensayista, traductor, diplomático y pastor presbiteriano estadounidense.
Germantown, Pennsylvania, 10-11-1852; Princeton, 10-04-1933.
Se graduó en la Universidad de Princeton en 1873, donde posteriormente enseñó literatura inglesa por veinticuatro años.
En 1913 fue designado embajador ante los Países Bajos y Luxemburgo, experiencias que relató en su obra Pro Patria.
En 1916 regresó a su país y poco después fue designado Miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras.
Por algún tiempo fue presidente del Instituto Nacional de Artes y Ciencias.
The Other Wise Man, publicada en 1896, y The First Christmas Tree en 1897, dos de sus obras más conocidas fueron leídas inicialmente en voz alta a su congregación en New York como sermones y le significaron reconocimiento inmediato.
Otras historias y cuentos fueron recogidos periódicamente en volúmenes. Entre estas colecciones merecen mencionarse The Ruling Passion (1901), The Blue Flower (1902), The Unknown Quantity (1912), The Valley of Vision (1919), y The Golden Key (1926).
En cuanto a sus versos, fueron coleccionados en Poems y publicados en 1920.
Su producción literaria abarca alrededor de 70 libros.
En 1858 conoció al General Robert Edward Lee, quien lo invitó a un paseo a caballo. Con el tiempo, van Dyke lo mencionó entre los tres hombres que más influenciaron su vida; los otros dos fueron su padre Henry van Dyke Sr. y el poeta Alfred Tennyson.
Su hijo Tertius van Dyke publicó en 1935 Henry Van Dyke: A Biography.
Sus últimas palabras:
Algunos están tan temerosos de morir que nunca empiezan a vivir.
Sus cenizas reposan en el cementerio de Princeton, New Jersey.
INSCRIPCIÓN PARA EL RELOJ DE SOL DE KATRINA TRASK. EN SU JARDÍN DE YADDO.
(Inscription for Katrina's Sundial. In her garden of Yaddo)
I.-
Las horas vuelan,
las flores mueren.
Los nuevos días,
las nuevas formas
pasan.
El amor queda.
II.-
El tiempo es
muy lento para los que esperan,
muy rápido para los que temen,
muy largo para los que sufren,
muy corto para los que gozan,
pero para los que aman
el tiempo no existe.
PARÁBOLA DE LA INMORTALIDAD
(También atribuída a Luther F. Beecher y a William Shakespeare).
(Gone from my site – A Parable of Immortality).
Estoy de pié sobre la costa.
Una barca a mi lado extiende sus blancas velas
frente a la brisa mañanera y empieza a desplazarse
sobre el mar azul.
Es un símbolo de belleza y poderío.
De pié, la veo perderse en la distancia
hasta que finalmente
parece un picotazo en una nube blanca,
justo donde se encuentran mar y cielo
para fundirse el uno con el otro.
Entonces, alguien a mi lado dice:
¡Vaya, se ha ido!
¿Se ha ido a dónde?
Lejos de mi vista. Eso es todo.
Su mástil y su casco y su palo,
se ven tan grandes como cuando salieron de mi lado,
y se ve poderosa para llevar su peso de carga viva
hasta su lugar de destino.
Su disminuído tamaño es para mí, no para ella.
Y justo en el momento en que alguien
a mi lado dice, “¡Vaya, se ha ido!”
hay otros ojos mirando su llegada,
y otras voces listas para entonar el grito alegre:
“¡Ha llegado!”
Y eso es morir.
(Se sospecha que este último verso fue agregado por un desconocido).
CUATRO COSAS - (Four Things)
Cuatro cosas debe aprender el hombre
para alcanzar su verdadera historia:
pensar sin confusión y claramente;
amar sinceramente a sus semejantes;
actuar por motivos puramente honestos;
confiar seguramente en Dios y el Cielo.
UNA MILLA CONMIGO - (A mile with me)
¿Quién a mi lado correrá una milla
por el camino alegre de la vida?
Un compañero jubiloso y libre,
que se atreva a reír a carcajadas,
cuyo juego de sueños sea una fiesta,
como un niño feliz entre las flores
que llenan los senderos y los campos
en una milla que ambos recorremos.
¿Quién a mi lado correrá una milla
por el camino triste de la vida?
Un corazón amigo que perciba
sobre el oscuro prado las estrellas
y el sereno reposo al fin del día.
Un docto amigo que a decir se atreva
por el camino las palabras justas
en una milla que ambos recorremos.
Con tal amigo y compañero iría
a caminar hasta el final del viaje,
con la lluvia invernal o el sol de estío.
¿Y luego? ¡Adiós y nos veremos luego!
Comments (0)
Publicar un comentario