CAPÍTULO XI - RUPERT CHAWNER BROOKE
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CAPÍTULO XI - RUPERT CHAWNER BROOKE
RUPERT
CHAWNER BROOKE *
Poeta
inglés, “poeta-soldado”, conocido principalmente por sus sonetos, escritos durante la Primera Guerra Mundial.
Rugby,
Warwickshire, Inglaterra, 03-08-1887; Mar Egeo, Skyros, Grecia, 23-04-1915.
Era hijo de
William Parker Brooke, tutor en School House, y Ruth Mary (Cotterill) Brooke.
A los
seis años conoció a Virginia Stephen (más tarde Woolf), cinco años mayor que
Rupert, cuando los padres de ambos fueron a Cornwall para unas vacaciones.
A los
nueve años descubrió los poemas de Robert Browning, que despertaron su interés
por la poesía.
Empezó a
escribir versos desde su temprana adolescencia. A los 17 años fue finalista del
premio de poesía de la secundaria con The Pyramids, y al año siguiente
se llevó el primer premio con The Bastille. El premio incluía libros de
poesía de Christina Rosetti y Robert Browning.
A
mediados de 1906 ingresó al King’s College de la Universidad de
Cambridge, gracias a una beca por su tesis John Webster and the Elizabethan
Drama.
En 1907
Brooke se convirtió en cofundador y presidente de la Marlowe Society, que
tenía como objetivo poner en escena obras de teatro isabelinas.
Paralelamente,
fue elegido miembro asociado de la Fabian Society, una organización
política de orientación socialista.
En 1908
fue elegido miembro de The Apostles, un exclusivo grupo de debate
fundado en 1820 por amigos principalmente estudiantes universitarios de Trinity y King's, dedicados a elaborar una filosofía para la vida. La Sociedad
era íntima, reservada y a menudo predominantemente homosexual. Había tenido o
tenía entre sus miembros a figuras como Arthur Hallam, Alfred Tennyson,
Bertrand Russell, Eddie Marsh, John Maynard Keynes, George Edward Moore,
Leonard Woolf y Oscar Browning.
La membresía significaba pertenecer de por vida a una fraternidad sellada herméticamente a las fuerzas externas.
Entre ellos, fue Eddie Marsh, erudito, traductor, secretario de Churchill y de los más poderosos ministros del Reino Unido durante muchos años, personaje discreto pero muy influyente especialmente dentro de la comunidad homosexual de Gran Bretaña, quien editó cinco antologías de la escuela de poetas georgianos y mantuvo durante toda su vida una leal y estrecha amistad con Brooke, lo introdujo en las altas esferas de la sociedad británica y se convirtió en su albacea literario.
El
reconocimiento de Brooke como poeta ocurrió en 1911 con la publicación de dos
volúmenes: Georgian Poetry y Poems 1911.
Su
atractivo físico, su conversación fácil y agradable, su éxito social y cultural
con la gente de su entorno, su talento literario y su trágico destino lo
convirtieron en una figura de culto de las letras inglesas.
Su
compañera de estudios Frances Darwin, nieta del naturalista Charles Darwin, lo
definió así en estos versos, muy conocidos entre los “brookistas”:
Un joven Apolo de cabellos dorados
soñando al borde de la contienda
magníficamente desprevenido
para la larga pequeñez de la vida.
Aunque
sus primeras inclinaciones fueron homosexuales -James Strachey, Denham Russell
Smith- no hay evidencia de que se hayan mantenido después de la adolescencia.
La
relación del poeta con sus musas giró alrededor de sus crisis emocionales, con
muchos altibajos, quizás porque quiso idealizar en cada una de ellas las
virtudes de todas. Pero pocos como él vivieron la poesía y la vida de manera
tan próxima a sus numerosas y accidentadas relaciones sentimentales.
Una
mirada a las más cercanas tal vez nos traiga luces para entender mejor su corta
pero intensa aventura terrenal.
Noël
Olivier Richards (1892-1969).
Hija
menor del gobernador de Jamaica, Sir Sidney Olivier. Se conocieron en mayo de
1908, ella tenía 15 años y él 20, se llevaron muy bien y ella se convirtió en
el objeto de sus afectos durante varios años. Algunos de sus primeros poemas,
como Your Eyes y The Hill fueron inspirados por ella. Pero
pensaba que él no le inspiraba respeto; lo encontraba demasiado joven,
demasiado soñador, demasiado inmaduro.
En 1910,
para sorpresa de Brooke y después de muchos altibajos, Noël finalmente aceptó
casarse con él. Además, vio cómo lo buscaban, lo admiraban, lo llenaban de
adulación por todos lados. Con el tiempo, sin embargo, las inseguridades de
Rupert fueron contaminando poco a poco el escenario y la relación no avanzó.
A pesar
de todo, Noël no estaba siendo totalmente firme en su posición. A mediados de
1911, después de sincerarse con Rupert y decirle que no lo amaba, ella fue a
quedarse en Oxford con sus padres y le escribió: “A veces seré peligrosamente
afectuosa; así que, por favor, si vienes, sé severo conmigo, porque odiaría
encontrarme a la deriva en una relación que no puedo mantener contigo; el
verano pasado fue glorioso en ese momento, y ahora me encanta por eso; pero a
veces era tan espantoso... que siento que no querré volver a hacer lo mismo
nunca más". Y firmó la carta, "Amor de Noël".
Rupert
efectivamente fue a Oxford a finales de julio, pero no pasó nada peligroso.
Lo
intentó de nuevo unos días después: ambos iban al campamento neopagano en Devon
a finales de agosto, y Rupert propuso que se reunieran en secreto tres días
antes y caminaran juntos a través del país hasta el campamento.
Noël le
dio un portazo: "No es una buena idea, debes esperar hasta que tenga 21
años".
A finales
de agosto de 1912 fue a Limpsfield y a mediados de septiembre invitó a Bryn,
hermana de Noël, que en tres semanas estaría casada, a una última caminata, con
insinuaciones de que pasarían juntos uno o dos días. Ella lo dejó plantado.
Para
mediados de mayo de 1913, un día antes del viaje de Rupert a Estados Unidos,
Canadá y los mares del Sur, Noël aceptó cenar con él, después de prometerle que
se mantendría bajo control. Como ya había sucedido, durante la cena no pudieron
articular qué había salido mal.
Su
alistamiento al estallar la guerra cambió todos los planes. Se vieron por
última vez en Londres en casa de Bryn Olivier y su esposo, a finales de 1914,
antes de su regreso al campamento.
Fue el
desagradable sentido del humor de Rupert lo que acabó con cualquier amor que
ella le tuviera, dice uno de sus biógrafos.
Mantuvieron
una extensa correspondencia que, a la muerte del poeta en 1915, ella se negó
categóricamente a publicar.
Sin
embargo, su nieta Pippa (Philippa) Harris, publicó en 1992 Song Of Love: The
Letters of Rupert Brooke and Noël Olivier, que incluye seis años -1909 a
1915- de correspondencia.
Al final, en 1920 James Strachey se casó con la bedaliana Alix Sergeant-Florence y Noël con su colega médico William Arthur Richards. Años después, James y Noël tuvieron una prolongada relación adúltera.
Katherine Laird
Cox (Ka Cox) (1887-1938).
Era la
segunda de tres hijas de Henry Fisher-Cox, un adinerado corredor de bolsa, y de
Jane Thompson Laird. A los trece años perdió a su madre y a los dieciocho a su
padre, quedando financieramente independiente. Se graduó en Cambridge
University, formó parte del Bloomsbury Group y de la Fabian
Society, donde conoció a Brooke y se unió a su grupo de los Neo-pagans,
a comienzos de 1908.
Ka es una
criatura brillante, inteligente y agradable, escribió su amiga Virginia Woolf.
A lo
largo de 1910, Brooke se sintió cada vez más frustrado con la forma en que Noël
Olivier lo mantenía a distancia y pensaba cada vez más en Ka, y en 1911 decidió
que estaba enamorado de ella.
Dado que
Ka era sobre todo alguien que necesitaba ser necesitado, estaban bien
emparejados. Pero ni sus amigos, ni la sociedad en general, ni sus propias
conciencias les permitirían estar juntos en paz en esos términos.
Después
de la Navidad de 1911, Brooke se enteró de que la relación entre Ka y el pintor
Henry Lamb avanzaba y le propuso matrimonio a Ka. Ella lo rechazó y le reveló a
Brooke sus sentimientos por Lamb.
El 9 de
enero de 1912, Ka llevó a Rupert a Victoria y lo subió al tren a Cannes. Ella
se quedaría en Londres una semana y luego iría directamente a Munich; Rupert se
reuniría con ella allí tan pronto como estuviera en condiciones de viajar.
Rupert se
vio en París con Elisabeth van Rysselbergh, y desde allí le escribió: No te
preocupes por estar aquí un día. No estoy amando a Elisabeth. Lo que ahora
quería, dijo, era "volverme completamente hacia ti y olvidarme de todo
menos de ti, y perderme en ti, y dar y tomar todo, por un tiempo. Después, no
importa".
En otras
palabras, ambos deberían aceptar ignorar sus otros compromisos, mientras duraba
su aventura.
Desde
Cannes, durante tres semanas le escribió a diario todas sus confidencias.
El 16 de
enero, llena de incertidumbres y con Justin Brooke como compañía, Ka partió
para Munich. Se había convencido de que le debía a Rupert ser su amante y que
se debía a sí misma poner fin a su “condición de virginidad extraordinariamente
lasciva”.
En la
ciudad de los tres mil artistas, a salvo de las miradas indiscretas que la
rodeaban en Inglaterra, se lanzaría a la bohemia.
Volvieron
a estar juntos a finales de enero, y después de un par de intentos por pasar la
noche juntos, finalmente salieron el 17 de febrero a pasar el fin de semana en
Starnbergersee, veinte millas al sur de Munich. Durante el viaje ella le contó
que se había visto recientemente con Henry Lamb. A pesar de la incomodidad de
las precauciones anticonceptivas y de la sombra oscura de Lamb, fue un fin de
semana glorioso. Un mes después Rupert le escribió recreando la escena y
celebrándola como una de sus mejores victorias: “Ahora tengo la fuerza de un
ejército. Y te amo, en todas las formas del amor... Me siento orgulloso y
fuerte y erguido y desnudo frente a ti… Ninguna otra cosa significa nada”.
El 21 de
febrero partieron para Inglaterra, cargados de dudas y de culpas. Ka regresó al
piso de su hermana, mientras que Rupert se fue a Rugby. En mayo, volverían a
estar juntos en Berlín, donde podían contar con el apoyo de su amigo Dudley
Ward.
Su
encuentro en Alemania resultó en el embarazo de Ka, pero un aborto espontáneo
evitó planes de matrimonio.
Ka pensó
en casarse, pero Brooke y Lamb iban por otro lado; Brooke persiguiendo a Noël y
a su hermana Bryn, así que abandonó la idea. Además, había al menos otras cinco
mujeres en la vida de Brooke en ese momento.
Pero
necesitaban conciliar sus diferencias.
Justin
Brooke lo llevó a Everleigh, The Crown, hasta un lugar de encuentro junto a la
carretera en Bibury, donde Ka se hospedaba en el Swan. Ella y Rupert se
alejaron durante tres horas para discutir su relación mientras Justin esperaba
en su Opel. Fue el fin. Ka estaba inconsolable y Rupert plagado de culpas. Su
estado de ánimo ese fin de semana, y su bajo nivel, llevaron a su amiga Frances
Cornford a sugerirle que se fuera al extranjero por un tiempo. Aunque finalmente
no siguió su consejo hasta el mes de mayo siguiente, con resultados
beneficiosos, nunca volvió a hundirse tanto.
Mientras
Rupert estaba con los Cornfords en Lizard, Ka finalmente se fue a Berlín para
quedarse con Dudley y Annemarie. Iría a San Petersburgo, y no volvería a
Inglaterra hasta el verano.
Mientras,
Rupert seguía entre la incertidumbre de volver a Noel, decidir si se casaba con
Ka, encontrarse con Elisabeth, y hasta con Bryn Olivier.
A
principios de agosto, con disculpas y argumentos de poco peso le notificó a Ka
que no podía casarse con ella. Después de haber vivido con él como esposa,
ahora Ka estaba enamorada y se sentía atada a él. Aunque los amigos y la
familia le brindaron algo de ayuda, Ka tuvo que superar las secuelas del rechazo
de Rupert con sus propios recursos "sufriendo honesta y
verdaderamente", sintió Frances Cornford, "y soportándolo con
verdadero coraje y sencillez".
Para el
otoño de 1912 Ka estaba viviendo principalmente en Londres, y tratando de no
cruzarse con Rupert.
Después
de la severa carta de despedida de Rupert en junio de 1913, se hizo el silencio
entre ellos.
Tras el
alistamiento militar de Brooke, Ka siguió recibiendo cartas de él hasta su
muerte. Toda la correspondencia fue destruida.
Durante
la guerra, ella trabajó duro con refugiados serbios en Córcega, antes de
casarse con el pintor y oficial naval Will Arnold-Forster en 1918. Se mudaron a
Cornualles en 1928, donde le dio un hijo y murió en su casa en 1934.
Phyllis
Gardner (1890-1939).
Phyllis
pasó parte de su primera infancia en Atenas, donde su padre, Ernest Arthur
Gardner, era director de la Escuela Británica de Arqueología. A su regreso a
Inglaterra, la familia se estableció en Tadworth, Surrey, en una gran casa
llamada Farm Corner, cerca de Surrey Hills.
Phyllis
asistió a la Escuela Saint Felix en Southwold, Suffolk, entre 1907-1908. En
1908, se matriculó en la Slade School of Fine Arts y se especializó en
tallado de madera, pero también le gustaba dibujar y pintar animales.
Puso los
ojos en Rupert por primera vez el 11-11-1911, Día del Armisticio, en el salón
de te de la estación King’s Cross. Impactada por su belleza, hizo un
boceto de él en el tren que los llevaba a Cambridge, aunque no cruzaron
palabra. Tenía veintiún años, su padre era profesor de Arqueología en el
University College de Londres y su madre aspiraba a ser poeta y amiga de
poetas. Phyllis tenía los requisitos para haber sido una neopagana, pero algo
la había mantenido fuera del círculo de Rupert. Antes de aproximarse a él,
investigó entre sus más cercanos, y en su búsqueda habló con Noël Olivier, a
quien conocía desde el Women’s Unionat University College. El 4 de
diciembre fue a tomar el té en casa de los Olivier y vio una copia de los
poemas de Rupert, recién publicados. Noël percibió el entusiasmo de Phyllis y
le dijo que Rupert era “muy difícil de atrapar”.
A Noël le
divertía ver cuántas mujeres habían perseguido a Rupert en vano, y aunque sus
relaciones pasaban por un momento difícil porque Rupert le exigía un mayor
compromiso y ella lo contenía, no estaba dispuesta a ayudar a Phyllis a convertirse
en su reemplazo.
Ella
siguió yendo a tomar el té en casa de los Olivier y su enamoramiento de Rupert
fue objeto de burlas por parte de los neopaganos. Él no estuvo disponible sino
hasta el 25 de junio cuando regresó de Alemania después del naufragio de su
aventura con Ka. La madre de Phyllis intentó entonces una aproximación directa
invitándolo a almorzar a su club, con Phyllis a cuestas.
Rupert
ahora estaba regresando a Noël, pero había una
apuesta adicional: Elisabeth van Rysselberghe. Sin embargo, una pelirroja
ardiente, estudiante de Slade, merecía al menos una entrevista. Por su parte,
Phyllis estaba perdidamente enamorada desde su primer encuentro. “Era el Alfa y
Omega de mi vida”, escribió.
Rupert
revoloteaba entre Londres, Escocia, Rugby y otros sitios de atracción, pero
durante los siguientes tres meses vio a Phyllis con frecuencia y fue a quedarse
con sus padres en Tadworth. El gran paso fue invitarla a Grantchester a donde
él fue el 12 de octubre de 1912 y se quedó hasta el 30. Ella podría haber
tenido su propia habitación en Old Vicarage, pero la de Rupert era algo
menos decorosa con una fotografía de una amiga de pie, desnuda junto a un
sauce, lista para zambullirse en el río. Si era Noël, Phyllis la habría
reconocido, pero podría haber sido otra neopagana, o incluso Virginia Stephen
en su visita un año antes. En cualquier caso, Phyllis aceptó el desafío cuando
Rupert le propuso bajar a la Piscina de Byron. Si la desnudez ayudaba a llamar
su atención, ella estaría desnuda.
Nadaron
en la piscina, retozaron en el prado del lado opuesto, le dijo que tenía un
cuerpo muy hermoso, la besó y se vistieron.
Rupert
estaba en problemas con Ka, Bryn estaba perdida por su matrimonio con Hugh,
Noël seguía siendo indispensable, aunque todavía inexpugnable, y mientras
trataba de seducir a Phyllis en Grantchester, hacía planes para un fin de
semana con Elisabeth van Rysselberghe.
Para
finales de 1912, Phyllis se permitió una visita a Rupert en el apartamento de
Eddie, con la esperanza de continuar donde lo habían dejado en octubre:
“Descubrimos que queríamos volver a vernos sin nada puesto… nos pasamos las
manos suavemente unas sobre otras”, escribió ella en su Memoir.
A
comienzos de 1913 le pidió a Phyllis que se fuera con él un fin de semana, pero
la enojó al tratar de explicarle sobre la anticoncepción. Ella le respondió:
“Si seguir viéndote significa eso: coito sin resultado, definitivamente lo
rechazo. ¿Por qué no me quieres lo suficiente como para considerar la posibilidad
de casarte conmigo?”
En marzo
Phyllis regresó a su casa en Tadworth con un ataque de nervios. Rupert regresó
a Rugby donde recibió cartas enojadas de la madre de Phyllis sobre su comportamiento.
“Será
mejor que me vaya, ya sabes”, le escribió a Ka el 7 de marzo, “no le estoy
haciendo ningún bien a nadie aquí, ni a mí ni a nadie”.
Ni
siquiera la noticia de su beca lo hizo cambiar sus planes de irse a California
en octubre.
Phyllis y
Rupert se volvieron a encontrar una última vez, en octubre de 1914, cuando él
estaba en la División Naval Real y acababa de regresar de Amberes. Almorzaron
con la madre de Phyllis, en Gatti House, Covent Garden. Para entonces, la Sra.
Gardner había transferido su cacería a terrenos del poeta Robert Frost, quien
desdeñó sus ambiciones, tanto poéticas como sociales. Phyllis se había
convertido en una cristiana devota y aceptó la muerte de Rupert con
resignación. Nunca se casó y se dedicó a criar perros lobos irlandeses.
A su
muerte por cáncer de mama en 1939, dejó a su familia los registros de su amor
por Rupert, con instrucciones de entregarlos en algún momento a la Biblioteca
Británica para ser abiertos 50 años después.
Las
cartas de Rupert a Phyllis muestran un lado cruel que Edward Marsh, su albacea
literario, trató de ocultar. De hecho, el círculo de Brooke percibió que la
descripción de Marsh de un joven ejemplar muerto en su mejor momento, era una
representación engañosa de una figura más compleja.
La Rupert
Brooke Society financió una lápida para la tumba de Phyllis con un diseño
que refleja quién era y qué le importaba.
El texto
inferior es un fragmento del poema de Brooke Beauty and Beauty, inspirado
en su aventura con Phyllis, desnudos a la luz de la luna en Grantchester a
finales de octubre de 1912.
Cuando
Brooke le envió a Phyllis una copia, ella respondió: “Me encanta el poema.
Tiene una forma de resonarle a uno en la cabeza. Eres un buen cantante”.
La lápida
en el Cementerio de la Iglesia de St James the Less, en Stubbings, dice:
Phyllis
Gardner
Artista,
escritora y amante
de los
perros lobos irlandeses
6 de
octubre de 1890 - 16 de febrero de 1939
‘Donde
las dos bellezas se encontraron,
hay un
temblor de tierra todavía,
queda aún
el perfume de los vientos,
y el aire
es un recuerdo delicado’
En la
parte superior hay un logotipo con reminiscencias de la iglesia octogonal del
Martyrium en la antigua Hierápolis (actual Pamukkale), homenaje al apóstol
Felipe, al cual Phyllis hace referencia en su Memoir.
Finalmente,
la parte inferior muestra la imagen de un perro lobo irlandés, según un grabado
suyo en madera, tomada de su libro The Irish Wolfhound: A Short Historical
Sketch.
Violet
Asquith (1887-1969).
Nació en
Londres, hija única de Herbert Henry Asquith y Hellen Melland. Perdió a su
madre a los cuatro años y su padre se volvió a casar casi tres años después con
Margot Tennant, con quien Violet y su hermano Raymond tuvieron una relación
conflictiva.
Fue
educada en casa por institutrices de alto nivel y terminó su educación en
Dresde y París.
Uno de
sus biógrafos, escribió: “Tenía una mente poderosa e inquisitiva, aliada a un
temperamento de fuerza abrumadora... También era muy sensible a la belleza,
visual y musical, y una amante de la literatura, con un dominio del lenguaje
que le permitía escribir de manera muy colorida y expresiva”.
En abril
de 1908 su padre llegó a Primer Ministro, debido a la renuncia del titular.
Violet se
involucró sentimentalmente con Archie Hamilton-Gordon, hijo de John Hamilton-Gordon,
séptimo conde de Aberdeen, quien resultó gravemente herido en un accidente
automovilístico en diciembre de 1909. Los médicos diagnosticaron varias
costillas fracturadas, un hueso pélvico destrozado, un hombro dislocado y una
vejiga gravemente rota. Se comprometieron en el Hospital de Winchester mientras
Gordon agonizaba.
El 11 de
marzo de 1913, Eddie Marsh ofreció una cena para celebrar la beca de Rupert. W.
B. Yeats fue el invitado de honor, pero había también tres nuevas damas.
Lady
Cynthia Asquith, casada con Herbert, hijo del primer ministro Asquith, y
Clementine Churchill casada con Winston.
La
tercera dama era Violet Asquith, amiga muy cercana de Churchill. Era muy
atractiva, literata, altamente sensible y de la misma edad que Rupert. Había
estado enamorada de Winston e intentó suicidarse cuando este se comprometió con
Clementine. Puesto que era la única soltera del grupo, Eddie pudo haber pensado
que era un buen partido para Rupert.
Se
volvieron cercanos, pero si hubo sentimientos románticos fue solo del lado de
Violet, y ella seguía siendo una de las que podrían haber estado en la vida de
Rupert. Los Asquith no eran una familia de aristócratas, por lo cual no habría
que saltar muchos peldaños para casarse.
Un mes
después lo invitó a su cena de cumpleaños en 10 Downing Street, donde
uno de los invitados era George Bernard Shaw.
Entre las
mujeres cercanas a la vida de Brooke, Violet parece haber sido la única
realmente amiga, solamente amiga, sin arandelas sentimentales al menos por parte
de Rupert.
En
febrero de 1915 Violet despidió en el muelle a Rupert, que además de amigo se
había convertido en corresponsal, navegando con su división rumbo a la campaña
de Gallipoli y a la muerte. Meses después, Violet escribió a Aubrey Herbert que
la muerte de Brooke había sido uno de los mayores dolores de su vida; y según
Virginia Woolf, en 1916 dijo que había amado a Brooke "como nunca antes
había amado a ningún hombre".
El 30 de
noviembre de 1915, Violet se casó con Maurice Bonham-Carter (1880-1960), el
principal secretario privado de su padre. Se convirtió en la Sra. Bonham-Carter
hasta que, en diciembre de 1916, recibió el título de caballero y ella se
convirtió en Lady Bonham-Carter. La pareja tuvo cuatro hijos, Cressida, Laura,
Mark y Raymond.
Violet
escribió varios libros y varios volúmenes de diarios y cartas.
Después
del éxito del Partido Laborista en las elecciones generales de 1964, el nuevo
primer ministro, Harold Wilson, le dio un lugar en la Cámara de los Lores. Tomó
el título de Baronesa Asquith de Yarnbury y, a pesar de su mala salud, asistía
regularmente a debates. También votó a favor de leyes más liberales sobre el
aborto y la homosexualidad en 1966-1967. Su último discurso, en noviembre de
1968, fue sobre la necesidad de reformar la segunda cámara.
Violet
Bonham-Carter murió en Londres de un ataque cardíaco, el 19 de febrero de 1969
y fue enterrada en la Iglesia de St Andrew en Mells, Somerset.
Elisabeth
van Rysselberghe (1890-1980).
Era hija
del destacado pintor neoimpresionista belga Theo van Rysseelberghe y de María,
una escritora del círculo literario de André Gide. Se conocieron brevemente
durante el Bacchus-Fest de Munich en febrero de 1911. Ella estaba allí
con su madre, para mejorar su alemán y participar de la alegre y bulliciosa
escena artística de la ciudad. Había sido acogida por los Ewalds, que la
presentaron a Brooke como una carnival bride.
A
principios de marzo Elisabeth volvió a Munich sola, dándole a Rupert la oportunidad
de una aventura, como había dicho él que ahora estaba decidido a hacer.
Elisabeth
era un alma ardiente e impulsiva que se había enamorado perdidamente de Rupert.
Era de piel oscura, grandes ojos tristes y rasgos aquilinos, un poco como Noël
en apariencia, aunque la apariencia de Elisabeth era más fuerte que bonita. Se
sentía atraída por hombres más débiles que ella, con un lado femenino en su
naturaleza. Había mucho en común entre ella y Ka, cualidades de devoción e
integridad que tranquilizarían a Rupert, pero también, desafortunadamente, lo
pondrían nervioso. Aquí estaba una joven de espíritu libre, sola con él en una
ciudad extranjera, dejando claro que estaba enamorada de él y, obviamente
dispuesta a “dar el paso”. Todo lo que tenía que hacer Rupert, al parecer, era
sumergirse en las olas de la pasión.
Y se
sumergió, pero estuvo a punto de ahogarse; algo no funcionó y parece que no fue
precisamente el corazón. Lo adivinamos por Lust, el soneto que le
escribió.
Rupert se
marchó a Viena, donde Ernst Goldschmidt, su amigo de Cambridge. Allí recibió
confirmación de Elisabeth, para pasar un par de días con él en Venecia, a
finales de abril. ¿La desearía allí?, preguntó con nostalgia. Por supuesto que
lo haría, juró Rupert, en medio de una discusión indirecta sobre los peligros
del embarazo. Elisabeth respondió rápidamente para decirle que no estaba
preparada para “entregarse” a él en Venecia. Las aguas estaban revueltas y los
malentendidos rondaban el ambiente.
Rupert
decidió ir a Florencia para ayudar a su antiguo maestro Bob White-Law que se
había enfermado, pero antes fue a Munich para un melodramático ajuste de
cuentas con Elisabeth. Huyendo de los enredos emocionales de Inglaterra, se
encontró huyendo de las peores complicaciones que había provocado en Alemania.
Hicieron
planes superficiales para pasar en agosto una semana en Marsella, pero se
despidieron en malos términos, ella pidiéndole que se asegurara de decirle la
verdad y que no era honesto querer ser violada.
Rupert
sintió que Elisabeth quería que le prometiera amor eterno y luego cayera a sus
pies, mientras que él quería de ella sexo en términos fijos después de conocer
todas las instrucciones. Ahora ambos se sentían completamente confundidos,
culpables e insatisfechos. Pero Elisabeth pronto volvería a competir y haría
otro intento por ganarse su amor.
A
mediados de julio de 1911, Elisabeth se había presentado en Inglaterra y
cumpliría veintiuno en tres meses. Rupert acordó encontrarse con ella en la
Sala Italiana de la Galería Nacional y dijo que se alegraba de verla, pero que,
de hecho, sólo se alegraría si se podía arreglar un período de convivencia. Más
tarde le dijo a Ka que sentía una “horrible mezcla de lujuria y aversión” por
Elisabeth en ese momento.
Desafortunadamente,
ella se estaba quedando con la familia de un clérigo en Teddington. Rupert le
dijo que alquilara habitaciones en un pueblo cercano, después de lo cual se
reuniría con ella; luego dijo que estaba cansado y confundido y que realmente
no sabía lo que quería. De hecho, era bastante simple: quería esconderla de sus
otros amigos, irse con ella durante una semana de pasión cuando pudiera
encontrar el tiempo, y luego ser libre para seguir adelante. Elisabeth lo
amaba, pero no lo quería en esos términos. Se vieron de vez en cuando y en
secreto hasta el otoño, cuando Elisabeth regresó a París.
El 9 de
enero de 1912 Elisabeth se encontró con Rupert en la estación parisina de Gare
du Nord y se ocupó de él durante dos noches y un día en la villa de sus padres,
antes de enviarlo con su madre a Cannes.
A finales
de 1912, desde Grantchester, Rupert le escribió a Swanley, invitándola a pasar
un largo fin de semana en el campo. El
viaje requirió una cuidadosa planificación. Para evitar percances, Rupert le
envió un libro sobre anticoncepción.
El
viernes 1 de noviembre de 1912 por la tarde, Elisabeth viajó desde Swanley. Sus
instrucciones eran tomar un taxi en Victoria, decirle al conductor que fuera a
Hampstead si alguien que conocía estaba al alcance del oído, y encontrarse con
Rupert en el salón de té de Waterloo. De ahí saldrían para pasar el fin de
semana en Devon.
Todo
salió bien, excepto el sexo que, como había sucedido con Ka, fue incompleto y
decepcionante. Elisabeth quedó con el corazón roto, aunque todavía enamorada de
él.
Como de costumbre,
la respuesta instintiva de Rupert a las dificultades con las chicas fue no
estar disponible.
Una vez
que Elisabeth regresó a Kent, Rupert se fue por un mes a Berlín para quedarse
con los Wards y terminar su tesis. Le dijo a Hugh Dalton que no había escrito
una palabra, pero que se pasaba el tiempo haciendo el amor, sin éxito, con
bailarinas.
Terminó
su tesis en Berlín y regresó para enviarla a King’s a mediados de diciembre.
Desde
Rugby le escribió a Elisabeth el día de Navidad: “Te hice mal. Lo siento.
Estaba muy cansado en esos días, y me hiciste enojar mucho… Soy una bestia”.
Durante
abril y mayo de 1913, Rupert continuó su asedio: “Quiero más… quiero completar
nuestros recuerdos”, le escribió. Pero no era lo que ella quería. Estaba herida
por lo sucedido en Devon.
Probablemente
estaba enamorada, pero a cambio quería amor verdadero y matrimonio.
Al
parecer se vieron por última vez en Swanley en mayo de 1913. A finales de ese mes, ya en el mar, Rupert le
escribió: “Estoy enamorado, de diferentes maneras, de dos o tres personas.
Siempre lo estoy. Probablemente lo sabes. No estoy casado con nadie, ni es
probable que lo esté. Hace poco más de un año me enamoré violentamente de
alguien que me trató mal. La historia es sangrienta y no importa. Solo que, por
un tiempo, me dejó incapaz de amar a nadie. En cuanto a ti, niña: ahora tengo
dos sentimientos hacia ti, que se alternan y se mezclan y crean confusión. Me
gusta estar contigo… Pero aparte de todo eso, tú me despiertas la pasión… El
fuego en ti enciende el fuego en mí, y no soy el único responsable. Solamente
mi querida, eso es todo lo que hay: esas dos cosas. No quiero casarme contigo.
No estoy enamorado de ti de esa manera.”
Elisabeth
Van Rysselberghe se convirtió en 1923 en la madre de la única hija de André
Gide, Catherine Gide, reconocida y adoptada por el escritor tras la muerte de
su esposa Madeleine en abril de 1938.
Años
después, Catherine escribió que creía que Rupert y Elisabeth podrían haberse
convertido en amantes en un sentido completo en Swanley en mayo de 1913.
En 1931,
Elisabeth se casó con el novelista Pierre Maurice Herbart. Se divorciaron en
1968.
Cathleen
Nesbitt (1888-1982).
Fue la
gran dama del teatro a ambos lados del Atlántico, con cerca de 300
interpretaciones memorables. Completó su educación en Queen's University en
Belfast y en la Sorbona de París. Hizo su primera aparición en el Royalty
Theatre de Londres en 1910.
Rupert la
vio por primera vez el 21 de septiembre de 1912 interpretando el papel de
Perdita en la primera presentación de The Winter’s Tale de Shakespeare.
Era una
joven actriz desconocida de Ulster que había hecho una audición para un pequeño
papel y luego obtuvo el papel principal cuando el director no estuvo satisfecho
con su Perdita original.
A los
veintitrés años, de la noche a la mañana se convirtió en estrella. Encantó al público como la pastora que en
realidad era la hija de un rey, y encantó a Rupert con su feminidad sin arte.
Rupert
estaba saliendo de su tormentosa relación con Ka y pensó que era posible volver
a amar. Eddie Marsh, fanático del teatro y conocedor de actores la invitó a
cenar el 20 de diciembre para que Rupert la conociera.
Cathleen
estaba saliendo de una breve relación tóxica con un actor que tenía esposa y
una amante que estaba en un asilo de ancianos con un embarazo difícil.
Rupert la
invitó a almorzar y se fueron acercando gradualmente mientras terminaban sus
desafortunadas relaciones anteriores.
En la
Navidad de 1912 le confesó a Eddie: Mis ojos están llenos de sueño y mi
corazón está lleno de Cathleen Nesbitt. La veía inalcanzable, pero ella
resultó mucho más sencilla y accesible de lo que él imaginaba.
A
comienzos de 1913 fueron de excursión a Kew Gardens y Hampton Court,
descubrieron que se habían enamorado, y él le escribió There is wisdom in
women en una postal.
Sin
embargo, nunca llegaron a la intimidad completa. “Cuando pasábamos la noche en
una posada de campo dormíamos en habitaciones separadas… Ambos teníamos
opiniones muy serias sobre el matrimonio y ambos queríamos estar muy seguros de
que tendríamos uno bueno”, escribió Cathleen en A Little Love.
En el
verano de 1913, Rupert hizo un viaje de varios meses a Estados Unidos, Canadá y
Hawaii, manteniendo siempre comunicación con Cathleen.
A
principios de abril de 1914 salió de Tahití dejando un nuevo amor, y
probablemente una hija. Llegó en tren a Chicago el 29 del mismo mes. En los
primeros días de junio estaba de nuevo en Londres.
Cathleen,
cuya intuición la había mantenido alerta, confesó en algún momento en julio de
ese año: Creía que yo era muy buena y no sé por qué. No creo que fuera buena
en particular, pero ese fue uno de los pequeños íconos que construyó, y tuvo
que ponerlo dentro de un cuerpo para venerarlo. Creo que, en cierto sentido,
era importante para él.
Pienso,
como todos los artistas que tienen una tensión neurótica, que él siempre lo
habría necesitado: sabía que en los mares del Sur había tenido una chica
encantadora, y siempre sospeché que en algún lugar de Canadá había una chica
pelirroja con la que había tenido una aventura. Cuando él me escribió, pude
leer entre líneas, y siempre sentí que podría sentirme posesiva, y aunque no lo
estaba entonces, si estuviera casada con él, probablemente lo estaría y que
probablemente sufriría un gran dolor, porque pensé que no había ninguna
posibilidad de que fuera un hombre de una sola mujer.
A
mediados de septiembre, mientras se preparaba para su alistamiento escribió
cartas con sentimientos parecidos a Eileen Wellesley y a Cathleen.
La última
vez que lo vi,
recuerda Cathleen, fue antes de que se fuera al extranjero. Yo estaba de
gira en Yarmouth, regresamos a mi hospedaje y había un fuego de troncos,
troncos de mar, nos sentamos allí y hablamos un rato y me dijo: “Léeme algo muy
hermoso”, y yo leí “The Anniversary” de John Donne, donde se lee esta belleza:
Aquí,
sobre la tierra, mientras somos,
de
nosotros los reyes y los súbditos
somos.
¿Hay reino más seguro? Nadie,
si no es
nosotros, puede conquistarlo.
(La
traducción es de Octavio Paz).
Así que
lo leí hasta el final. Luego, unos tres días después, me envió la primera copia
de los sonetos, y uno de ellos se llamaba “Seguridad”, y me dijo “No te importe
que imprima el nuestro, porque es privado, nadie sabe que es nuestro”, y luego
dijo: “Me avergüenza un poco escribir poesía con uniforme de soldado. Siento
que no está bien de alguna manera, pero Philip Sidney lo hizo”.
Hasta
donde se sabe, su relación fue esencialmente platónica.
Cathleen
contrajo matrimonio con Cecil Beresford Ramage en 1921. Tuvieron dos hijos,
Mark y Jennifer.
Después
de setenta años de carrera, murió en Londres a sus 92 años.
Cuatro
años antes de su muerte, Isabel II la nombró Dama Comendadora de la Orden
del Imperio Británico.
Marchesa Mannucchi
Capponi (Agnes Smith) (1871-19??).
Se
conocieron a mediados de agosto de 1913 en el Chateau Lake Louise Hotel,
160 kilómetros al noroeste de Calgary, después de que Rupert le recordara a su
amigo Eddie Marsh su promesa de presentarle una viuda rica en Canadá. Ella
había estado viviendo en Berlín, casada con un alemán y en 1906 tuvo un hijo
que murió dos días después de nacido. Se casó nuevamente con Mannucci Capponi y
ahora era viuda por segunda vez, viviendo en Minneapolis. La atracción fue
mutua e inmediata.
Las
muchas cartas que él le escribió durante el año siguiente permiten suponer que
fueron amantes durante las dos semanas que pasaron juntos en el Lake Louise.
Las
anteriores relaciones de Rupert habían estado rodeadas de malestar por la
virginidad, el sexo prematrimonial, la anticoncepción y el secreto. En aquellas
montañas donde nadie lo conocía, con una compañera entusiasta y experimentada,
Rupert podía voltear la página sobre el pasado. ¿Qué importaba que Agnes fuera
lo suficientemente mayor como para ser su madre? Ella había estado dos veces
casada y había dado a luz, por lo que habría sido inútil sacar a flote sus
obsesiones sobre la “suciedad”, la vulnerabilidad femenina o la mujer-niña.
Pero no parece que ella haya logrado desviar su puritanismo. Aun así, tuvieron
éxito en convertirse en amigos y amantes, primera vez que Rupert lograba algo
semejante.
Tomaron
caminos distintos: él a Vancouver y ella a su casa y más tarde a Londres, donde
en marzo de 1914 fue a visitar a la Sra. Brooke en Rugby, tal como él se lo
había pedido insistentemente.
En mayo
estaba de regreso en Washington donde se vieron por última vez.
Rupert,
le escribió después desde Londres: Fui muy feliz
todo el viaje. Tuvimos un clima espléndido y había gente agradable a bordo.
Pensé en ti y me regocijé. Me das mucha tranquilidad y paz... has sido muy
buena conmigo...
Taatamata
(Tumatataata Tapotofarerani) (1885-1947).
Rupert
llegó a Papeete a mediados de enero de 1914 y se alojó en el Hotel Tiare
Tahiti, cuya propietaria Lovaina Chapman tenía ancestros tahitianos y
estadounidenses. Después de unos días en el hotel de Lovaina, Rupert quería
vivir más libremente en el campo, lejos de los vagabundos de Papeete.
En
Auckland, había escuchado que alguien acababa de encontrar algunas pinturas de
Gauguin en vidrio y se las llevó.
¿Por qué
no ir a las antiguas guaridas de Gauguin y ver si quedaba algo, ya sea de las
pinturas o del estilo de vida y huir de la capital semieuropea y vivir en una
cultura puramente tahitiana?
Gauguin
había alquilado una choza de paja entre el mar y la montaña. Para Rupert había
una casa de huéspedes que pertenecía al jefe de la aldea, Tetuanui y su esposa
Haamoeura, y estaba a cargo de un hombre local que se había casado con una
mujer australiana. Rupert se quedaría en la amplia terraza con vista a la
laguna turquesa, con las olas rompiendo en el arrecife lejano. Detrás estaban
las montañas, con sus infinitas tonalidades de verde. En la veranda Rupert
escribió The Great Lover y Retrospective, dos poemas nostálgicos
sobre Inglaterra, al otro lado del mundo. Pero pasaba la mayor parte de su
tiempo con los lugareños, nadando en la laguna, pescando y recolectando frutas.
Un mes
después tuvo un caso grave de quemaduras de sol y envenenamiento por coral, y
debió trasladarse desde Mataiea hasta el hotel de Lovaina para el tratamiento.
Allí conoció a Taatamata y en carta a su amigo Eddie Marsh, escribe: He sido
amamantado y atendido por una chica con ojos maravillosos, caminar de diosa y
corazón de ángel, que está, por suerte, dedicada a mí. Ella ocupa su tiempo en
atenderme, yo el mío en sondear su extraña mente. Creo que escribiré un libro
sobre ella. Solo temo que estoy muy encariñado con ella. Oh querido, es un
lugar relajante y me siento alarmantemente fuera de pista con Europa.
La llamó
Mamua, que no es una palabra o nombre reconocido en tahitiano y tal vez sea una
transcripción de Rupert de Maimoa, que significa la favorita o la
elegida. Después de una semana larga de tratamiento y cuidados, regresaron
juntos a Mataiea. Su poema Tiare Tahiti está dirigido a Mamua y fechado
“Papeete, febrero 1914”. Rupert le confió a Eddie que estaba teniendo "asombrosas
aventuras medievales con bellezas tahitianas”. En marzo, describió su vida
como “vagabundeando con personajes de Conrad en un cortejo de Gauguin.”
Tiare
Tahiti refuta, cuando
menos, el amor platónico, y deja atrás el puritanismo y la misoginia que había
envenenado las relaciones de Rupert con Noël, Ka, Elisabeth van Rysselberghe, y
Phyllis Gardner. Con Mamua pudo vivir el momento y burlarse de la filosofía
occidental; lo que no podía hacer, sin embargo, era reconsiderar los valores
que provocaron su cadena de eróticos desastres antes de que llegara al camino
sensual y florido de Mataiea.
Mamua era
dos años mayor que Rupert y procedía de una importante familia de la isla de
Moorea, frente a Tahití. Cuando se conocieron ella tenía cuatro hijos, sin
registro de padre para ninguno.
Pronto,
Rupert empezó a sentir la urgencia de regresar a Inglaterra y, en efecto,
embarcó en Papeete rumbo a San Francisco a principios de abril de 1914: “Tenía
el corazón triste por dejar Tahití, pero me resigné al barco y vi desvanecerse
las costas verdes y los picos rocosos, con apenas una punzada. Salí… no sin
lágrimas.” Taatamata también derramó lágrimas por Rupert, a quien llamó su
“adorable amor querido”. Pero probablemente ella tenía una razón mayor
para llorar: creía que estaba embarazada.
A
mediados de enero de 1915 Rupert recibió una carta de Taatamata, fechada el 2
de mayo de 1914, un mes después de su salida de Tahití. El barco Empress of
Ireland se había hundido después de una colisión con el St Lawrence,
con pérdida de más de mil vidas. Algunos meses después, los buzos recuperaron
las bolsas de correo y Rupert recibió su carta, extremadamente difícil de leer,
mitad inglés, mitad francés:
Te deseo
aquí esta noche, engordo todo el tiempo. Cariño, sabes que siempre pienso en
ti, aquel día en que me dejaste estuve triste por mucho tiempo. Fuimos felices
cuando estabas aquí, siempre te recuerdo, te olvidaste de mí muy pronto. Mi
querido amor, yo te amaré siempre…
Recuerdo
siempre tu pequeña y delgada figura, y tu pequeña boca que besaba tan bien, tú
has traspasado mi corazón y yo te amaré siempre.
Mike
Read, autor de Forever England. The Life of Rupert Brook, ha
identificado una “Arlice Rapoto” como la hija de Brooke, sin pruebas
contundentes y las fechas no cuadran: No hay evidencia de que Taatamata haya
tenido un hijo entre 1912 y 1920 y, si estaba embarazada en abril de 1914, el
embarazo no llegó a feliz término. En cualquier caso, un mes después ella había
secado sus lágrimas y estaba disfrutando fiestas de toda la noche en el hotel
de Lovaina con un centenar de cadetes de un barco de entrenamiento argentino.
En 1920
Taatamata regresó a Moorea y se convirtió en la esposa de Mike Fogel, un músico
vagabundo de San Francisco, con quien tuvo dos hijos más. Murió en mayo de
1947.
Eileen
Wellesley
(1887-1952).
Era la
quinta hija del IV duque de Wellington. Se conocieron a finales de julio de
1914, en una cena en casa de la duquesa de Leeds. Se sintió atraída por él,
pero reconoció los obstáculos de desposar a un joven de clase media, sin
dinero, poeta o no.
Rupert
también se sintió inmediatamente cautivado por Eileen, pero luego se inclinó a
elogiar los atributos espirituales que atribuía a las mujeres que idealizaba.
Sin
embargo, después de la cena, Eileen envió a Rupert una nota:
Estimado
Sr. Brooke, me temo que el otro día dejó aquí su pitillera. ¿Le importaría
venir a tomar el té y recogerla?
Él no
fumaba, pero fue a tomar el té. Poco después salieron por el día a Richmond
Park, donde encontraron un lugar aislado para hacer el amor. Cathleen Nesbitt
estaba de gira con una obra de teatro, con lo cual Rupert no estuvo de acuerdo
y tal vez eso alimentó su disposición a caer en los brazos de Eileen, con el
atractivo adicional de que se estaba yendo a la cama con un retazo de la historia
inglesa, puesto que la sangre de Eileen era de un azul profundo. Pero no
necesitamos especular sobre los motivos de Rupert; durmió con ella porque
estaba presente y dispuesta y no vio la necesidad de que Cathleen lo supiera.
El
romance de Rupert con Eileen Wellesley se había llevado a cabo con un alto
grado de discreción, pero había dos pistas principales sobre sus profundidades
reales. La señora Elgy, ama de llaves del amigo de Rupert, Eddie Marsh, había
descubierto las hebillas para el cabello de Eileen en la cama de Rupert en
Raymond Buildings. Por otro lado, tras la muerte de Rupert, una entrada en el
diario de Cynthia Asquith del 3 de julio de 1915 lo resumió de esta manera:
Mary
Herbert (amiga cercana de Eileen) desobedeció a su madre y vino a verme por la
tarde. Me dijo que Eileen Wellesley afirmaba que tuvo una relación amorosa muy
seria con Rupert Brooke y que eso era bastante insospechado para todos los
demás que solían encontrarse en Richmond Park y en el piso de Eddie Marsh. Sin
duda, Rupert Brooke tenía los instintos completamente polígamos de la mayoría
de los poetas.
Eileen
probablemente estaba enamorada de Rupert, qué tan profundamente no sabemos
porque él había ordenado quemar las cartas después de su muerte.
Ella
estuvo de acuerdo en mantener su aventura en secreto porque él podía cenar con
las hijas del duque, pero no casarse con ellas. Podían citarse en el
apartamento de Eddie, pero no en Apsley House. Si Rupert ambicionaba casarse
con la aristocracia, no hay rastro de ello en las cartas que le quedaron a
Eileen.
El 2 de
agosto de 1914, en su segunda carta, le escribió desde Bilton Road:
Eileen,
hay algo sólido, real y maravilloso en ti, en un mundo de sombras. ¿Sabes lo
real que eres? El tiempo contigo son las únicas horas de vigilia en una vida de
sueños. Todo esto es otra forma de decir que te adoro.
La
fragmentaria correspondencia no permite establecer hasta dónde se había
involucrado cada uno en términos de matrimonio, pero sí sugiere que en los
siete meses de relación él podría haber sido más feliz y más maduro que en
cualquiera otra que hubiera tenido antes de conocer a Eileen. En las cartas no
hay señales de la histeria y las posturas que envenenaron sus relaciones con
Ka, Noël o Phyllis; él parece haber querido a Eileen tal como era y trató de
hacer una conexión honesta con ella. Tal vez Eileen fue capaz de sacar a flote
cualidades que ninguna amante anterior había logrado encontrar. También es
posible que él se sintiera obligado a tener su mejor comportamiento con alguien
socialmente superior, a diferencia de las anteriores, que estaban a su mismo
nivel, exceptuando quizás sus aventuras en los mares del Sur.
La
relación continuaría hasta que Rupert se embarcó para Gallipoli a finales de
febrero de 1915. Esto le ayudó a posponer indefinidamente la pregunta del
matrimonio, siempre y cuando tuviera a Eillen para distraer el compromiso.
Eileen
contrajo matrimonio con Cuthbert Julian Orde el 11 de septiembre de 1916.
Tuvieron 2 hijas, Julia y Jane.
Rupert Brooke ingresó a la Royal Naval Division como subteniente de la Reserva Real de Voluntarios Navales adjunta al barco Victory de Su Majestad, a mediados de septiembre de 1914.
A
mediados de febrero de 1915, Rupert cenó con Churchill en el Almirantazgo y
pensó que estaba listo para embarcar. Se sintió emocionado por seguir las
huellas de los Cruzados y de Lord Byron. “Nunca había sido tan feliz en mi
vida, creo,” le dijo a su amiga Violet Asquith, “no del todo totalmente feliz;
como un arroyo que fluye por completo hasta el final. De repente me doy cuenta
de que la ambición de mi vida ha sido -desde que tenía dos años- ir en una
expedición militar contra Constantinopla”.
Se sentía
predestinado, candidato a héroe y dispuesto a morir por Inglaterra; en suma, le
sobraban razones para creerse del lado correcto de la historia.
Zarparon
el 28 de febrero, con Violet Asquith despidiéndolo desde el muelle.
Desde
Malta le escribió a Eddie: “Puedo ver bien que la vida puede ser muy divertida,
y puedo ver bien que la muerte puede ser una admirable solución”.
Mientras
navegaban por el Mediterráneo, juró que volvería a África después de la guerra.
Tuvo mucho tiempo para escribir a sus musas: más profusamente a Violet Asquith,
y también a Cathleen, a Eileen y a Ka, pero no a Noel, pues ya se habían
devuelto sus cartas.
El 11 de
marzo desembarcaron en la isla de Lemnos, donde permanecieron dos semanas. Allí
Rupert tuvo tiempo de abordar su legado sentimental y literario y eligió a su
fiel amigo y confidente Dudley Ward para ordenar sus asuntos: un hombre casado,
firme, leal, no un intelectual literario.
Su
primera preocupación fue preservar la reputación de Elisabeth van Rysselberghe,
Eileen Wellesley y Ka, ordenando a Dudley que destruyera todas sus cartas.
Ninguna ha sobrevivido, por lo que podemos asumir que Dudley hizo lo que se le
había pedido.
También
le escribió: “Trata de informar a Taata de mi muerte. Dale mi amor. Tendrás que
darle una mano a Ranee sobre mí: sabe muy poco sobre grandes partes de mi
vida”.
Días
antes, tratando de expiar sus desventuras románticas quiso volver a Ka al lugar
de honor, en una carta que terminaba así: “Querida mía, querida mía… eres lo
mejor que he encontrado en mi vida… Espero que seas feliz y te cases y tengas
niños. Es bueno que yo muera”.
El 24 de
marzo la expedición navegó hacia campamentos cerca de Port Said.
Tan
pronto como pudo, Rupert cambió su tienda de campaña infestada de moscas por
una noche en el Shepheard's Hotel en El Cairo. Hizo arreglos para visitar las
pirámides, la esfinge y para un paseo en camello, pero se sentía mal cuando
regresó al campamento.
En la
noche estuvo enfermo y al siguiente día, 2 de abril, no podía hacer nada más
que mentir en la cama de su campamento debajo de un toldo.
En este
punto su enfermedad probablemente no era más que un golpe de calor y el impacto
de estar en un clima subtropical.
Mientras
estaba allí, sintiéndose enfebrecido y miserable, recibió la visita del general
Sir Ian Hamilton, comandante de la Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo y de
todas las Divisiones Británicas y Anzacs cuyo objetivo era Estambul. Hamilton
era un general inusual, un poeta e intelectual que además había sido postulado
dos veces para la Cruz de la Victoria. En su Diario de Gallipoli escribió el
epitafio de su propia carrera: “No hay nada seguro sobre la guerra, excepto que
un lado no ganará”. Hamilton se había reunido antes con Rupert, pero no lo
conocía muy bien. Sin embargo, tal vez por sugerencia de Eddie Marsh y
recomendación de Churchill, le ofreció un puesto en su staff, que era lo más
parecido a una garantía de que sobreviviría a la guerra. Rupert declinó el
ofrecimiento, pero aceptó moverse del calor y la arena del campamento al lujoso
Casino Palace Hotel en Port Said, donde compartió habitación con Patrick
Shaw-Stewart, un amigo que había conocido en Amberes. Ambos padecieron de
fiebre constante y disentería durante una semana.
El 4 de
abril, Rupert estaba molesto por una llaga en el labio superior, probablemente
una picadura de mosquito, que el oficial médico del batallón consideró de poca
importancia. Al rascar la picadura, Rupert podría haber dado ingreso a la
infección. Pero también pudo haber pescado una infección por estafilococos en
su cena en el hotel el 1 de abril, después de la cual vomitó durante la noche.
En el pasado había sufrido de conjuntivitis, normalmente una infección por
estafilococos. En cualquier caso, la combinación de disentería, fatiga y clima
malsano minaron sus defensas lo suficiente para que la infección se afianzara.
Sin antibióticos, la septicemia era virtualmente intratable; incluso hoy, a
menudo puede ser fatal. Ir al hospital de Port Said pudo haberle ayudado, pero
él estaba decidido a sanar por sí mismo y a permanecer con sus hombres para la
próxima ofensiva.
Después
de vagar durante una semana alrededor del Egeo, anclaron en la Bahía Trebouki
en Skyros. Llegó el correo y por Eddie supo que Virginia Woolf había publicado The
Voyage Out y que Wallace había quedado impresionado por los sonetos de
guerra.
En la
misa de Pascua del 4 de abril por los muertos de guerra, el Deán de la Catedral
de San Pablo leyó el poema de Rupert The Soldier y dijo: “El entusiasmo
de un puro y elevado patriotismo nunca había encontrado una expresión más
noble”. Se había convertido en el poema de la hora y en las primeras campanadas
de la gloria para su autor.
Entre
tanto, Rupert continuó sintiéndose débil, la hinchazón en el labio no cedía y
los dolores en el pecho y la espalda eran preocupantes. Lo examinaron cinco
doctores y estuvieron de acuerdo en que Rupert se estaba muriendo y había poco
que pudiera hacerse. El cirujano del barco identificó la infección como Streptococcus
pneumoniae, que podría producir dolores mayores y menores y era
potencialmente fatal para cualquiera con un sistema inmune debilitado.
En la
misma bahía de Skyros había un barco hospital francés con equipo quirúrgico completo
para 600 camas, pero sin pacientes. Lo trasladaron allí acompañado de Oc
Asquith, quien lo ayudó a instalar y le preguntó si quería algo, a lo cual
respondió “agua”, su última palabra coherente.
Estuvo
inconsciente esa noche y a la mañana siguiente los cirujanos franceses
procedieron a drenar y cauterizar el absceso en el labio, pero sin esperanzas
de salvarlo. Cuando Asquith le preguntó al cirujano sobre la condición de
Rupert, respondió, État désespéré. Todos los cirujanos franceses y su
equipo de enfermería eran hombres, por lo que Rupert llegaba a su final sin el
toque de una mano de mujer. A las 2:00 de la tarde Denis Browne regresó con el
capellán y fue el único de sus camaradas que estuvo con él cuando murió a las
4:45 de la tarde del viernes 23 de abril.
Browne
murió dos semanas después. Su cuerpo nunca pudo ser recuperado; su nombre es
uno de los veintiún mil “desaparecidos en acción” en el Helles Memorial.
Asquith
vistió a Rupert con su uniforme y lo puso en un ataúd de roble. Browne y Lister
tomaron un contingente del pelotón de Rupert y lo llevaron a la arboleda de
olivos silvestres donde habían cavado su tumba y descansado tres días antes.
Asquith describió la escena a su hermana Violet: “La luna finamente velada, un
hombre llevando una cruz de madera lisa y una linterna al frente, el destello
de algunas otras linternas, el aroma del tomillo silvestre, un grupo borroso de
oficiales franceses e ingleses, las tres descargas, el Último Correo”.
Cleg
Kelly escribió en su diario: Era como si uno estuviera involucrado en el origen
de algún mito clásico.
En la
cruz de madera que había hecho el pelotón de Rupert, el intérprete griego
escribió un epitafio en su propio idioma:
Aquí
descansa el siervo de Dios, subteniente de la Armada inglesa, que murió por la
liberación de Constantinopla de los turcos.
En el
Cementerio de la Iglesia de San Andrés y Santa María, en Grantchester, hay un
monumento a su memoria y la de otros soldados caídos en combate, con versos del
poema de Laurence Binyon, The Fallen:
No
envejecerán, envejeceremos los que nos quedamos.
El tiempo
no los desgastará, ni los años los condenarán.
A la
caída del sol y en la mañana
los
recordaremos.
A finales
de la primera guerra mundial, se le grabó en el Memorial de la Rugby School
Chapel el último de los cinco poemas de sus famosos sonetos de guerra:
EL
SOLDADO
(The
soldier)
Si debo
morir, solo pensad esto de mí:
Hay algún
rincón de un país extranjero
que es
Inglaterra para siempre. Habrá,
escondido
en esa rica tierra un polvo aún más rico;
un polvo
con alma inglesa, moldeado, consciente,
que dio
una vez sus flores para amar, sus caminos para vagar,
un cuerpo
de Inglaterra, respirando aire inglés,
bañado
por sus ríos, bendecido por sus soles.
Y piensa,
este corazón, en todo el mal esparcido,
un pulso
en la mente eterna, nada menos,
en algún
lugar devuelve los pensamientos que Inglaterra le dio;
sus
visiones y sonidos; sueños tan felices como sus días;
y la
risa, aprendida de los amigos; y la dulzura,
en los
corazones en paz, bajo un cielo inglés.
Como era
de esperarse, su muerte conmocionó a Inglaterra y a buena parte del mundo, y
generó una ola de reacciones y lamentos. Leamos algunos:
- El
obituario que escribió Churchill en el London Times señalaba que “una
vida se había cerrado en el momento en que parecía haber llegado a su
primavera”, elogiaba su “simetría clásica de mente y cuerpo”, y agregaba: “Él
era todo lo que uno desearía que fueran los hijos más nobles de Inglaterra, en
los días en que no se aceptaba ningún sacrificio que no fuera el más precioso”.
- Cleg Kelly: Tengo el presentimiento de que es uno de esos como Keats,
Shelley y Schubert, a quienes no se les permitió entregar su mensaje completo.
- Catheen Nesbitt: Creía en la bondad y en la firmeza, y sentía
que no había sido una persona ni buena ni firme. Creo que habría estado al
mismo nivel de Keats, porque había una gran música en su voz.
- Virginia Woolf:
Era muy consciente de la situación de los asuntos públicos, y si por casualidad
se encontraba con él cuando se hablaba de una huelga o un conflicto laboral,
evidentemente estaba tan bien versado en las complicaciones de las cuestiones
sociales como en las tinieblas de la poesía de Donne. Uno se aparta del
pensamiento de él para maravillarse y preguntarse todavía ¿qué habría sido, ¿qué
habría hecho?
- D. H.
Lawrence: Escuché por primera vez de él como un Dios griego bajo un parasol,
leyendo poesía en pijama en Grantchester.
- Frieda
Lawrence: Era tan guapo que te dejaba sin aliento.
- La
estrella: Él es el símbolo de la juventud de nuestra raza.
- The
Sphere: El único poeta inglés de alguna consideración que ha dado su vida en
las guerras de su país, desde Philip Sidney en 1586.
- Daily
News: Verlo era ver una parte de la juventud del mundo.
- Walter
de la Mare: Pero, en cierto modo, la naturaleza es tan celosa del individuo
como del tipo. Ella le dio a Rupert Brooke juventud y, tal vez, en estos días
hiperiluminados, al hacerlo, haya plantado una leyenda.
- Su
comandante en jefe, el general Sir Ian Hamilton, reflexionó sobre por qué
Brooke parecía especial:
¿Es
porque era un héroe? - Había miles.
¿Es
porque parecía un héroe? - Hubo unos cuantos.
¿Es
porque tenía genio? - Hubo otros.
Pero
Rupert Brooke tenía los tres dones de los dioses en su mano...
- El
poeta Wilfrid Wilson Gibson escribió el 23 de abril:
LA IDA - (The Going)
Se ha ido.
No entiendo.
Yo solo sé
que mientras giraba para irse
y decía adiós con la mano
en sus jóvenes ojos brilló una gloria
repentina,
y me deslumbró el resplandor del ocaso,
y se fue.
EL
AMANECER
(The
Dawn)
Cuando a
la noche de mi vida llegue el amanecer
esparciendo
la niebla de los sueños, la antigua pesadumbre,
antes de
la terrible alborada de la tumba,
¿Olvidaré
el insulso dolor del recuerdo?
¿Mi
corazón cansado, como un niño, despierto,
llenará
el amanecer de música? ¿O retendrá
alguna de
las tristes notas de mis viejos agobios,
a través
de esa espléndida alborada, y hará
más bella
la belleza, más hermoso el amanecer?
Temo
solamente que no encuentre
esa valiente
sonrisa que una vez iluminó mi amargura,
esos
radiantes ojos vivos henchidos de pureza,
ni vea la
nube pálida de su ondeante cabellera
reír y
saltar a través del desolado viento.
HAY
SABIDURÍA EN LAS MUJERES
(There’s
wisdom in women)
(A Cathleen
Nesbitt).
“Oh, el
amor es bello, y el amor es extraño”, dijo mi amada,
“Pero el
amor se va calladamente.” Incliné su tonta cabeza,
y besé su
cabello y me reí de ella. Era como una niña;
tan nueva
en el amor, tan leal en el amor, y hablaba tan amargamente.
Pero hay
sabiduría en las mujeres, más de la que han conocido,
y los
pensamientos que las invaden, son más sabios que los suyos,
¿o cómo
podría mi amada, siendo joven e ignorante,
haber
llorado el amor con tanta amargura, con un lenguaje tan sincero?
NUBES
(Clouds)
Bajo la
noche azul las columnas interminables presionan
en
silencioso tumulto, rompen y agitan y fluyen,
ahora
pisan el lejano sur o levantan rondas de nieve
hasta el
oculto encanto de la luna blanca.
Algunas
se detienen en su errante tumba solitaria,
y giran
con un guiño profundo, vago y lento,
como
quien reza por el mundo, pero sabe
que su
oración es vana, mientras ellas bendicen.
Dicen que
los Muertos no mueren, sino que permanecen
cerca de
los ricos herederos de su tristeza y alegría.
Creo que
cabalgan en la serenidad del cielo, como ahora,
en un
soberbio y majestuoso tren melancólico,
y
contemplan la luna, y los mares todavía furiosos,
y los
hombres, yendo y viniendo por la tierra.
LOS MUERTOS - (The War Sonnets. IV. The Dead)
Estos
corazones fueron tejidos con cuidados y deleites humanos,
maravillosamente
purificados por la tristeza, preparados para la alegría.
Los años
les han dado su afecto. Era suyo el amanecer,
y el
ocaso, y los colores de la tierra.
Han visto
la libertad, y escuchado música; han conocido
el sueño
y la vigilia; han amado; se han enorgullecido de la amistad;
han
sentido la rápida conmoción del asombro; se han sentado solos;
han
acariciado flores y pieles y mejillas. Todo esto ha terminado.
Hay aguas
que sonríen al soplo de los vientos cambiantes
y se
iluminan todo el día con la riqueza de los cielos. Y después,
la
escarcha, con un guiño, apacigua la danza de las olas
y la
belleza errante. Deja una clara,
inmarcesible
gloria, un resplandor acumulado,
una
inmensa, resplandeciente paz, bajo la noche.
TUS OJOS -
(Your eyes)
Tus ojos
son un lago negro
donde
brilla siempre la luna,
y
crepitan sus blancos fuegos
en los
negros pinos cercanos.
Al fondo
de esas viejas aguas
uno
encuentra cosas fantásticas,
- copas extrañas,
y oro,
coronas
de reyes olvidados,
espejos
rotos, pines enjoyados
que atan
cabellos de rameras muertas,
viejas
culpas monstruosas
que un
día el mundo encontró justas…
Pequeñas
sombras negras se deslizan
tontamente,
esperando matar
lo que
las voces lloran,
corazones
muertos bajo la colina.
Brilla
una inmensa estrella, una herida
rojo-sangre
en el útero de la noche,
los
bosques circundantes
susurran;
y esperan - ¿por quién?
CITAS
- No podría decir mucho sobre Rupert, salvo que era celoso, malhumorado, desequilibrado. Era potencialmente un primer ministro, un hombre muy poderoso y ambicioso, pero no un poeta. (Virginia Woolf)
- Mi subconsciente se enoja con cada joven
triste que conozco, si no se enamora de mí; y mi conciencia se enfurece con
ella si lo hace. (RCB)
- Antes de los veinticinco años, haces pedazos
el mundo; después de los veinticinco, el mundo te hace pedazos. (RCB)
* La mayor parte del contenido de este capítulo,
ha sido tomada de estas tres biografías:
- Fatal Glamour. The Life of Rupert Brooke. Paul Delany. McGill-Queen’s University Press. Canada. 2015.
- Forever England. The Life of Rupert Brooke. Mike Read. Biteback Publishing Ltd. Great Britain. 2015.
- Rupert Brooke: Life, Death and Myth. Nigel
Jones. Head of Zeus Ltd. 2014. London.
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