CAPÍTULO XI - RUPERT CHAWNER BROOKE

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 CAPÍTULO XI - RUPERT CHAWNER BROOKE


RUPERT CHAWNER BROOKE *

 

Poeta inglés, “poeta-soldado”, conocido principalmente por sus sonetos, escritos durante la Primera Guerra Mundial.

Rugby, Warwickshire, Inglaterra, 03-08-1887; Mar Egeo, Skyros, Grecia, 23-04-1915.


Era hijo de William Parker Brooke, tutor en School House, y Ruth Mary (Cotterill) Brooke.

A los seis años conoció a Virginia Stephen (más tarde Woolf), cinco años mayor que Rupert, cuando los padres de ambos fueron a Cornwall para unas vacaciones.

A los nueve años descubrió los poemas de Robert Browning, que despertaron su interés por la poesía.


Empezó a escribir versos desde su temprana adolescencia. A los 17 años fue finalista del premio de poesía de la secundaria con The Pyramids, y al año siguiente se llevó el primer premio con The Bastille. El premio incluía libros de poesía de Christina Rosetti y Robert Browning.

A mediados de 1906 ingresó al King’s College de la Universidad de Cambridge, gracias a una beca por su tesis John Webster and the Elizabethan Drama.

En 1907 Brooke se convirtió en cofundador y presidente de la Marlowe Society, que tenía como objetivo poner en escena obras de teatro isabelinas.

Paralelamente, fue elegido miembro asociado de la Fabian Society, una organización política de orientación socialista.


En 1908 fue elegido miembro de The Apostles, un exclusivo grupo de debate fundado en 1820 por amigos principalmente estudiantes universitarios de Trinity  y King's, dedicados a elaborar una filosofía para la vida. La Sociedad era íntima, reservada y a menudo predominantemente homosexual. Había tenido o tenía entre sus miembros a figuras como Arthur Hallam, Alfred Tennyson, Bertrand Russell, Eddie Marsh, John Maynard Keynes, George Edward Moore, Leonard Woolf y Oscar Browning.

La membresía significaba pertenecer de por vida a una fraternidad sellada herméticamente a las fuerzas externas.


Entre ellos, fue Eddie Marsh, erudito, traductor, secretario de Churchill y de los más poderosos ministros del Reino Unido durante muchos años, personaje discreto pero muy influyente especialmente dentro de la comunidad homosexual de Gran Bretaña, quien editó cinco antologías de la escuela de poetas georgianos y mantuvo durante toda su vida una leal y estrecha amistad con Brooke, lo introdujo en las altas esferas de la sociedad británica y se convirtió en su albacea literario.


El reconocimiento de Brooke como poeta ocurrió en 1911 con la publicación de dos volúmenes: Georgian Poetry y Poems 1911.

Su atractivo físico, su conversación fácil y agradable, su éxito social y cultural con la gente de su entorno, su talento literario y su trágico destino lo convirtieron en una figura de culto de las letras inglesas.

Su compañera de estudios Frances Darwin, nieta del naturalista Charles Darwin, lo definió así en estos versos, muy conocidos entre los “brookistas”:

 

Un joven Apolo de cabellos dorados

soñando al borde de la contienda

magníficamente desprevenido

para la larga pequeñez de la vida.

 

Aunque sus primeras inclinaciones fueron homosexuales -James Strachey, Denham Russell Smith- no hay evidencia de que se hayan mantenido después de la adolescencia.

La relación del poeta con sus musas giró alrededor de sus crisis emocionales, con muchos altibajos, quizás porque quiso idealizar en cada una de ellas las virtudes de todas. Pero pocos como él vivieron la poesía y la vida de manera tan próxima a sus numerosas y accidentadas relaciones sentimentales.

Una mirada a las más cercanas tal vez nos traiga luces para entender mejor su corta pero intensa aventura terrenal.

 

Noël Olivier Richards (1892-1969).

Hija menor del gobernador de Jamaica, Sir Sidney Olivier. Se conocieron en mayo de 1908, ella tenía 15 años y él 20, se llevaron muy bien y ella se convirtió en el objeto de sus afectos durante varios años. Algunos de sus primeros poemas, como Your Eyes y The Hill fueron inspirados por ella. Pero pensaba que él no le inspiraba respeto; lo encontraba demasiado joven, demasiado soñador, demasiado inmaduro.

 

En 1910, para sorpresa de Brooke y después de muchos altibajos, Noël finalmente aceptó casarse con él. Además, vio cómo lo buscaban, lo admiraban, lo llenaban de adulación por todos lados. Con el tiempo, sin embargo, las inseguridades de Rupert fueron contaminando poco a poco el escenario y la relación no avanzó.

A pesar de todo, Noël no estaba siendo totalmente firme en su posición. A mediados de 1911, después de sincerarse con Rupert y decirle que no lo amaba, ella fue a quedarse en Oxford con sus padres y le escribió: “A veces seré peligrosamente afectuosa; así que, por favor, si vienes, sé severo conmigo, porque odiaría encontrarme a la deriva en una relación que no puedo mantener contigo; el verano pasado fue glorioso en ese momento, y ahora me encanta por eso; pero a veces era tan espantoso... que siento que no querré volver a hacer lo mismo nunca más". Y firmó la carta, "Amor de Noël".

Rupert efectivamente fue a Oxford a finales de julio, pero no pasó nada peligroso.

Lo intentó de nuevo unos días después: ambos iban al campamento neopagano en Devon a finales de agosto, y Rupert propuso que se reunieran en secreto tres días antes y caminaran juntos a través del país hasta el campamento.

Noël le dio un portazo: "No es una buena idea, debes esperar hasta que tenga 21 años".

 

A finales de agosto de 1912 fue a Limpsfield y a mediados de septiembre invitó a Bryn, hermana de Noël, que en tres semanas estaría casada, a una última caminata, con insinuaciones de que pasarían juntos uno o dos días. Ella lo dejó plantado.

Para mediados de mayo de 1913, un día antes del viaje de Rupert a Estados Unidos, Canadá y los mares del Sur, Noël aceptó cenar con él, después de prometerle que se mantendría bajo control. Como ya había sucedido, durante la cena no pudieron articular qué había salido mal.

Su alistamiento al estallar la guerra cambió todos los planes. Se vieron por última vez en Londres en casa de Bryn Olivier y su esposo, a finales de 1914, antes de su regreso al campamento.

Fue el desagradable sentido del humor de Rupert lo que acabó con cualquier amor que ella le tuviera, dice uno de sus biógrafos.

Mantuvieron una extensa correspondencia que, a la muerte del poeta en 1915, ella se negó categóricamente a publicar.

 

Sin embargo, su nieta Pippa (Philippa) Harris, publicó en 1992 Song Of Love: The Letters of Rupert Brooke and Noël Olivier, que incluye seis años -1909 a 1915- de correspondencia.

Al final, en 1920 James Strachey se casó con la bedaliana Alix Sergeant-Florence y Noël con su colega médico William Arthur Richards. Años después, James y Noël tuvieron una prolongada relación adúltera.


Katherine Laird Cox (Ka Cox) (1887-1938).

Era la segunda de tres hijas de Henry Fisher-Cox, un adinerado corredor de bolsa, y de Jane Thompson Laird. A los trece años perdió a su madre y a los dieciocho a su padre, quedando financieramente independiente. Se graduó en Cambridge University, formó parte del Bloomsbury Group y de la Fabian Society, donde conoció a Brooke y se unió a su grupo de los Neo-pagans, a comienzos de 1908.

Ka es una criatura brillante, inteligente y agradable, escribió su amiga Virginia Woolf.

A lo largo de 1910, Brooke se sintió cada vez más frustrado con la forma en que Noël Olivier lo mantenía a distancia y pensaba cada vez más en Ka, y en 1911 decidió que estaba enamorado de ella.

Dado que Ka era sobre todo alguien que necesitaba ser necesitado, estaban bien emparejados. Pero ni sus amigos, ni la sociedad en general, ni sus propias conciencias les permitirían estar juntos en paz en esos términos.

Después de la Navidad de 1911, Brooke se enteró de que la relación entre Ka y el pintor Henry Lamb avanzaba y le propuso matrimonio a Ka. Ella lo rechazó y le reveló a Brooke sus sentimientos por Lamb.

El 9 de enero de 1912, Ka llevó a Rupert a Victoria y lo subió al tren a Cannes. Ella se quedaría en Londres una semana y luego iría directamente a Munich; Rupert se reuniría con ella allí tan pronto como estuviera en condiciones de viajar.

Rupert se vio en París con Elisabeth van Rysselbergh, y desde allí le escribió: No te preocupes por estar aquí un día. No estoy amando a Elisabeth. Lo que ahora quería, dijo, era "volverme completamente hacia ti y olvidarme de todo menos de ti, y perderme en ti, y dar y tomar todo, por un tiempo. Después, no importa".

En otras palabras, ambos deberían aceptar ignorar sus otros compromisos, mientras duraba su aventura.

Desde Cannes, durante tres semanas le escribió a diario todas sus confidencias.

El 16 de enero, llena de incertidumbres y con Justin Brooke como compañía, Ka partió para Munich. Se había convencido de que le debía a Rupert ser su amante y que se debía a sí misma poner fin a su “condición de virginidad extraordinariamente lasciva”.

En la ciudad de los tres mil artistas, a salvo de las miradas indiscretas que la rodeaban en Inglaterra, se lanzaría a la bohemia.

Volvieron a estar juntos a finales de enero, y después de un par de intentos por pasar la noche juntos, finalmente salieron el 17 de febrero a pasar el fin de semana en Starnbergersee, veinte millas al sur de Munich. Durante el viaje ella le contó que se había visto recientemente con Henry Lamb. A pesar de la incomodidad de las precauciones anticonceptivas y de la sombra oscura de Lamb, fue un fin de semana glorioso. Un mes después Rupert le escribió recreando la escena y celebrándola como una de sus mejores victorias: “Ahora tengo la fuerza de un ejército. Y te amo, en todas las formas del amor... Me siento orgulloso y fuerte y erguido y desnudo frente a ti… Ninguna otra cosa significa nada”.


El 21 de febrero partieron para Inglaterra, cargados de dudas y de culpas. Ka regresó al piso de su hermana, mientras que Rupert se fue a Rugby. En mayo, volverían a estar juntos en Berlín, donde podían contar con el apoyo de su amigo Dudley Ward.

Su encuentro en Alemania resultó en el embarazo de Ka, pero un aborto espontáneo evitó planes de matrimonio.

Ka pensó en casarse, pero Brooke y Lamb iban por otro lado; Brooke persiguiendo a Noël y a su hermana Bryn, así que abandonó la idea. Además, había al menos otras cinco mujeres en la vida de Brooke en ese momento.

Pero necesitaban conciliar sus diferencias.

Justin Brooke lo llevó a Everleigh, The Crown, hasta un lugar de encuentro junto a la carretera en Bibury, donde Ka se hospedaba en el Swan. Ella y Rupert se alejaron durante tres horas para discutir su relación mientras Justin esperaba en su Opel. Fue el fin. Ka estaba inconsolable y Rupert plagado de culpas. Su estado de ánimo ese fin de semana, y su bajo nivel, llevaron a su amiga Frances Cornford a sugerirle que se fuera al extranjero por un tiempo. Aunque finalmente no siguió su consejo hasta el mes de mayo siguiente, con resultados beneficiosos, nunca volvió a hundirse tanto.

Mientras Rupert estaba con los Cornfords en Lizard, Ka finalmente se fue a Berlín para quedarse con Dudley y Annemarie. Iría a San Petersburgo, y no volvería a Inglaterra hasta el verano.

Mientras, Rupert seguía entre la incertidumbre de volver a Noel, decidir si se casaba con Ka, encontrarse con Elisabeth, y hasta con Bryn Olivier.

A principios de agosto, con disculpas y argumentos de poco peso le notificó a Ka que no podía casarse con ella. Después de haber vivido con él como esposa, ahora Ka estaba enamorada y se sentía atada a él. Aunque los amigos y la familia le brindaron algo de ayuda, Ka tuvo que superar las secuelas del rechazo de Rupert con sus propios recursos "sufriendo honesta y verdaderamente", sintió Frances Cornford, "y soportándolo con verdadero coraje y sencillez".

Para el otoño de 1912 Ka estaba viviendo principalmente en Londres, y tratando de no cruzarse con Rupert.

Después de la severa carta de despedida de Rupert en junio de 1913, se hizo el silencio entre ellos.

Tras el alistamiento militar de Brooke, Ka siguió recibiendo cartas de él hasta su muerte. Toda la correspondencia fue destruida.

Durante la guerra, ella trabajó duro con refugiados serbios en Córcega, antes de casarse con el pintor y oficial naval Will Arnold-Forster en 1918. Se mudaron a Cornualles en 1928, donde le dio un hijo y murió en su casa en 1934.


Phyllis Gardner (1890-1939).

Phyllis pasó parte de su primera infancia en Atenas, donde su padre, Ernest Arthur Gardner, era director de la Escuela Británica de Arqueología. A su regreso a Inglaterra, la familia se estableció en Tadworth, Surrey, en una gran casa llamada Farm Corner, cerca de Surrey Hills.

Phyllis asistió a la Escuela Saint Felix en Southwold, Suffolk, entre 1907-1908. En 1908, se matriculó en la Slade School of Fine Arts y se especializó en tallado de madera, pero también le gustaba dibujar y pintar animales.

Puso los ojos en Rupert por primera vez el 11-11-1911, Día del Armisticio, en el salón de te de la estación King’s Cross. Impactada por su belleza, hizo un boceto de él en el tren que los llevaba a Cambridge, aunque no cruzaron palabra. Tenía veintiún años, su padre era profesor de Arqueología en el University College de Londres y su madre aspiraba a ser poeta y amiga de poetas. Phyllis tenía los requisitos para haber sido una neopagana, pero algo la había mantenido fuera del círculo de Rupert. Antes de aproximarse a él, investigó entre sus más cercanos, y en su búsqueda habló con Noël Olivier, a quien conocía desde el Women’s Unionat University College. El 4 de diciembre fue a tomar el té en casa de los Olivier y vio una copia de los poemas de Rupert, recién publicados. Noël percibió el entusiasmo de Phyllis y le dijo que Rupert era “muy difícil de atrapar”. 

A Noël le divertía ver cuántas mujeres habían perseguido a Rupert en vano, y aunque sus relaciones pasaban por un momento difícil porque Rupert le exigía un mayor compromiso y ella lo contenía, no estaba dispuesta a ayudar a Phyllis a convertirse en su reemplazo.

Ella siguió yendo a tomar el té en casa de los Olivier y su enamoramiento de Rupert fue objeto de burlas por parte de los neopaganos. Él no estuvo disponible sino hasta el 25 de junio cuando regresó de Alemania después del naufragio de su aventura con Ka. La madre de Phyllis intentó entonces una aproximación directa invitándolo a almorzar a su club, con Phyllis a cuestas.

Rupert ahora estaba regresando a Noël, pero había una apuesta adicional: Elisabeth van Rysselberghe. Sin embargo, una pelirroja ardiente, estudiante de Slade, merecía al menos una entrevista. Por su parte, Phyllis estaba perdidamente enamorada desde su primer encuentro. “Era el Alfa y Omega de mi vida”, escribió.

Rupert revoloteaba entre Londres, Escocia, Rugby y otros sitios de atracción, pero durante los siguientes tres meses vio a Phyllis con frecuencia y fue a quedarse con sus padres en Tadworth. El gran paso fue invitarla a Grantchester a donde él fue el 12 de octubre de 1912 y se quedó hasta el 30. Ella podría haber tenido su propia habitación en Old Vicarage, pero la de Rupert era algo menos decorosa con una fotografía de una amiga de pie, desnuda junto a un sauce, lista para zambullirse en el río. Si era Noël, Phyllis la habría reconocido, pero podría haber sido otra neopagana, o incluso Virginia Stephen en su visita un año antes. En cualquier caso, Phyllis aceptó el desafío cuando Rupert le propuso bajar a la Piscina de Byron. Si la desnudez ayudaba a llamar su atención, ella estaría desnuda.

Nadaron en la piscina, retozaron en el prado del lado opuesto, le dijo que tenía un cuerpo muy hermoso, la besó y se vistieron.

Rupert estaba en problemas con Ka, Bryn estaba perdida por su matrimonio con Hugh, Noël seguía siendo indispensable, aunque todavía inexpugnable, y mientras trataba de seducir a Phyllis en Grantchester, hacía planes para un fin de semana con Elisabeth van Rysselberghe.

Para finales de 1912, Phyllis se permitió una visita a Rupert en el apartamento de Eddie, con la esperanza de continuar donde lo habían dejado en octubre: “Descubrimos que queríamos volver a vernos sin nada puesto… nos pasamos las manos suavemente unas sobre otras”, escribió ella en su Memoir.

A comienzos de 1913 le pidió a Phyllis que se fuera con él un fin de semana, pero la enojó al tratar de explicarle sobre la anticoncepción. Ella le respondió: “Si seguir viéndote significa eso: coito sin resultado, definitivamente lo rechazo. ¿Por qué no me quieres lo suficiente como para considerar la posibilidad de casarte conmigo?”

En marzo Phyllis regresó a su casa en Tadworth con un ataque de nervios. Rupert regresó a Rugby donde recibió cartas enojadas de la madre de Phyllis sobre su comportamiento.

“Será mejor que me vaya, ya sabes”, le escribió a Ka el 7 de marzo, “no le estoy haciendo ningún bien a nadie aquí, ni a mí ni a nadie”.

Ni siquiera la noticia de su beca lo hizo cambiar sus planes de irse a California en octubre.

Phyllis y Rupert se volvieron a encontrar una última vez, en octubre de 1914, cuando él estaba en la División Naval Real y acababa de regresar de Amberes. Almorzaron con la madre de Phyllis, en Gatti House, Covent Garden. Para entonces, la Sra. Gardner había transferido su cacería a terrenos del poeta Robert Frost, quien desdeñó sus ambiciones, tanto poéticas como sociales. Phyllis se había convertido en una cristiana devota y aceptó la muerte de Rupert con resignación. Nunca se casó y se dedicó a criar perros lobos irlandeses.

A su muerte por cáncer de mama en 1939, dejó a su familia los registros de su amor por Rupert, con instrucciones de entregarlos en algún momento a la Biblioteca Británica para ser abiertos 50 años después.

Las cartas de Rupert a Phyllis muestran un lado cruel que Edward Marsh, su albacea literario, trató de ocultar. De hecho, el círculo de Brooke percibió que la descripción de Marsh de un joven ejemplar muerto en su mejor momento, era una representación engañosa de una figura más compleja.

La Rupert Brooke Society financió una lápida para la tumba de Phyllis con un diseño que refleja quién era y qué le importaba.

El texto inferior es un fragmento del poema de Brooke Beauty and Beauty, inspirado en su aventura con Phyllis, desnudos a la luz de la luna en Grantchester a finales de octubre de 1912.

Cuando Brooke le envió a Phyllis una copia, ella respondió: “Me encanta el poema. Tiene una forma de resonarle a uno en la cabeza. Eres un buen cantante”.


La lápida en el Cementerio de la Iglesia de St James the Less, en Stubbings, dice:

 

Phyllis Gardner

Artista, escritora y amante

de los perros lobos irlandeses

6 de octubre de 1890 - 16 de febrero de 1939

 

‘Donde las dos bellezas se encontraron,

hay un temblor de tierra todavía,

queda aún el perfume de los vientos,

y el aire es un recuerdo delicado’

 

En la parte superior hay un logotipo con reminiscencias de la iglesia octogonal del Martyrium en la antigua Hierápolis (actual Pamukkale), homenaje al apóstol Felipe, al cual Phyllis hace referencia en su Memoir.

Finalmente, la parte inferior muestra la imagen de un perro lobo irlandés, según un grabado suyo en madera, tomada de su libro The Irish Wolfhound: A Short Historical Sketch.


Violet Asquith (1887-1969).

Nació en Londres, hija única de Herbert Henry Asquith y Hellen Melland. Perdió a su madre a los cuatro años y su padre se volvió a casar casi tres años después con Margot Tennant, con quien Violet y su hermano Raymond tuvieron una relación conflictiva.

Fue educada en casa por institutrices de alto nivel y terminó su educación en Dresde y París.

Uno de sus biógrafos, escribió: “Tenía una mente poderosa e inquisitiva, aliada a un temperamento de fuerza abrumadora... También era muy sensible a la belleza, visual y musical, y una amante de la literatura, con un dominio del lenguaje que le permitía escribir de manera muy colorida y expresiva”.

En abril de 1908 su padre llegó a Primer Ministro, debido a la renuncia del titular.

Violet se involucró sentimentalmente con Archie Hamilton-Gordon, hijo de John Hamilton-Gordon, séptimo conde de Aberdeen, quien resultó gravemente herido en un accidente automovilístico en diciembre de 1909. Los médicos diagnosticaron varias costillas fracturadas, un hueso pélvico destrozado, un hombro dislocado y una vejiga gravemente rota. Se comprometieron en el Hospital de Winchester mientras Gordon agonizaba.

El 11 de marzo de 1913, Eddie Marsh ofreció una cena para celebrar la beca de Rupert. W. B. Yeats fue el invitado de honor, pero había también tres nuevas damas.

Lady Cynthia Asquith, casada con Herbert, hijo del primer ministro Asquith, y Clementine Churchill casada con Winston.

La tercera dama era Violet Asquith, amiga muy cercana de Churchill. Era muy atractiva, literata, altamente sensible y de la misma edad que Rupert. Había estado enamorada de Winston e intentó suicidarse cuando este se comprometió con Clementine. Puesto que era la única soltera del grupo, Eddie pudo haber pensado que era un buen partido para Rupert.

Se volvieron cercanos, pero si hubo sentimientos románticos fue solo del lado de Violet, y ella seguía siendo una de las que podrían haber estado en la vida de Rupert. Los Asquith no eran una familia de aristócratas, por lo cual no habría que saltar muchos peldaños para casarse.

Un mes después lo invitó a su cena de cumpleaños en 10 Downing Street, donde uno de los invitados era George Bernard Shaw.

Entre las mujeres cercanas a la vida de Brooke, Violet parece haber sido la única realmente amiga, solamente amiga, sin arandelas sentimentales al menos por parte de Rupert.

En febrero de 1915 Violet despidió en el muelle a Rupert, que además de amigo se había convertido en corresponsal, navegando con su división rumbo a la campaña de Gallipoli y a la muerte. Meses después, Violet escribió a Aubrey Herbert que la muerte de Brooke había sido uno de los mayores dolores de su vida; y según Virginia Woolf, en 1916 dijo que había amado a Brooke "como nunca antes había amado a ningún hombre".

El 30 de noviembre de 1915, Violet se casó con Maurice Bonham-Carter (1880-1960), el principal secretario privado de su padre. Se convirtió en la Sra. Bonham-Carter hasta que, en diciembre de 1916, recibió el título de caballero y ella se convirtió en Lady Bonham-Carter. La pareja tuvo cuatro hijos, Cressida, Laura, Mark y Raymond.

Violet escribió varios libros y varios volúmenes de diarios y cartas.

Después del éxito del Partido Laborista en las elecciones generales de 1964, el nuevo primer ministro, Harold Wilson, le dio un lugar en la Cámara de los Lores. Tomó el título de Baronesa Asquith de Yarnbury y, a pesar de su mala salud, asistía regularmente a debates. También votó a favor de leyes más liberales sobre el aborto y la homosexualidad en 1966-1967. Su último discurso, en noviembre de 1968, fue sobre la necesidad de reformar la segunda cámara.

Violet Bonham-Carter murió en Londres de un ataque cardíaco, el 19 de febrero de 1969 y fue enterrada en la Iglesia de St Andrew en Mells, Somerset.


Elisabeth van Rysselberghe (1890-1980).

Era hija del destacado pintor neoimpresionista belga Theo van Rysseelberghe y de María, una escritora del círculo literario de André Gide. Se conocieron brevemente durante el Bacchus-Fest de Munich en febrero de 1911. Ella estaba allí con su madre, para mejorar su alemán y participar de la alegre y bulliciosa escena artística de la ciudad. Había sido acogida por los Ewalds, que la presentaron a Brooke como una carnival bride.

A principios de marzo Elisabeth volvió a Munich sola, dándole a Rupert la oportunidad de una aventura, como había dicho él que ahora estaba decidido a hacer.


Elisabeth era un alma ardiente e impulsiva que se había enamorado perdidamente de Rupert. Era de piel oscura, grandes ojos tristes y rasgos aquilinos, un poco como Noël en apariencia, aunque la apariencia de Elisabeth era más fuerte que bonita. Se sentía atraída por hombres más débiles que ella, con un lado femenino en su naturaleza. Había mucho en común entre ella y Ka, cualidades de devoción e integridad que tranquilizarían a Rupert, pero también, desafortunadamente, lo pondrían nervioso. Aquí estaba una joven de espíritu libre, sola con él en una ciudad extranjera, dejando claro que estaba enamorada de él y, obviamente dispuesta a “dar el paso”. Todo lo que tenía que hacer Rupert, al parecer, era sumergirse en las olas de la pasión.

Y se sumergió, pero estuvo a punto de ahogarse; algo no funcionó y parece que no fue precisamente el corazón. Lo adivinamos por Lust, el soneto que le escribió.

Rupert se marchó a Viena, donde Ernst Goldschmidt, su amigo de Cambridge. Allí recibió confirmación de Elisabeth, para pasar un par de días con él en Venecia, a finales de abril. ¿La desearía allí?, preguntó con nostalgia. Por supuesto que lo haría, juró Rupert, en medio de una discusión indirecta sobre los peligros del embarazo. Elisabeth respondió rápidamente para decirle que no estaba preparada para “entregarse” a él en Venecia. Las aguas estaban revueltas y los malentendidos rondaban el ambiente.

Rupert decidió ir a Florencia para ayudar a su antiguo maestro Bob White-Law que se había enfermado, pero antes fue a Munich para un melodramático ajuste de cuentas con Elisabeth. Huyendo de los enredos emocionales de Inglaterra, se encontró huyendo de las peores complicaciones que había provocado en Alemania.

Hicieron planes superficiales para pasar en agosto una semana en Marsella, pero se despidieron en malos términos, ella pidiéndole que se asegurara de decirle la verdad y que no era honesto querer ser violada.

Rupert sintió que Elisabeth quería que le prometiera amor eterno y luego cayera a sus pies, mientras que él quería de ella sexo en términos fijos después de conocer todas las instrucciones. Ahora ambos se sentían completamente confundidos, culpables e insatisfechos. Pero Elisabeth pronto volvería a competir y haría otro intento por ganarse su amor.

A mediados de julio de 1911, Elisabeth se había presentado en Inglaterra y cumpliría veintiuno en tres meses. Rupert acordó encontrarse con ella en la Sala Italiana de la Galería Nacional y dijo que se alegraba de verla, pero que, de hecho, sólo se alegraría si se podía arreglar un período de convivencia. Más tarde le dijo a Ka que sentía una “horrible mezcla de lujuria y aversión” por Elisabeth en ese momento.

Desafortunadamente, ella se estaba quedando con la familia de un clérigo en Teddington. Rupert le dijo que alquilara habitaciones en un pueblo cercano, después de lo cual se reuniría con ella; luego dijo que estaba cansado y confundido y que realmente no sabía lo que quería. De hecho, era bastante simple: quería esconderla de sus otros amigos, irse con ella durante una semana de pasión cuando pudiera encontrar el tiempo, y luego ser libre para seguir adelante. Elisabeth lo amaba, pero no lo quería en esos términos. Se vieron de vez en cuando y en secreto hasta el otoño, cuando Elisabeth regresó a París.

El 9 de enero de 1912 Elisabeth se encontró con Rupert en la estación parisina de Gare du Nord y se ocupó de él durante dos noches y un día en la villa de sus padres, antes de enviarlo con su madre a Cannes.

A finales de 1912, desde Grantchester, Rupert le escribió a Swanley, invitándola a pasar un largo fin de semana en el campo.  El viaje requirió una cuidadosa planificación. Para evitar percances, Rupert le envió un libro sobre anticoncepción.

El viernes 1 de noviembre de 1912 por la tarde, Elisabeth viajó desde Swanley. Sus instrucciones eran tomar un taxi en Victoria, decirle al conductor que fuera a Hampstead si alguien que conocía estaba al alcance del oído, y encontrarse con Rupert en el salón de té de Waterloo. De ahí saldrían para pasar el fin de semana en Devon.

Todo salió bien, excepto el sexo que, como había sucedido con Ka, fue incompleto y decepcionante. Elisabeth quedó con el corazón roto, aunque todavía enamorada de él.

Como de costumbre, la respuesta instintiva de Rupert a las dificultades con las chicas fue no estar disponible.

Una vez que Elisabeth regresó a Kent, Rupert se fue por un mes a Berlín para quedarse con los Wards y terminar su tesis. Le dijo a Hugh Dalton que no había escrito una palabra, pero que se pasaba el tiempo haciendo el amor, sin éxito, con bailarinas.

Terminó su tesis en Berlín y regresó para enviarla a King’s a mediados de diciembre.

Desde Rugby le escribió a Elisabeth el día de Navidad: “Te hice mal. Lo siento. Estaba muy cansado en esos días, y me hiciste enojar mucho… Soy una bestia”.

Durante abril y mayo de 1913, Rupert continuó su asedio: “Quiero más… quiero completar nuestros recuerdos”, le escribió. Pero no era lo que ella quería. Estaba herida por lo sucedido en Devon.

Probablemente estaba enamorada, pero a cambio quería amor verdadero y matrimonio.

Al parecer se vieron por última vez en Swanley en mayo de 1913.  A finales de ese mes, ya en el mar, Rupert le escribió: “Estoy enamorado, de diferentes maneras, de dos o tres personas. Siempre lo estoy. Probablemente lo sabes. No estoy casado con nadie, ni es probable que lo esté. Hace poco más de un año me enamoré violentamente de alguien que me trató mal. La historia es sangrienta y no importa. Solo que, por un tiempo, me dejó incapaz de amar a nadie. En cuanto a ti, niña: ahora tengo dos sentimientos hacia ti, que se alternan y se mezclan y crean confusión. Me gusta estar contigo… Pero aparte de todo eso, tú me despiertas la pasión… El fuego en ti enciende el fuego en mí, y no soy el único responsable. Solamente mi querida, eso es todo lo que hay: esas dos cosas. No quiero casarme contigo. No estoy enamorado de ti de esa manera.”

Elisabeth Van Rysselberghe se convirtió en 1923 en la madre de la única hija de André Gide, Catherine Gide, reconocida y adoptada por el escritor tras la muerte de su esposa Madeleine en abril de 1938.

Años después, Catherine escribió que creía que Rupert y Elisabeth podrían haberse convertido en amantes en un sentido completo en Swanley en mayo de 1913.

En 1931, Elisabeth se casó con el novelista Pierre Maurice Herbart. Se divorciaron en 1968.


Cathleen Nesbitt (1888-1982).

Fue la gran dama del teatro a ambos lados del Atlántico, con cerca de 300 interpretaciones memorables. Completó su educación en Queen's University en Belfast y en la Sorbona de París. Hizo su primera aparición en el Royalty Theatre de Londres en 1910.

Rupert la vio por primera vez el 21 de septiembre de 1912 interpretando el papel de Perdita en la primera presentación de The Winter’s Tale de Shakespeare.

Era una joven actriz desconocida de Ulster que había hecho una audición para un pequeño papel y luego obtuvo el papel principal cuando el director no estuvo satisfecho con su Perdita original.

A los veintitrés años, de la noche a la mañana se convirtió en estrella. Encantó al público como la pastora que en realidad era la hija de un rey, y encantó a Rupert con su feminidad sin arte.

Rupert estaba saliendo de su tormentosa relación con Ka y pensó que era posible volver a amar. Eddie Marsh, fanático del teatro y conocedor de actores la invitó a cenar el 20 de diciembre para que Rupert la conociera. 

Cathleen estaba saliendo de una breve relación tóxica con un actor que tenía esposa y una amante que estaba en un asilo de ancianos con un embarazo difícil.

Rupert la invitó a almorzar y se fueron acercando gradualmente mientras terminaban sus desafortunadas relaciones anteriores.

En la Navidad de 1912 le confesó a Eddie: Mis ojos están llenos de sueño y mi corazón está lleno de Cathleen Nesbitt. La veía inalcanzable, pero ella resultó mucho más sencilla y accesible de lo que él imaginaba.

A comienzos de 1913 fueron de excursión a Kew Gardens y Hampton Court, descubrieron que se habían enamorado, y él le escribió There is wisdom in women en una postal.

Sin embargo, nunca llegaron a la intimidad completa. “Cuando pasábamos la noche en una posada de campo dormíamos en habitaciones separadas… Ambos teníamos opiniones muy serias sobre el matrimonio y ambos queríamos estar muy seguros de que tendríamos uno bueno”, escribió Cathleen en A Little Love.

En el verano de 1913, Rupert hizo un viaje de varios meses a Estados Unidos, Canadá y Hawaii, manteniendo siempre comunicación con Cathleen.

A principios de abril de 1914 salió de Tahití dejando un nuevo amor, y probablemente una hija. Llegó en tren a Chicago el 29 del mismo mes. En los primeros días de junio estaba de nuevo en Londres.

Cathleen, cuya intuición la había mantenido alerta, confesó en algún momento en julio de ese año: Creía que yo era muy buena y no sé por qué. No creo que fuera buena en particular, pero ese fue uno de los pequeños íconos que construyó, y tuvo que ponerlo dentro de un cuerpo para venerarlo. Creo que, en cierto sentido, era importante para él.

Pienso, como todos los artistas que tienen una tensión neurótica, que él siempre lo habría necesitado: sabía que en los mares del Sur había tenido una chica encantadora, y siempre sospeché que en algún lugar de Canadá había una chica pelirroja con la que había tenido una aventura. Cuando él me escribió, pude leer entre líneas, y siempre sentí que podría sentirme posesiva, y aunque no lo estaba entonces, si estuviera casada con él, probablemente lo estaría y que probablemente sufriría un gran dolor, porque pensé que no había ninguna posibilidad de que fuera un hombre de una sola mujer.


A mediados de septiembre, mientras se preparaba para su alistamiento escribió cartas con sentimientos parecidos a Eileen Wellesley y a Cathleen.

La última vez que lo vi, recuerda Cathleen, fue antes de que se fuera al extranjero. Yo estaba de gira en Yarmouth, regresamos a mi hospedaje y había un fuego de troncos, troncos de mar, nos sentamos allí y hablamos un rato y me dijo: “Léeme algo muy hermoso”, y yo leí “The Anniversary” de John Donne, donde se lee esta belleza:


Aquí, sobre la tierra, mientras somos,

de nosotros los reyes y los súbditos

somos. ¿Hay reino más seguro? Nadie,

si no es nosotros, puede conquistarlo.

(La traducción es de Octavio Paz).

 

Así que lo leí hasta el final. Luego, unos tres días después, me envió la primera copia de los sonetos, y uno de ellos se llamaba “Seguridad”, y me dijo “No te importe que imprima el nuestro, porque es privado, nadie sabe que es nuestro”, y luego dijo: “Me avergüenza un poco escribir poesía con uniforme de soldado. Siento que no está bien de alguna manera, pero Philip Sidney lo hizo”.

Hasta donde se sabe, su relación fue esencialmente platónica.

Cathleen contrajo matrimonio con Cecil Beresford Ramage en 1921. Tuvieron dos hijos, Mark y Jennifer.

Después de setenta años de carrera, murió en Londres a sus 92 años.

Cuatro años antes de su muerte, Isabel II la nombró Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico.


Marchesa Mannucchi Capponi (Agnes Smith) (1871-19??).

Se conocieron a mediados de agosto de 1913 en el Chateau Lake Louise Hotel, 160 kilómetros al noroeste de Calgary, después de que Rupert le recordara a su amigo Eddie Marsh su promesa de presentarle una viuda rica en Canadá. Ella había estado viviendo en Berlín, casada con un alemán y en 1906 tuvo un hijo que murió dos días después de nacido. Se casó nuevamente con Mannucci Capponi y ahora era viuda por segunda vez, viviendo en Minneapolis. La atracción fue mutua e inmediata.


Las muchas cartas que él le escribió durante el año siguiente permiten suponer que fueron amantes durante las dos semanas que pasaron juntos en el Lake Louise.

Las anteriores relaciones de Rupert habían estado rodeadas de malestar por la virginidad, el sexo prematrimonial, la anticoncepción y el secreto. En aquellas montañas donde nadie lo conocía, con una compañera entusiasta y experimentada, Rupert podía voltear la página sobre el pasado. ¿Qué importaba que Agnes fuera lo suficientemente mayor como para ser su madre? Ella había estado dos veces casada y había dado a luz, por lo que habría sido inútil sacar a flote sus obsesiones sobre la “suciedad”, la vulnerabilidad femenina o la mujer-niña. Pero no parece que ella haya logrado desviar su puritanismo. Aun así, tuvieron éxito en convertirse en amigos y amantes, primera vez que Rupert lograba algo semejante.


Tomaron caminos distintos: él a Vancouver y ella a su casa y más tarde a Londres, donde en marzo de 1914 fue a visitar a la Sra. Brooke en Rugby, tal como él se lo había pedido insistentemente.

En mayo estaba de regreso en Washington donde se vieron por última vez.

Rupert, le escribió después desde Londres: Fui muy feliz todo el viaje. Tuvimos un clima espléndido y había gente agradable a bordo. Pensé en ti y me regocijé. Me das mucha tranquilidad y paz... has sido muy buena conmigo...


Taatamata (Tumatataata Tapotofarerani) (1885-1947).

Rupert llegó a Papeete a mediados de enero de 1914 y se alojó en el Hotel Tiare Tahiti, cuya propietaria Lovaina Chapman tenía ancestros tahitianos y estadounidenses. Después de unos días en el hotel de Lovaina, Rupert quería vivir más libremente en el campo, lejos de los vagabundos de Papeete.

En Auckland, había escuchado que alguien acababa de encontrar algunas pinturas de Gauguin en vidrio y se las llevó.

¿Por qué no ir a las antiguas guaridas de Gauguin y ver si quedaba algo, ya sea de las pinturas o del estilo de vida y huir de la capital semieuropea y vivir en una cultura puramente tahitiana?


Gauguin había alquilado una choza de paja entre el mar y la montaña. Para Rupert había una casa de huéspedes que pertenecía al jefe de la aldea, Tetuanui y su esposa Haamoeura, y estaba a cargo de un hombre local que se había casado con una mujer australiana. Rupert se quedaría en la amplia terraza con vista a la laguna turquesa, con las olas rompiendo en el arrecife lejano. Detrás estaban las montañas, con sus infinitas tonalidades de verde. En la veranda Rupert escribió The Great Lover y Retrospective, dos poemas nostálgicos sobre Inglaterra, al otro lado del mundo. Pero pasaba la mayor parte de su tiempo con los lugareños, nadando en la laguna, pescando y recolectando frutas.

Un mes después tuvo un caso grave de quemaduras de sol y envenenamiento por coral, y debió trasladarse desde Mataiea hasta el hotel de Lovaina para el tratamiento. Allí conoció a Taatamata y en carta a su amigo Eddie Marsh, escribe: He sido amamantado y atendido por una chica con ojos maravillosos, caminar de diosa y corazón de ángel, que está, por suerte, dedicada a mí. Ella ocupa su tiempo en atenderme, yo el mío en sondear su extraña mente. Creo que escribiré un libro sobre ella. Solo temo que estoy muy encariñado con ella. Oh querido, es un lugar relajante y me siento alarmantemente fuera de pista con Europa.

La llamó Mamua, que no es una palabra o nombre reconocido en tahitiano y tal vez sea una transcripción de Rupert de Maimoa, que significa la favorita o la elegida. Después de una semana larga de tratamiento y cuidados, regresaron juntos a Mataiea. Su poema Tiare Tahiti está dirigido a Mamua y fechado “Papeete, febrero 1914”. Rupert le confió a Eddie que estaba teniendo "asombrosas aventuras medievales con bellezas tahitianas”. En marzo, describió su vida como “vagabundeando con personajes de Conrad en un cortejo de Gauguin.”

Tiare Tahiti refuta, cuando menos, el amor platónico, y deja atrás el puritanismo y la misoginia que había envenenado las relaciones de Rupert con Noël, Ka, Elisabeth van Rysselberghe, y Phyllis Gardner. Con Mamua pudo vivir el momento y burlarse de la filosofía occidental; lo que no podía hacer, sin embargo, era reconsiderar los valores que provocaron su cadena de eróticos desastres antes de que llegara al camino sensual y florido de Mataiea.

Mamua era dos años mayor que Rupert y procedía de una importante familia de la isla de Moorea, frente a Tahití. Cuando se conocieron ella tenía cuatro hijos, sin registro de padre para ninguno.

Pronto, Rupert empezó a sentir la urgencia de regresar a Inglaterra y, en efecto, embarcó en Papeete rumbo a San Francisco a principios de abril de 1914: “Tenía el corazón triste por dejar Tahití, pero me resigné al barco y vi desvanecerse las costas verdes y los picos rocosos, con apenas una punzada. Salí… no sin lágrimas.” Taatamata también derramó lágrimas por Rupert, a quien llamó su “adorable amor querido”. Pero probablemente ella tenía una razón mayor para llorar: creía que estaba embarazada.

A mediados de enero de 1915 Rupert recibió una carta de Taatamata, fechada el 2 de mayo de 1914, un mes después de su salida de Tahití. El barco Empress of Ireland se había hundido después de una colisión con el St Lawrence, con pérdida de más de mil vidas. Algunos meses después, los buzos recuperaron las bolsas de correo y Rupert recibió su carta, extremadamente difícil de leer, mitad inglés, mitad francés:

Te deseo aquí esta noche, engordo todo el tiempo. Cariño, sabes que siempre pienso en ti, aquel día en que me dejaste estuve triste por mucho tiempo. Fuimos felices cuando estabas aquí, siempre te recuerdo, te olvidaste de mí muy pronto. Mi querido amor, yo te amaré siempre…

Recuerdo siempre tu pequeña y delgada figura, y tu pequeña boca que besaba tan bien, tú has traspasado mi corazón y yo te amaré siempre.

Mike Read, autor de Forever England. The Life of Rupert Brook, ha identificado una “Arlice Rapoto” como la hija de Brooke, sin pruebas contundentes y las fechas no cuadran: No hay evidencia de que Taatamata haya tenido un hijo entre 1912 y 1920 y, si estaba embarazada en abril de 1914, el embarazo no llegó a feliz término. En cualquier caso, un mes después ella había secado sus lágrimas y estaba disfrutando fiestas de toda la noche en el hotel de Lovaina con un centenar de cadetes de un barco de entrenamiento argentino.

En 1920 Taatamata regresó a Moorea y se convirtió en la esposa de Mike Fogel, un músico vagabundo de San Francisco, con quien tuvo dos hijos más. Murió en mayo de 1947.


Eileen Wellesley (1887-1952).

Era la quinta hija del IV duque de Wellington. Se conocieron a finales de julio de 1914, en una cena en casa de la duquesa de Leeds. Se sintió atraída por él, pero reconoció los obstáculos de desposar a un joven de clase media, sin dinero, poeta o no.

Rupert también se sintió inmediatamente cautivado por Eileen, pero luego se inclinó a elogiar los atributos espirituales que atribuía a las mujeres que idealizaba.

Sin embargo, después de la cena, Eileen envió a Rupert una nota:

Estimado Sr. Brooke, me temo que el otro día dejó aquí su pitillera. ¿Le importaría venir a tomar el té y recogerla?

Él no fumaba, pero fue a tomar el té. Poco después salieron por el día a Richmond Park, donde encontraron un lugar aislado para hacer el amor. Cathleen Nesbitt estaba de gira con una obra de teatro, con lo cual Rupert no estuvo de acuerdo y tal vez eso alimentó su disposición a caer en los brazos de Eileen, con el atractivo adicional de que se estaba yendo a la cama con un retazo de la historia inglesa, puesto que la sangre de Eileen era de un azul profundo. Pero no necesitamos especular sobre los motivos de Rupert; durmió con ella porque estaba presente y dispuesta y no vio la necesidad de que Cathleen lo supiera.

El romance de Rupert con Eileen Wellesley se había llevado a cabo con un alto grado de discreción, pero había dos pistas principales sobre sus profundidades reales. La señora Elgy, ama de llaves del amigo de Rupert, Eddie Marsh, había descubierto las hebillas para el cabello de Eileen en la cama de Rupert en Raymond Buildings. Por otro lado, tras la muerte de Rupert, una entrada en el diario de Cynthia Asquith del 3 de julio de 1915 lo resumió de esta manera:

Mary Herbert (amiga cercana de Eileen) desobedeció a su madre y vino a verme por la tarde. Me dijo que Eileen Wellesley afirmaba que tuvo una relación amorosa muy seria con Rupert Brooke y que eso era bastante insospechado para todos los demás que solían encontrarse en Richmond Park y en el piso de Eddie Marsh. Sin duda, Rupert Brooke tenía los instintos completamente polígamos de la mayoría de los poetas.

Eileen probablemente estaba enamorada de Rupert, qué tan profundamente no sabemos porque él había ordenado quemar las cartas después de su muerte.

Ella estuvo de acuerdo en mantener su aventura en secreto porque él podía cenar con las hijas del duque, pero no casarse con ellas. Podían citarse en el apartamento de Eddie, pero no en Apsley House. Si Rupert ambicionaba casarse con la aristocracia, no hay rastro de ello en las cartas que le quedaron a Eileen.

El 2 de agosto de 1914, en su segunda carta, le escribió desde Bilton Road:

Eileen, hay algo sólido, real y maravilloso en ti, en un mundo de sombras. ¿Sabes lo real que eres? El tiempo contigo son las únicas horas de vigilia en una vida de sueños. Todo esto es otra forma de decir que te adoro.

La fragmentaria correspondencia no permite establecer hasta dónde se había involucrado cada uno en términos de matrimonio, pero sí sugiere que en los siete meses de relación él podría haber sido más feliz y más maduro que en cualquiera otra que hubiera tenido antes de conocer a Eileen. En las cartas no hay señales de la histeria y las posturas que envenenaron sus relaciones con Ka, Noël o Phyllis; él parece haber querido a Eileen tal como era y trató de hacer una conexión honesta con ella. Tal vez Eileen fue capaz de sacar a flote cualidades que ninguna amante anterior había logrado encontrar. También es posible que él se sintiera obligado a tener su mejor comportamiento con alguien socialmente superior, a diferencia de las anteriores, que estaban a su mismo nivel, exceptuando quizás sus aventuras en los mares del Sur.

La relación continuaría hasta que Rupert se embarcó para Gallipoli a finales de febrero de 1915. Esto le ayudó a posponer indefinidamente la pregunta del matrimonio, siempre y cuando tuviera a Eillen para distraer el compromiso.

Eileen contrajo matrimonio con Cuthbert Julian Orde el 11 de septiembre de 1916. Tuvieron 2 hijas, Julia y Jane.


Rupert Brooke ingresó a la Royal Naval Division como subteniente de la Reserva Real de Voluntarios Navales adjunta al barco Victory de Su Majestad, a mediados de septiembre de 1914.


A mediados de febrero de 1915, Rupert cenó con Churchill en el Almirantazgo y pensó que estaba listo para embarcar. Se sintió emocionado por seguir las huellas de los Cruzados y de Lord Byron. “Nunca había sido tan feliz en mi vida, creo,” le dijo a su amiga Violet Asquith, “no del todo totalmente feliz; como un arroyo que fluye por completo hasta el final. De repente me doy cuenta de que la ambición de mi vida ha sido -desde que tenía dos años- ir en una expedición militar contra Constantinopla”.

Se sentía predestinado, candidato a héroe y dispuesto a morir por Inglaterra; en suma, le sobraban razones para creerse del lado correcto de la historia.

Zarparon el 28 de febrero, con Violet Asquith despidiéndolo desde el muelle.

Desde Malta le escribió a Eddie: “Puedo ver bien que la vida puede ser muy divertida, y puedo ver bien que la muerte puede ser una admirable solución”.

Mientras navegaban por el Mediterráneo, juró que volvería a África después de la guerra. Tuvo mucho tiempo para escribir a sus musas: más profusamente a Violet Asquith, y también a Cathleen, a Eileen y a Ka, pero no a Noel, pues ya se habían devuelto sus cartas.

El 11 de marzo desembarcaron en la isla de Lemnos, donde permanecieron dos semanas. Allí Rupert tuvo tiempo de abordar su legado sentimental y literario y eligió a su fiel amigo y confidente Dudley Ward para ordenar sus asuntos: un hombre casado, firme, leal, no un intelectual literario.

Su primera preocupación fue preservar la reputación de Elisabeth van Rysselberghe, Eileen Wellesley y Ka, ordenando a Dudley que destruyera todas sus cartas. Ninguna ha sobrevivido, por lo que podemos asumir que Dudley hizo lo que se le había pedido.

También le escribió: “Trata de informar a Taata de mi muerte. Dale mi amor. Tendrás que darle una mano a Ranee sobre mí: sabe muy poco sobre grandes partes de mi vida”.

Días antes, tratando de expiar sus desventuras románticas quiso volver a Ka al lugar de honor, en una carta que terminaba así: “Querida mía, querida mía… eres lo mejor que he encontrado en mi vida… Espero que seas feliz y te cases y tengas niños. Es bueno que yo muera”.

El 24 de marzo la expedición navegó hacia campamentos cerca de Port Said.

Tan pronto como pudo, Rupert cambió su tienda de campaña infestada de moscas por una noche en el Shepheard's Hotel en El Cairo. Hizo arreglos para visitar las pirámides, la esfinge y para un paseo en camello, pero se sentía mal cuando regresó al campamento.

En la noche estuvo enfermo y al siguiente día, 2 de abril, no podía hacer nada más que mentir en la cama de su campamento debajo de un toldo.

En este punto su enfermedad probablemente no era más que un golpe de calor y el impacto de estar en un clima subtropical.

Mientras estaba allí, sintiéndose enfebrecido y miserable, recibió la visita del general Sir Ian Hamilton, comandante de la Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo y de todas las Divisiones Británicas y Anzacs cuyo objetivo era Estambul. Hamilton era un general inusual, un poeta e intelectual que además había sido postulado dos veces para la Cruz de la Victoria. En su Diario de Gallipoli escribió el epitafio de su propia carrera: “No hay nada seguro sobre la guerra, excepto que un lado no ganará”. Hamilton se había reunido antes con Rupert, pero no lo conocía muy bien. Sin embargo, tal vez por sugerencia de Eddie Marsh y recomendación de Churchill, le ofreció un puesto en su staff, que era lo más parecido a una garantía de que sobreviviría a la guerra. Rupert declinó el ofrecimiento, pero aceptó moverse del calor y la arena del campamento al lujoso Casino Palace Hotel en Port Said, donde compartió habitación con Patrick Shaw-Stewart, un amigo que había conocido en Amberes. Ambos padecieron de fiebre constante y disentería durante una semana.

El 4 de abril, Rupert estaba molesto por una llaga en el labio superior, probablemente una picadura de mosquito, que el oficial médico del batallón consideró de poca importancia. Al rascar la picadura, Rupert podría haber dado ingreso a la infección. Pero también pudo haber pescado una infección por estafilococos en su cena en el hotel el 1 de abril, después de la cual vomitó durante la noche. En el pasado había sufrido de conjuntivitis, normalmente una infección por estafilococos. En cualquier caso, la combinación de disentería, fatiga y clima malsano minaron sus defensas lo suficiente para que la infección se afianzara. Sin antibióticos, la septicemia era virtualmente intratable; incluso hoy, a menudo puede ser fatal. Ir al hospital de Port Said pudo haberle ayudado, pero él estaba decidido a sanar por sí mismo y a permanecer con sus hombres para la próxima ofensiva.

Después de vagar durante una semana alrededor del Egeo, anclaron en la Bahía Trebouki en Skyros. Llegó el correo y por Eddie supo que Virginia Woolf había publicado The Voyage Out y que Wallace había quedado impresionado por los sonetos de guerra.

En la misa de Pascua del 4 de abril por los muertos de guerra, el Deán de la Catedral de San Pablo leyó el poema de Rupert The Soldier y dijo: “El entusiasmo de un puro y elevado patriotismo nunca había encontrado una expresión más noble”. Se había convertido en el poema de la hora y en las primeras campanadas de la gloria para su autor.

Entre tanto, Rupert continuó sintiéndose débil, la hinchazón en el labio no cedía y los dolores en el pecho y la espalda eran preocupantes. Lo examinaron cinco doctores y estuvieron de acuerdo en que Rupert se estaba muriendo y había poco que pudiera hacerse. El cirujano del barco identificó la infección como Streptococcus pneumoniae, que podría producir dolores mayores y menores y era potencialmente fatal para cualquiera con un sistema inmune debilitado.

En la misma bahía de Skyros había un barco hospital francés con equipo quirúrgico completo para 600 camas, pero sin pacientes. Lo trasladaron allí acompañado de Oc Asquith, quien lo ayudó a instalar y le preguntó si quería algo, a lo cual respondió “agua”, su última palabra coherente.

Estuvo inconsciente esa noche y a la mañana siguiente los cirujanos franceses procedieron a drenar y cauterizar el absceso en el labio, pero sin esperanzas de salvarlo. Cuando Asquith le preguntó al cirujano sobre la condición de Rupert, respondió, État désespéré. Todos los cirujanos franceses y su equipo de enfermería eran hombres, por lo que Rupert llegaba a su final sin el toque de una mano de mujer. A las 2:00 de la tarde Denis Browne regresó con el capellán y fue el único de sus camaradas que estuvo con él cuando murió a las 4:45 de la tarde del viernes 23 de abril.

Browne murió dos semanas después. Su cuerpo nunca pudo ser recuperado; su nombre es uno de los veintiún mil “desaparecidos en acción” en el Helles Memorial.

Asquith vistió a Rupert con su uniforme y lo puso en un ataúd de roble. Browne y Lister tomaron un contingente del pelotón de Rupert y lo llevaron a la arboleda de olivos silvestres donde habían cavado su tumba y descansado tres días antes. Asquith describió la escena a su hermana Violet: “La luna finamente velada, un hombre llevando una cruz de madera lisa y una linterna al frente, el destello de algunas otras linternas, el aroma del tomillo silvestre, un grupo borroso de oficiales franceses e ingleses, las tres descargas, el Último Correo”.

Cleg Kelly escribió en su diario: Era como si uno estuviera involucrado en el origen de algún mito clásico.


En la cruz de madera que había hecho el pelotón de Rupert, el intérprete griego escribió un epitafio en su propio idioma:


Aquí descansa el siervo de Dios, subteniente de la Armada inglesa, que murió por la liberación de Constantinopla de los turcos.


En el Cementerio de la Iglesia de San Andrés y Santa María, en Grantchester, hay un monumento a su memoria y la de otros soldados caídos en combate, con versos del poema de Laurence Binyon, The Fallen:


No envejecerán, envejeceremos los que nos quedamos.

El tiempo no los desgastará, ni los años los condenarán.

A la caída del sol y en la mañana

los recordaremos.


A finales de la primera guerra mundial, se le grabó en el Memorial de la Rugby School Chapel el último de los cinco poemas de sus famosos sonetos de guerra:

 


EL SOLDADO

(The soldier)


Si debo morir, solo pensad esto de mí:

Hay algún rincón de un país extranjero

que es Inglaterra para siempre. Habrá,

escondido en esa rica tierra un polvo aún más rico;

un polvo con alma inglesa, moldeado, consciente,

que dio una vez sus flores para amar, sus caminos para vagar,

un cuerpo de Inglaterra, respirando aire inglés,

bañado por sus ríos, bendecido por sus soles.


Y piensa, este corazón, en todo el mal esparcido,

un pulso en la mente eterna, nada menos,

en algún lugar devuelve los pensamientos que Inglaterra le dio;

sus visiones y sonidos; sueños tan felices como sus días;

y la risa, aprendida de los amigos; y la dulzura,

en los corazones en paz, bajo un cielo inglés.


Como era de esperarse, su muerte conmocionó a Inglaterra y a buena parte del mundo, y generó una ola de reacciones y lamentos. Leamos algunos:

 

- El obituario que escribió Churchill en el London Times señalaba que “una vida se había cerrado en el momento en que parecía haber llegado a su primavera”, elogiaba su “simetría clásica de mente y cuerpo”, y agregaba: “Él era todo lo que uno desearía que fueran los hijos más nobles de Inglaterra, en los días en que no se aceptaba ningún sacrificio que no fuera el más precioso”.


- Cleg Kelly: Tengo el presentimiento de que es uno de esos como Keats, Shelley y Schubert, a quienes no se les permitió entregar su mensaje completo.


- Catheen Nesbitt: Creía en la bondad y en la firmeza, y sentía que no había sido una persona ni buena ni firme. Creo que habría estado al mismo nivel de Keats, porque había una gran música en su voz.


- Virginia Woolf: Era muy consciente de la situación de los asuntos públicos, y si por casualidad se encontraba con él cuando se hablaba de una huelga o un conflicto laboral, evidentemente estaba tan bien versado en las complicaciones de las cuestiones sociales como en las tinieblas de la poesía de Donne. Uno se aparta del pensamiento de él para maravillarse y preguntarse todavía ¿qué habría sido, ¿qué habría hecho?


- D. H. Lawrence: Escuché por primera vez de él como un Dios griego bajo un parasol, leyendo poesía en pijama en Grantchester.


- Frieda Lawrence: Era tan guapo que te dejaba sin aliento.


- La estrella: Él es el símbolo de la juventud de nuestra raza.


- The Sphere: El único poeta inglés de alguna consideración que ha dado su vida en las guerras de su país, desde Philip Sidney en 1586.


- Daily News: Verlo era ver una parte de la juventud del mundo.


- Walter de la Mare: Pero, en cierto modo, la naturaleza es tan celosa del individuo como del tipo. Ella le dio a Rupert Brooke juventud y, tal vez, en estos días hiperiluminados, al hacerlo, haya plantado una leyenda.


- Su comandante en jefe, el general Sir Ian Hamilton, reflexionó sobre por qué Brooke parecía especial:


¿Es porque era un héroe? - Había miles.

¿Es porque parecía un héroe? - Hubo unos cuantos.

¿Es porque tenía genio? - Hubo otros.

Pero Rupert Brooke tenía los tres dones de los dioses en su mano...


- El poeta Wilfrid Wilson Gibson escribió el 23 de abril:


LA IDA - (The Going)

 

Se ha ido.

No entiendo.

Yo solo sé

que mientras giraba para irse

y decía adiós con la mano

en sus jóvenes ojos brilló una gloria repentina,

y me deslumbró el resplandor del ocaso,

y se fue.

 



EL AMANECER

(The Dawn)


Cuando a la noche de mi vida llegue el amanecer

esparciendo la niebla de los sueños, la antigua pesadumbre,

antes de la terrible alborada de la tumba,

¿Olvidaré el insulso dolor del recuerdo?

¿Mi corazón cansado, como un niño, despierto,

llenará el amanecer de música? ¿O retendrá

alguna de las tristes notas de mis viejos agobios,

a través de esa espléndida alborada, y hará

más bella la belleza, más hermoso el amanecer?

Temo solamente que no encuentre

esa valiente sonrisa que una vez iluminó mi amargura,

esos radiantes ojos vivos henchidos de pureza,

ni vea la nube pálida de su ondeante cabellera

reír y saltar a través del desolado viento.

 

 

HAY SABIDURÍA EN LAS MUJERES

(There’s wisdom in women)

(A Cathleen Nesbitt).


“Oh, el amor es bello, y el amor es extraño”, dijo mi amada,

“Pero el amor se va calladamente.” Incliné su tonta cabeza,

y besé su cabello y me reí de ella. Era como una niña;

tan nueva en el amor, tan leal en el amor, y hablaba tan amargamente.


Pero hay sabiduría en las mujeres, más de la que han conocido,

y los pensamientos que las invaden, son más sabios que los suyos,

¿o cómo podría mi amada, siendo joven e ignorante,

haber llorado el amor con tanta amargura, con un lenguaje tan sincero?


 

NUBES

(Clouds)


Bajo la noche azul las columnas interminables presionan

en silencioso tumulto, rompen y agitan y fluyen,

ahora pisan el lejano sur o levantan rondas de nieve

hasta el oculto encanto de la luna blanca.

Algunas se detienen en su errante tumba solitaria,

y giran con un guiño profundo, vago y lento,

como quien reza por el mundo, pero sabe

que su oración es vana, mientras ellas bendicen.

Dicen que los Muertos no mueren, sino que permanecen

cerca de los ricos herederos de su tristeza y alegría.

Creo que cabalgan en la serenidad del cielo, como ahora,

en un soberbio y majestuoso tren melancólico,

y contemplan la luna, y los mares todavía furiosos,

y los hombres, yendo y viniendo por la tierra.



LOS MUERTOS - (The War Sonnets. IV. The Dead)


Estos corazones fueron tejidos con cuidados y deleites humanos,

maravillosamente purificados por la tristeza, preparados para la alegría.

Los años les han dado su afecto. Era suyo el amanecer,

y el ocaso, y los colores de la tierra.

Han visto la libertad, y escuchado música; han conocido

el sueño y la vigilia; han amado; se han enorgullecido de la amistad;

han sentido la rápida conmoción del asombro; se han sentado solos;

han acariciado flores y pieles y mejillas. Todo esto ha terminado.

Hay aguas que sonríen al soplo de los vientos cambiantes

y se iluminan todo el día con la riqueza de los cielos. Y después,

la escarcha, con un guiño, apacigua la danza de las olas

y la belleza errante. Deja una clara,

inmarcesible gloria, un resplandor acumulado,

una inmensa, resplandeciente paz, bajo la noche.

 


TUS OJOS - (Your eyes)


Tus ojos son un lago negro

donde brilla siempre la luna,

y crepitan sus blancos fuegos

en los negros pinos cercanos.


Al fondo de esas viejas aguas

uno encuentra cosas fantásticas,

- copas extrañas, y oro,

coronas de reyes olvidados,


espejos rotos, pines enjoyados

que atan cabellos de rameras muertas,

viejas culpas monstruosas

que un día el mundo encontró justas…


Pequeñas sombras negras se deslizan

tontamente, esperando matar

lo que las voces lloran,

corazones muertos bajo la colina.


Brilla una inmensa estrella, una herida

rojo-sangre en el útero de la noche,

los bosques circundantes

susurran; y esperan - ¿por quién?


 

CITAS


- No podría decir mucho sobre Rupert, salvo que era celoso, malhumorado, desequilibrado. Era potencialmente un primer ministro, un hombre muy poderoso y ambicioso, pero no un poeta. (Virginia Woolf)


- Mi subconsciente se enoja con cada joven triste que conozco, si no se enamora de mí; y mi conciencia se enfurece con ella si lo hace. (RCB)


- Antes de los veinticinco años, haces pedazos el mundo; después de los veinticinco, el mundo te hace pedazos. (RCB)

 


 

* La mayor parte del contenido de este capítulo, ha sido tomada de estas tres biografías:

    - Fatal Glamour. The Life of Rupert Brooke. Paul Delany. McGill-Queen’s University Press. Canada. 2015.

    - Forever England. The Life of Rupert Brooke. Mike Read. Biteback Publishing Ltd. Great Britain. 2015.

    - Rupert Brooke: Life, Death and Myth. Nigel Jones. Head of Zeus Ltd. 2014. London.


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