CAPÍTULO I - CONRAD AIKEN
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CAPÍTULO I
CONRAD AIKEN
Conrad Potter Aiken,
poeta, novelista, editor y crítico estadounidense.
Savannah, Georgia, 05-08-1889;
id., 17-08-1973.
Era el hijo mayor de
William Ford y Ana Potter Aiken. El padre era un respetado cirujano, y la madre
era hija de un prominente Ministro de la Iglesia Unitaria de Massachusetts.
El 27 de febrero de 1901, el Dr. Aiken asesinó a su esposa y luego se suicidó. En su autobiografía Ushant publicada en 1952, Aiken menciona que a sus once años tuvo que enfrentar el trauma de encontrar los cadáveres de sus padres inmediatamente después de escuchar los disparos.
Tras la muerte de sus padres, Aiken fue educado por su tía abuela y su tío en la Middlesex School de Cambridge y luego en la Universidad de Harvard. Allí, el poeta editó Advocate con T. S. Elliot, quien se convirtió en su colega y amigo de toda la vida. También tuvo una cercana amistad con Ezra Pound y Amy Lowell.
Su obra tuvo la
influencia de la filosofía y la temprana teoría del psicoanálisis, y en gran
parte se ocupa de la necesidad humana de la auto-conciencia y de un sentido de
la identidad.
Aiken dividió su vida
entre Inglaterra y Estados Unidos hasta 1947, cuando se estableció
definitivamente en Massachusetts. Esta alternancia le permitió difundir la obra
de poetas estadounidenses entre el público británico.
En 1912 contrajo
matrimonio con la canadiense Jessie McDonald, y se mudaron a Inglaterra en 1921
con sus dos hijos mayores, John (1913) y Jane (1917). Se establecieron en Rye,
East Sussex. Joan, la hija menor nació en Rye en 1924. Los tres hijos se
convirtieron posteriormente en escritores.
En 1930 se casó por
segunda vez, con Clarissa Lorenz. En 1983 la University
of Georgia Press publicó su biografía Lorelei
Two: My Life with Conrad Aiken.
Conrad se divorció de
Clarissa y se casó por tercera vez en 1937 con Mary Augusta Hoover, una exitosa
pintora con varios años de formación al lado de artistas de renombre. Exponía
regularmente en la Royal Academy de Londres, en Boston y en New York, donde el
Museo Metropolitano adquirió varias de sus obras.
Después de tres
tempranas colecciones de versos, Aiken escribió entre 1915 y 1920 las llamadas
cinco “sinfonías”, también conocidas como “sinfonías poéticas”, en un esfuerzo
por crear poesía que se asemejara a la música en su habilidad para expresar
simultáneamente diferentes niveles de significado. De esa época son: Earth
Triumphant (1914), The Jig of Forslin: A Symphony (1916), Senlin:
A Biography, and Other Poems (1918), y The House of Dust: A Symphony (1920).
Luego vino el período
de los poemas narrativos, algunos volúmenes de poesía lírica y meditativa como John
Deth (1930), Preludes for Memnon (1931), Landscape
West of Eden (1934) y Time in the Rock (1936).
Después de la Segunda Guerra Mundial, regresó a la poesía musical, pero con más
profundas insinuaciones psicológicas y filosóficas, como Skylight One
(1949), A Letter from Li Po (1955), Sheepfold Hill (1958) y The
Morning Song of Lord Zero (1963).
Lo mejor de su poesía
está contenido en Selected Poems (1929), que le valió el Premio Pulitzer
de poesía en 1930, y en Collected Poems (1953) que incluye Preludes
to Definition, considerada por los críticos como su obra maestra, con la
cual obtuvo el Premio Nacional del Libro en 1954. Debemos incluir, además, la
muy mencionada Morning Song of Senlin, de Senlin, A Biography.
La mayoría de sus
obras de ficción fueron escritas en los años 20 y 30. Se considera que, más
exitosas que sus novelas de esta época, son sus historias cortas como Strange
Moonlight de Bring! Bring! (1925) y Silent Snow, Secret Snow y Mr.
Arcularis de Among the Lost People (1934). Sus Cuentos fueron
publicados en 1950, seguidos de A Reviewer’s ABC: Collected Criticism from
1916 to the Present (1958) y The Collected Novels (1964).
A pesar de los
galardones obtenidos, los críticos concuerdan en que Aiken nunca recibió un reconocimiento
apropiado por su obra, debido a su distanciamiento de las corrientes literarias
estadounidenses de la época.
Sus cenizas y las de
su esposa Mary Hoover Aiken descansan en el Cementerio Bonaventure de Savannah.
Sobre la tumba se lee:
Marinero del cosmos.
Destino desconocido.
Dad mi amor al mundo.
¿ENTRARÁ EN MI TUMBA, SEÑOR? - (Will
you step into my grave, sir?)
¿Entrará en mi tumba, señor?, dijo el sepulturero a los muertos:
la encontrará tan confortable, señor, como cualquier lecho humano;
habrá lilas en su cabecera y violetas a sus pies,
en junio le cubrirá la hierba; y la nieve será su sábana.
La lluvia le despertará con una canción, el viento le contará un cuento,
las raíces del sauce abrazarán y cuidarán su corazón, nunca le fallarán,
el tiempo pronto le olvidará, y usted mismo, olvidando el tiempo,
llegará hasta el sol, brillará con las hojas, caerá de nuevo y volverá a
subir.
Ordenaré sus huesos, le acostaré suavemente
y coronaré la fiebre de sus días con un sueño por corona.
Nada vendrá a perturbarle, nadie pronunciará su nombre--
no despertará al sonido del amor, ni se agitará con el ruido de la
culpa...
¿Entrará en mi tumba, señor?, dijo el sepulturero a los muertos-
Es más suave y tranquila, de lejos, que cualquier lecho humano…
Habrá robles en su cabecera y sauces a sus pies,
le cantarán los mirlos, la nieve será su sábana.
CANCIÓN DE LA TARDE DE SENLIN.
(Evening song of Senlin. De Senlin: A Biography).
Es la luz de la luna. Solo en el silencio
subo una vez más mis escaleras,
mientras las olas, lejanas bajo una estrella de luz azul pálida,
chocan contra la costa de arenas blancas.
Es la luz de la luna. El jardín está en silencio.
Estoy solo en mi habitación.
Sobre mi pared, la luna lejana
lanza una lluvia de fuego…
Hay casas flotando sobre las estrellas
y estrellas suspendidas bajo el mar:
Y un aire de la bóveda azul del tiempo
agita la cortina para mí…
Espero en la oscuridad una vez más,
vacilando entre espacio y espacio:
Ante mi espejo levanto mis manos
y enfrento el recuerdo de mi rostro.
¿Soy yo quien interroga aquí
preguntando mi nombre?...
Soy yo, aunque no sé a dónde voy,
ni por qué, ni de dónde vine.
Soy yo, que desperté al amanecer
y me levanté y bajé la escalera,
imaginando un dios en el ojo del sol, -
en las manos y la cabellera de una mujer.
Soy yo cuya carne palidece con las piedras
que tallé para un muro:
Con una melodía triste en mi cerebro,
de un tono que no logro recordar…
Hay rosas para besar, y bocas para besar,
y la sombra del dolor agudo de la muerte.
Recuerdo una gota de lluvia en mi mejilla, -
un viento como un aliento fragante…
Y la estrella con la que me río cruza el cielo;
y los cielos son oscuros y escarpados…
Una vez más olvidaré estas cosas
en el silencio de mi sueño.
ANIQUILACIÓN - (Annihilation)
Mientras nos cubre, azul, el mediodía
y del álamo caen tristes hojas,
dime otra vez por qué el amor embruja
y qué nos da el amor.
¿Es el dedo indeciso que rastrea
las curvas de la ceja y la mejilla?
¿Es la boca que tiembla a la caricia,
pero no puede hablar?
No, no son estas cosas, no está en ellas
escondido el secreto más que en otras:
No sólo el toque de una mano alegra
y hace cantar la sangre.
Es la hoja que cae entre nosotros,
campanas que se quejan, sombras vivas,
la luz del sol de otoño que nos baña:
Todo esto es el amor.
Es el “No nos vayamos, esperemos”,
“Quédate hasta mañana”, “Cuando supe--”,
esas nadas, mientras rozo tu dedo,
y el reloj da las dos.
El mundo es intrincado y nada somos.
Es el mundo complejo de la hierba,
la rama al paso, la mirada de odio,
pulsiones pasajeras--
¡Ahí el secreto! Pero puedo odiarte
si busco entre tus labios otro beso,
y en tus ojos descubro que estás lejos,
y que esto es el amor.
Saben más del amor dos rocas duras
que miradas o labios que se encuentran.
Cuanto de amor sabemos es amargo,
y eso no es demasiado.
CAMPOSANTO - (God’s acre).
En Memoria De. En el
Más Afectuoso Recuerdo De.
En Amorosa Memoria
De. En Afectuosa
Remembranza. Muerto
en octubre. Muerto en el Mar.
¿Quién murió en el mar?
El nombre del puerto
se le ha escapado, se
ha ido, barrido por el viento del este,
sobre las tumbas y
los tejos, entre los manzanares,
sobre la vía, donde
deslumbra un soberbio carruaje,
y se ha ido. El
viento del este galopa desde el mar
trayendo gaviotas y
sal. Además, la marisma huele
fuerte en Septiembre;
fango y juncos, juncos
que crujen como
huesos.
Cambia las tijeras de
podar
de la mano derecha a
la izquierda, poda y poda la hierba.
El pedestal roto,
cuidadosamente roto, sobre el cual
se ríe el ave negra –
en amorosa memoria.
¡Burden! ¿Quién fue
este Burden, para ser recordado?
¿O Potter? El Potter
rechazado por el pote.
“Aquí yace Joseph
Burden, que partió
de este mundo el
cuatro de agosto de mil novecientos.
‘Y Dios le dijo,
ven.’” Joseph Burden, de cuarenta años,
vulgar, procaz, de
manos fuertes y peludas,
orejas rojas
retorcidas, con pelo, ojos del azul del norte,
con un martillo en
una mano y en la otra
un clavo. Enterró el
clavo… ¿Fue suficiente?
¿O – también – amó?
Cambia de nuevo
las tijeras. Están
desafiladas. La hierba está húmeda
y se pega a las
cuchillas. En amorosa memoria.
Cuatro pesadas
cadenas, circundan y sostienen la urna.
¿Qué posibilidades
tienen los esqueletos?
Los muertos se
levantan de noche,
hacen crujir los
eslabones.
“¡Demasiado pesados!
No se pueden mover…
Tratemos de nuevo –
todos ¡AHORA!... Imposible.”
Se sientan a la
sombra sin luna, hablan cordialmente.
“Fue el viejo Jones,
seguramente, quien hizo estas cadenas.
Me gustaría verlo
ahora levantándolas”… El búho
que caza en Wickham
Wood viene, ululando.
“Un búho,” dice uno.
“Me gusta mucho,” dice otro.
Giran sus cabezas
grises.
El viento marino trae
el lamento
de una campana entre
los tejos y las tumbas,
y en las soleadas
piedras repican las volutas de bronce.
Sagrado … memoria …
con cariño … Oh Dios,
cuánta parodia – el
mirlo ensucia
el pedestal roto; el
gusano carcome la calavera,
hace un festín de
médula; y el lascivo tordo tritura
un caracol sobre la
tumba. Murió a bordo –
luego, ¿qué mejor que
una tumba en el mar?
De rodillas
poda y poda,
arrodillada sobre el césped,
con el mundo entre
sus rodillas, medita
cabizbaja, como si
sus pensamientos, cual hombres o manzanas,
cayeran maduros a la
tierra. Azul marino, sus ojos
se vuelven hacia el
mar. Las gaviotas son carroñeras,
de cara cruel, pero
adorables. En el embarcadero,
los juncos crujen al
vaivén del viento del este, crujen
como huesos. En
amorosa memoria De. Oh Dios,
esa vida es lo que es
y no cambia.
Tú ahí en la tierra,
y yo de rodillas sobre ti.
Tú muerto, yo viva.
Ella corta una maleza
de raíces demasiado
ambiciosas. El tejo más largo,
sujeta la colina –
Se levanta sobre sus
rígidas rodillas,
entumecidas, y baja
por el sendero de guijarros, que conduce
a la ciudad y al mar.
El aroma de la marisma llega
saludable y salado, y
llena su nariz. Los juncos
danzan con el viento
del este, crujen; y las currucas
brillan,
balanceándose entre los juncos, y cantan.
ENCUENTRO - (Meeting)
¿Por qué te miro?
¿Por qué te toco? ¿Qué busco en ti, mujer,
para que quiera
encontrarte de nuevo?
¿Por qué debo sondear
una vez más tu vacío insondable,
para encontrar
solamente dolor?
Miro muy fijamente
tus ojos húmedos,
pero no quedo más
convencido ahora que antes,
de que son sólo dos
espejos que reflejan la luz clara del cielo,
eso, y nada más.
Y aprisiono mi cuerpo
contra el tuyo,
pensando que siempre
esperé
que fuera un camino
nuevo hacia otra galaxia;
y lucho por hablarte
en un lenguaje superior al mío,
en el que todo sea
transparente; hasta que, exhausto,
me derrumbo una vez
más en tu vacío insondable,
y en mi yerto vacío:
Tú, llorando y riendo
en ese cuarto ridículo,
con tu mano sobre mi
rodilla,
llorando porque me
crees infeliz y perverso;
y riendo por lo
extraño de nuestro amor;
nuestros ojos muy
fijos en el otro,
en una última
esperanza ciega y desesperada
de que el mundo
entero cambie.
CITA
- La poesía absorberá
y transmutará, como siempre lo ha hecho, y glorificará todo lo que podamos
saber.
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