UNIVERSOS VOLUMEN II - PRÓLOGO Y CAPÍTULO I - DANTE ALLIGHIERI

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PRÓLOGO

 

Tras la publicación del Volumen I -poetas que escribieron en inglés-el Volumen II de UniVersos nos acerca a las vidas y versos en español de algunos de los grandes poetas universales que escribieron en francés, italiano y portugués.

También se reseñan algunos poetas cuyas obras se escribieron originalmente en idiomas como el persa, alemán, latín y griego -Ameya, Hafez, Heine, Kavafis, Marcial, Rilke, Seferis, Sepehrí-, traducidos de versiones en inglés o en francés.

No hay en las breves biografías aquí mostradas nada distinto a lo que nos han transmitido los escritores que se ocupan de estos arduos menesteres.

Por lo demás, sólo intentamos acercar a los lectores de habla hispana a una muestra mínima de la poesía de autores en lenguas extranjeras.

La invitación es a disfrutar el viaje.


CAPÍTULO I – DANTE ALIGHIERI

 

Dante (Durante) degli Alighieri, poeta, escritor, filósofo y pensador político, considerado el padre del idioma italiano.

Florencia, entre 21-05 y 20-06-1265; Ravena, 13/14-09-1321.

      Era el segundo hijo del primer matrimonio del comerciante Bellincione d'Alighiero con Gabriella o Bella (¿Abati?). Tenía alrededor de cinco años cuando murió su madre, y su padre volvió a casarse con Lapa di Chiarissimo Cialuffi, de cuya unión nacieron Francesco y Gaetana.

      Con apenas once años y según la costumbre de la época, fue acordado su matrimonio con Gemma Donati, con quien se casó probablemente entre 1285 y 1293, y de la que tuvo al menos cuatro hijos: Giovanni, Pietro, Jacopo y Antonia. Esta última le sobrevivió, y tras la muerte del poeta ingresó en un convento con el nombre de Hermana Beatriz.

      A pesar de la vasta erudición que reflejan sus obras y del dominio de casi todo el conocimiento de su época, se conoce muy poco de su educación formal. Se supone que estudió en la Universidad de Bolonia y se sabe que en sus primeros años ejercieron una gran influencia sobre él las obras del filósofo, humanista y retórico Brunetto Latini, de quien aprendió los secretos de la retórica latina y la escritura en lengua romance, que le sirvieron de plataforma y modelo para sus primeras obras, como Il Fiore.

      También se sabe que fue alumno del poeta, médico, astrólogo, astrónomo y filósofo italiano Francesco Stabili, más conocido como Cecco d'Ascoli.

      Otra influencia temprana y notable en su vida fue la de su amigo el poeta y filósofo florentino Guido Cavalcanti. Juntos encabezaron el movimiento poético italiano del dolce stil nuovo, muy cercano a la lírica medieval del amor cortés, y cuya obra cumbre, de corte autobiográfico, serían los treinta y un poemas líricos de Vita Nuova que recuerdan la poesía provenzal de los trovadores e incluyen cuarenta y dos capítulos en prosa que explican los sonetos. El tema, claro, es el amor platónico de Dante por su adorada Beatriz.

     Vita Nuova, su primera obra, narra sus dos encuentros con Beatriz a los nueve y a los dieciocho años, y fue escrita cerca de 1292.

      En la primera década del nuevo siglo escribió De vulgari elocuentia (1304-1305), un tratado en latín sobre las ventajas que supondría el uso del italiano como lengua literaria; los primeros cuatro tomos de la inconclusa Il convivio (1304-1307), una recopilación en 15 volúmenes, del conocimiento de la época; y el tratado De Monarchia (1310), un manifiesto de su pensamiento político donde plantea entre otras tesis la necesidad de la existencia de un Sacro Imperio Romano y la separación total de la Iglesia y el Estado.

      Como casi todos los florentinos, Dante estuvo involucrado activamente en la política de su tiempo, especialmente en el conflicto entre güelfos y gibelinos. Como resultado, fue expulsado de su patria, se le impuso una elevada multa que no pudo pagar y fue amenazado con la pena de muerte si regresaba a Florencia.

      Era octubre de 1306, probablemente vivía en Bolonia y tuvo que refugiarse primero en Lunigiana, bajo la protección de los Malaspina, y luego, en 1307, en Casentino con el conde de Batifolle, y finalmente, en 1308, en Lucca.

      Años más tarde se le ofreció la posibilidad de regresar, pero rechazó el ofrecimiento argumentando que jamás regresaría, a menos que le fuesen restituidos por completo su dignidad y su honor.

Su obra maestra Divina Commedia, una de las cumbres de la literatura universal, considerada además como el mayor poema de la cristiandad, por su alto valor poético, la belleza de sus imágenes y la delicadeza y perfección de su lenguaje, fue escrita entre 1304 y 1321, en dialecto toscano, en un esquema de rima de tres líneas entrelazadas conocido como terza rima (terceto encadenado), principalmente en endecasílabos.

      Narra en tres partes, Infierno, Purgatorio y Paraíso la expiación de los pecados del Dante en una travesía que tiene como guías primero a Virgilio y luego a su amada Beatriz. Cada estrofa tiene tres versos y cada parte tiene treinta y tres cantos.

     Terminada La Divina Comedia, Dante sabía ya que su destierro era definitivo. Hacia 1319, el poeta se encontraba al servicio del señor de Rávena, Guido da Polenta. A principios de 1321, a raíz de un conflicto entre Venecia y Rávena, Dante viajó a Venecia en misión diplomática con el fin de apaciguar a los regidores venecianos. De regreso a Rávena, tras el largo viaje, en pleno verano, por tierra primero y luego por las lagunas de la costa adriática, Dante enfermó gravemente de la malaria contraída durante el trayecto. Murió entre el 13 y el 14 de septiembre de 1321 y fue sepultado, en medio de solemnes homenajes, en la iglesia de San Francisco de Rávena.

      Durante muchos años los franciscanos ocultaron los restos del poeta, ante la posibilidad de que fueran llevados a Florencia. Hoy, sus cenizas reposan en un mausoleo en la zona franciscana de Rávena, diseñado por Camillo Morigia y terminado en 1780.

      Se asegura que el epitafio original en latín, fue escrito por Bernardo Canaccio, aunque algunos creen que fue dictado por el propio Dante en su lecho de muerte:


Canté los derechos de la monarquía,

el cielo y las aguas de Flegetone (el Inframundo),

hasta que así lo quiso mi destino mortal.

Sin embargo, mi alma, huésped en mejores lugares

y más bendecida, ha buscado a su Creador entre las estrellas.

Estoy aquí encerrado, Dante, exiliado de la tierra ancestral,

engendrado por Florencia, madre de poco amor.

 

      En 1829 se erigió un monumento en su honor en la Iglesia de la Santa Cruz en Florencia, con la esperanza de trasladar allí los restos del poeta, un deseo que aún no se ha podido cumplir.

En la parte superior del mausoleo, se lee: Honrad al altísimo poeta.

      Giovanni del Virgilio le escribió el siguiente epitafio:


Dante el teólogo, experto en todas las ramas de la ciencia

que la filosofía pudo amar en su pecho ilustre;

gloria de las musas, escritor gratísimo al pueblo,

aquí yace, y su fama va más allá de los polos.

Señaló sus lugares a la muerte

y a las espadas gemelas su dominio

en el idioma de los legos y en el idioma de los sabios.

Finalmente, alabó el paisaje pastoril con la flauta de Pieria.

Amtropos, ¡ay! aniquiló lo que había edificado la alegría.

Por él la ingrata Florencia cargó con el triste fruto del exilio,

cruel patria para su propio bardo.

Pero la piedad de Rávena se regocija por tenerlo en el regazo

de Guido Novello, su más ilustre líder.

En el año del Señor de mil trescientos veintiuno,

en los idus de septiembre, regresó a sus propias estrellas.

 

CANTO III - INSCRIPCIÓN EN LA PUERTA DEL INFIERNO

(La porta dell’inferno) (Dante Alighieri en La Divina Comedia).


    En el tercer canto del Inferno, Virgilio lleva a Dante al vestíbulo del infierno que sirve como alojamiento a los indiferentes, a los tibios “que siempre vacilaron/entre los límites del bien y el mal”, acompañados allí por los ángeles que nunca estuvieron ni con Dios ni con Satanás. 

Todos han sido condenados por su neutralidad, por su indiferencia, por su tibieza moral. Leamos el fragmento inicial del Canto:


    Las tres primeras estrofas, en negrita, corresponden a la inscripción en la puerta de entrada:


Por mí se llega a la ciudad doliente,

por mí se llega al reino del dolor,

por mí se va tras la perdida gente.


Inspiró la Justicia a mi Hacedor

y fruto soy de la Divina Alianza,

La Suma Ciencia y El Primer Amor.


Cuanto ya fue creado es semejanza

de lo eterno, y eternamente duro.

Los que entrasteis perded toda esperanza.


Estas palabras de color oscuro

vi escritas en lo alto de una puerta;

dije: “Maestro, su sentido es duro”.


Y mi Maestro, cauto, siempre alerta:

“Aquí todo recelo es prohibido,

debes tu cobardía dar por muerta.


Hemos llegado al sitio prometido

en que verás las gentes dolorosas

que el bien del intelecto habían perdido”.


Con su mano en mis manos temblorosas

su gesto alegre mi alma confortaba

para enseñarme las secretas cosas.


Allí, un suspiro, un grito resonaba,

un ¡ay! lanzado al aire sin estrellas,

y al escucharlos yo también lloraba.


Lenguas diversas, sórdidas querellas,      

ira y dolor y un aire mortecino,

escandalosas voces y con ellas,   

 

manotazos y un turbio remolino

que en el oscuro ambiente parecían

dócil arena en fiero torbellino.


Con los horrores que en mi frente hervían

pregunté por aquel ruido infernal

y el cruel dolor que tantos padecían.                        


Y respondió el Maestro: “Es el final

de las almas que siempre vacilaron  

entre los límites del bien y el mal.


Con el infame coro se mezclaron

de tronos sin lealtad ni rebeldía

que en su propia miseria naufragaron.


Para el cielo una mácula sería

y tampoco el infierno los consiente

que alguna gloria de ellos obtendría”.


Y yo: “Maestro, ¿qué tiene esta gente

que en tan triste despojo se convierte?”

Y contestó: “Direlo brevemente.


No tienen esperanza de la muerte

y su historia es tan mísera y escasa

que envidiosos están de cualquier suerte.


Ya no se acuerda el mundo de su raza;

compasión y justicia los desdeñan:

De ellos no hablemos, sólo mira y pasa”.


RIMA XXIII - VEDE PERFETTAMENTE

Sabe perfectamente a quién saluda

el que a mi dama entre las damas vea

y que reciben las que van con ella

de la gracia divina la fortuna.

Van con mi bella la virtud y el bien

y no hay espacio para envidia alguna,

por el contrario, adornan su figura

tan sólo gentileza, amor y fe.

Su presencia sugiere lo apacible;

mostrar sus atributos no pretende,

aunque su brillo a todas ilumine.

Y es tal la cortesía de sus actos

que quien la vio se sentirá por siempre

del amor por las mieles embriagado.


CITAS

- El vino siembra poesía en los corazones.

- El demonio no es tan negro como lo pintan.


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