CAPÍTULO VII - APHRA BEHN
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CAPÍTULO VII
APHRA BEHN
Aphra
Behn, poetisa, dramaturga, novelista, traductora y espía británica.
¿Harbledown?,
¿Canterbury?, ¿Julio de 1640?; Londres, 16-04-1689.
Fue conocida como la primera mujer inglesa en ganarse la vida escribiendo.
Su origen sigue
siendo un misterio, en parte porque Behn pudo haber oscurecido deliberadamente
sus primeros años de vida. Una tradición identifica a Behn como la niña
conocida solo como Ayfara o Aphra que viajó en la década de 1650 con una pareja
(¿sus padres biológicos?) de apellido Amis a Surinam, que entonces era una
posesión inglesa. Lo más probable es que fuera hija de la nodriza Elizabeth
Denham y de un barbero, Bartholomew Johnson, quien pudo o no haber navegado con
ella y el resto de su familia a Surinam en 1663. A los dieciocho años, cuando
la colonia pasó a manos holandesas, regresó a Inglaterra y en 1664 se casó con
un acaudalado comerciante alemán llamado Behn, por lo cual pudo alternar con la
encumbrada y licenciosa sociedad de la Restauración de los Estuardo. El
matrimonio terminó de manera misteriosa tres años después: Behn murió (o la
pareja se separó).
El ingenio y
talento de Aphra le dieron gran estima, y se dice que fue amante del rey Carlos
II, y viajó a Amberes donde trabajó como espía de la corona inglesa bajo el
nombre falso de Astrea, durante la guerra entre Inglaterra y Holanda que tuvo
lugar entre 1665 y 1667. Sin recompensa y brevemente encarcelada por deudas,
comenzó a escribir para mantenerse.
Las primeras
obras de Behn fueron tragicomedias en verso. En 1670 se produjo su primera
obra, The Forc’d Marriage, y The Amorous Prince le siguió un año
después. Su única tragedia, Abdelazer, se representó en 1676. Sin
embargo, se volvió cada vez más hacia la comedia ligera y la farsa en el
transcurso de la década de 1670. Muchas de estas comedias ingeniosas y vivaces,
en particular The Rover (dos partes, producidas en 1677 y 1681),
tuvieron éxito comercial. The Rover narra las aventuras de un pequeño
grupo de caballeros ingleses en Madrid y Nápoles durante el exilio del futuro
Carlos II. The Emperor of the Moon, que se representó por primera vez en
1687, presagió la harlequinade, una forma de teatro cómico que
evolucionó hacia la pantomima inglesa.
Aunque Behn
escribió muchas obras de teatro, su ficción hoy atrae más interés. Su novela
corta Oroonoko: or, the Royal Slave (1688) cuenta la historia de un
príncipe africano esclavizado a quien Behn afirmó haber conocido en América del
Sur. Su compromiso con los temas de la esclavitud, la raza y el género, así
como su influencia en el desarrollo de la novela inglesa, ayudaron a
convertirla, a principios del siglo XXI, en su obra más conocida. La otra
ficción de Behn incluyó la novela epistolar de varias partes Love-Letters
Between a Nobleman and His Sister (1684-1687) y The Fair Jilt
(1688).
La versatilidad
de Behn, al igual que su producción, fue inmensa; escribió otras obras
populares de ficción y, a menudo, adaptó obras de dramaturgos mayores.
También escribió
poesía, la mayor parte de la cual se recopiló en Poems upon Several
Occasions, con A Voyage to the Island of Love (1684) y Lycidus
o, The Lover in Fashion (1688). Su poesía fue a menudo sexualmente
explícita e hizo referencias tanto a amantes masculinos como femeninos.
En 1688, un año
antes de su muerte, publicó A Discovery of New Worlds, una traducción de
una popularización francesa de la astronomía, Entretiens sur la pluralité
des mondes, de Bernard le Bovier de Fontenelle, escrita como una novela en
una forma similar a su propio trabajo, pero con su nuevo prefacio de
orientación religiosa.
En total,
escribiría y pondría en escena 19 obras de teatro, contribuiría a otras y se
convertiría en una de las primeras dramaturgas prolíficas y de alto perfil en
Gran Bretaña.
El encanto y la
generosidad de Behn le valieron un amplio círculo de amigos, y su relativa
libertad como escritora profesional, así como el tema de sus obras, la
convirtieron en objeto de cierto escándalo.
Sus escritos,
considerados demasiado crudos para su época, reflejan de manera explícita la
relación entre el sexo y el poder, por lo cual tuvo que soportar críticas que
la consideraban cínica y libertina.
Virginia Woolf
en A room of 0ne's own, un ensayo sobre la literatura y la
mujer, publicado en 1929, reivindicó su legado, entre otras, con estas
palabras:
Todas las
mujeres juntas deberían poner flores sobre la tumba de Aphra Behn, que se
encuentra, escándalo mayúsculo, pero a la vez bastante razonable, en la Abadía
de Westminster, pues fue ella quien les ganó el derecho a que sus mentes
hablaran.
Y no sólo
sus mentes sino sus cuerpos. Aphra fue una poetisa lírica y erótica, y como tal
expresó una sexualidad franca que abordó temas como la impotencia masculina, el
orgasmo femenino, la bisexualidad y las indeterminaciones de género.
Ninguna
mujer volvería a tener tanta libertad durante varios siglos. Y en nuestra era
liberal y feminista, Behn todavía puede asombrar con su tratamiento burlón de
temas sexuales y sociales como el deseo amorfo, los matrimonios concertados y
la maternidad.
Las
palabras de Behn refiriéndose a una de sus obras ilustran la atmósfera de la
época:
“La obra
no tuvo otra desgracia que la de salir del armario de la mano de una mujer; si
hubiera pertenecido a un hombre, aunque fuera el más aburrido e irreflexivo
garabateador de la ciudad, habría sido una obra admirable. Dijeron que era
obscena, la menor y más excusable falta de los escritores hombres, pero en una
mujer no era natural”.
En sus
últimos cuatro años la salud comenzó a fallarle, acosada por la pobreza y las
deudas, pero continuó escribiendo sin pausa, aunque se volvió cada vez más
difícil para ella sostener una pluma. En sus últimos días, escribió la
traducción del último de los seis libros de plantas de Abraham Cowley.
Sus
restos reposan en el Claustro Este de la Abadía de Westminster, y muchos siguen
cuestionando que no hayan sido llevados al Rincón de los Poetas.
El
epitafio aparentemente fue escrito por John Hoyle, el amante más creíble de cuantos se le han atribuido, con quien
Behn había mantenido una relación tormentosa desde alrededor de 1670. Hoyle era
un abogado de pésima reputación, que murió de una cuchillada en el vientre
durante una pelea.
El
epitafio dice:
Aquí yace una Prueba de que la Inteligencia
nunca podrá ser Defensa suficiente contra la Mortalidad.
LA AMANTE
DISPUESTA - (The Willing Mistress)
Amyntas
me condujo a un bosquecillo,
bajo la
densa sombra de los árboles,
donde ni
el mismo sol, aunque intentaba,
podría
jamás habernos traicionado.
Resguardado
el lugar de ojos humanos,
ningún
otro fantasma nos inquieta,
mientras
los suaves vientos van subiendo,
entre
besos a ramas complacientes.
Allá
abajo sentados sobre el musgo,
a jugar
empezamos,
mil
ardides de amor, mientras pasaba
el
caluroso día.
Tantos
besos me dio,
tantos le
devolví,
y me
dispuse a recibir aquello
que a
nombrar no me atrevo.
Sus ojos
hechiceros empezaron
a relatar
su delicado cuento,
pues toda
ella ya era fuego puro
de fácil
persuadir.
Y me besó
y sus brazos me rodearon
mientras
sus pensamientos me invadían.
Me
reclinó en el suelo suavemente…
¿Quién
puede adivinar el desenlace?
EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN NIÑO
(Epitaph on the tombstone of a
child)
Este
pequeño y triste monumento
custodia
la inocencia y la ternura:
Música
fue su voz, Canción su boca,
y no hay
Lengua con sílabas tan suaves;
al ritmo
de su son giran los astros
y los
sonrientes ángeles escuchan.
Supo de
las pequeñas travesuras
antes que
de las artes de Cupido;
como los
querubines, bello y dulce,
no
aciertan las palabras a nombrarlo.
Hoy canta
en las praderas de la gloria
a tono
con los coros celestiales
que
despliegan sus alas luminosas
y
bendicen a Dios con su sonrisa.
CITAS
- El amor
deja de ser un placer cuando deja de ser secreto.
- Cada
momento de una hora de un amante feliz equivale a la edad de una vida aburrida
y común.
- Esa
perfecta tranquilidad de la vida, que no se encuentra en ningún lado, sino en
el retiro, un amigo fiel y una buena biblioteca.
- El
dinero habla un idioma que todas las naciones entienden.
- Un
poeta es un pintor a su manera, dibuja la vida, pero de otro modo; dibujamos la
parte más noble, el alma y la mente; las imágenes de la pluma sobrevivirán a
las del lápiz, e incluso a los mundos mismos.
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