CAPÍTULO XXVII - EMILY DICKINSON

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 CAPÍTULO XXVII


EMILY DICKINSON

 


Emily Elizabeth Dickinson, poeta lírica estadounidense.

Amherst, Massachussets, 10-12-1830; id., 15-05-1886.


Fue educada dentro del rígido ambiente calvinista que imperaba en la sociedad burguesa de Nueva Inglaterra, hecho que marcó su personalidad y determinó el carácter lírico y místico de su poesía. No sorprende entonces que a partir de los treinta años haya decidido vivir el resto de su vida en una reclusión casi monástica, que ella misma llamó “mi blanca elección” y que incluía vestirse solamente de blanco. Sin embargo, algunos de sus poemas enviados al misterioso Samuel Bowles permiten sospechar también que ese aislamiento se debió a este amor no correspondido.


Por los borradores encontrados entre sus papeles después de su muerte, sabemos que al menos una vez el amor llegó a su vida en la figura de Otis Phillips Lord, un abogado de Harvard amigo de su padre, juez de la Corte Suprema de Massachusetts, Presidente de la Cámara de Representantes y Senador, que además compartía con ella el amor a la literatura. Lamentablemente, las sobrinas de Otis, cumpliendo su última voluntad quemaron toda la correspondencia después de su muerte.


Jorge Luis Borges dijo de ella: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y tenerlo”.

Escrupulosa con su privacidad, Emily envió a sus pocos amigos centenares de poemas y cartas, pero guardó celosamente la mayor parte de esa correspondencia; tanto que, en vida solamente se publicó una decena de sus poemas. Ya avanzado el siglo XX, ocupó un lugar destacado en la literatura estadounidense, y no fue sino hasta 1955 que apareció una edición en versión original con los 1775 poemas que se le conocen.


En cuanto a sus cartas, se publicaron un poco más de mil, pero se sabe que fueron muchas más puesto que la misma Emily dejó a su hermana Lavinia instrucciones expresas de destruir toda su correspondencia, y lamentablemente así ocurrió. Incluso, muchas de las que se conocen, rescatadas entre amigos y familiares, tienen tachaduras de palabras, frases y párrafos completos, con lo cual nos hemos quedado sin conocer la mayoría de los pasajes más relevantes de su vida sentimental y sus angustias existenciales.


Los críticos consideran que ella y Walt Whitman son los dos poetas estadounidenses más importantes del siglo XIX.


Sus restos reposan en el Cementerio del Oeste en Amherst, con la siguiente inscripción:


Emily Dickinson.

Nacida el 10-12-1830.

Llamada de vuelta el 15-05-1886.


Se dice que sus últimas palabras fueron: Entremos, la neblina está subiendo, aunque se sabe que pasó sus dos últimos días en un coma profundo.


En el Rincón de los Poetas de la Catedral de San Juan, en New York, hay un cenotafio que la recuerda, con palabras de su poema Emancipation:


El cautiverio es conocimiento.

También la libertad.



POEMA 588

El corazón pide placer primero

y luego, excusas por el dolor;

después, esos pequeños anodinos

que ahogan el sufrimiento;

y luego, pide ir a dormir;

después, si esa debe ser

la voluntad de su Inquisidor,

la libertad de morir.



POEMA 1680

A veces con el Corazón

rara vez con el Alma

escasamente con la Fuerza

Pocos - amor absoluto.



POEMA 976

La Muerte es un Diálogo entre

El Espíritu y el Polvo.

“Disuélvete” dice la Muerte.

El Espíritu: “Señor, tengo otra propuesta”.

La Muerte lo duda – argumenta desde el suelo-

El Espíritu se aleja

dejando apenas como evidencia

un abrigo de barro.



EL CARRUAJE - Poema 712 - (The carriage)

Como no pude detenerme por el Caballero de la Muerte,
él se detuvo amablemente frente a mí;
el carruaje era apenas suficiente para nosotros
y la inmortalidad.


Avanzamos lentamente, él sabía que no había prisa,
e hice a un lado
mi trabajo y mi tiempo libre,
para agradecer su cortesía.


Pasamos la escuela donde jugaban los chicos,
con sus lecciones a
ún sin terminar.
Pasamos los campos de trigales alegres,
atravesamos el ocaso.


O, más bien, el ocaso nos cubrió;
caían gotas de rocío temblorosas y frescas,
y era una tenue gasa mi vestido,
y mi esclavina, un leve tul.


Nos detuvimos frente a una morada que semejaba
una turgencia de la tierra,
el techo escasamente visible,
la cornisa apenas un montículo.


Muchos siglos han pasado desde entonces;

pero cada uno parece más corto que el día

en que intuí por vez primera que las cabezas de los caballos 

miraban hacia la eternidad.



POEMA 209

Contigo, en el Desierto –

Contigo en la sed –

Contigo en el bosque del Tamarindo –

¡El leopardo respira – finalmente !



POEMA 449

Morí por la Belleza -- pero apenas estaba

Adaptándome a la tumba

Cuando Uno que murió por la Verdad, yacía

En la Tumba contigua --


Preguntó quedamente «¿Por qué has muerto?»

«Por la Belleza», respondí --

«Y yo, por la Verdad -- Ellos son Uno --

Y nosotros, Hermanos», dijo --


Y así, como Parientes de una Noche, --

Hablamos entre dos habitaciones --

Hasta que el Musgo nos llegó a los labios --

Y cubrió -- nuestros nombres --



CITAS


- Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay.


- Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro.


- Todo mi patrimonio son mis amigos.


- Desconocemos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie.

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