UNIVERSOS - VOLUMEN II. CAPÍTULO XXVIII - MARCO VALERIO MARCIAL

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CAPÍTULO XXVIII

MARCO VALERIO MARCIAL

Marcus Valerius Martialis, poeta satírico hispanorromano.

Bílbilis (hoy Calatayud), 01-03-40/41; id., h.104.

      Según cuenta el mismo Marcial, era hijo de Valerio Frontón, que al parecer era zapatero, y de Flaccilla.

      Poeta de mente brillante y erudición sobresaliente, Marcial es muy conocido por ser uno de los más notables autores de epigramas de su época. Escribió más de 1500 y en ellos refleja con aguda ironía y descarnado realismo la cotidianidad de la vida imperial y social de Roma durante la segunda mitad del siglo I.

      En el año 64 se mudó a Roma para terminar sus estudios jurídicos, con el patrocinio de Séneca, pero tras la muerte de este quedó en la pobreza y obligado a sobrevivir de las dádivas de diferentes patronos. Sin embargo, hizo buena amistad con importantes escritores como Plinio el Joven, Silio Itálico, Juvenal y Quintiliano. Su situación mejoró en la medida en que fue ganando el favor del emperador Tito, y posteriormente, el de Domiciano.

      Hacia el año 100, ya sin auxilio oficial, tuvo que regresar a su tierra natal donde vivió en relativa comodidad gracias a la generosidad de una admiradora llamada Marcella, viuda adinerada que le dio apoyo económico y le regaló una propiedad campestre donde murió seis años después, aunque siempre inconforme con lo poco lucrativo que era el oficio de poeta. Se rumora que entre ellos hubo matrimonio o una relación amorosa, pero no hay evidencias que lo confirmen, y más bien, parece una consecuencia de la admiración de Marcella por el poeta. También recibió ayuda económica de su amigo Plinio el Joven.

      Casi toda su obra sobrevivió y consta de quince libros: doce epigramas, y Liber spectaculorum, Xenia y Apophoreta.


DE LA VIDA FELIZ (De vita beata. Libro X, Epigrama XLVII).

Lo que hace la vida más feliz,

queridísimo Marcial, es esto:

una hacienda no trabajada, sino heredada;

una tierra fértil, un hogar siempre encendido;

ningún pleito, pocas consultas, la conciencia tranquila;

las fuerzas íntegras, el cuerpo saludable;

una prudente sencillez, amigos pares;

el trato fácil, una mesa frugal;

la noche sobria, pero alegre y sin preocupaciones;

la alcoba sin tristezas, y sin embargo púdica;

un sueño tranquilo que haga breve la noche;

querer ser lo que eres, sin desear nada más;

y no temer ni anhelar el postrer día.

 

EPITAFIO PARA EROTIÓN - (Esclava en casa de Marcial).

A tu amparo, Flaccilla, dulce madre

y a tu sombra, Frontón, de tierno padre,

encomiendo a Erotión: cofre de besos

y delicia serena de mi alma.

Que contemple sin miedo las tinieblas

y al cancerbero de las negras fauces

que vigila las puertas del infierno.

Seis inviernos helados cumpliría

si otros seis días más vivido hubiera.

Que juegue en las praderas celestiales

con viejos protectores, y mi nombre

pronuncie con su lengua balbuciente.

Suave césped la cubra y leve tierra,

tan suave y leve como fue su vida.


ANTE EL SEPULCRO DEL MIMO PARIS.

Quienquiera que seas,

viajero que recorres la Vía Flaminiana,

no pases de largo ante este noble mármol.

Las delicias de la Urbe, el ingenio del Nilo,

el arte y la gracia, la diversión y el placer,

el honor y el dolor del teatro romano,

y todos los Cupidos y las Venus

están sepultados en esta, la tumba de Paris.


CITAS

- Tal vez no serán eternas las cosas que escribió, pero él las escribió como si tuvieran que serlo. (Plinio el Joven en Cartas, 3, 21, 6).

- Si la gloria viene después de la muerte, no tengo prisa.