CAPÍTULO XLVII - GEORGE HEATH
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CAPÍTULO XLVII
GEORGE HEATH
Poeta británico, conocido como El poeta de los páramos.
Gratton, Staffordshire Moorlands, 09-03-1844; Horton, 05-05-1869.
Su padre James Heath, obrero agrícola, era dueño de una pequeña granja, y su madre Eliza Sims se ocupaba de las labores domésticas. Todos eran metodistas practicantes.
Después de su educación primaria en
Horton, muy a su pesar tuvo que ayudar a su padre en las labores agrícolas.
Luego se convirtió en aprendiz de constructor con su vecino y primo Samuel
Heath.
Más tarde, el poeta identificó ese período
como la época en que aparecieron sus primeras inquietudes literarias.
Para decirlo con sus palabras “la fantasía encontró sueños salvajemente hermosos en el rizo de las virutas y el raspado de la sierra”.
Tenía entonces alrededor de 20 años, y su
vida cambió radicalmente al sentir la urgente necesidad de escribir poesía.
Pero ocurrieron dos calamidades: Se enamoró con pasión de Jenny, una joven que
inspiró su poesía y después lo abandonó cruelmente, y más tarde, en 1864,
mientras trabajaba en la reparación de la iglesia de Horton, lo atacó un
resfriado cuyos efectos no solo no desaparecieron, sino que se le convirtió en
una tuberculosis de la cual jamás se recuperó. Hizo a un lado los trabajos
manuales y se dedicó a estudiar bajo la supervisión del vicario de Endon y la
ayuda de miembros de la comunidad local.
Pero la fatalidad no lo abandonó: su
hermana menor murió al dar a luz, y su hermana mayor también se enfermó de
tuberculosis.
Los cinco años siguientes, no exentos de
sufrimientos, maduraron y decantaron su poesía. Sus temas principales son
entonces el amor perdido, el desprecio de los demás, su talento desperdiciado y
la proximidad de la muerte.
Otros poemas posteriores fueron inspirados por el entorno de los páramos.
Simple Poems, su primer volumen, se publicó localmente en 1865. Su segundo libro, Heart Strains, apareció al año siguiente y hubo lecturas públicas de su trabajo en Leek y Stafford.
Posteriormente se aventuró con trabajos de largo alcance, incluida una historia sobre su familia, que llamó Country Woman’s Tale, una epopeya titulada The Doom of Babylon; y, el que fue quizás su trabajo más ambicioso, Icarus. Lamentablemente todos quedaron sin terminar.
Además de los
mencionados, son también muy conocidos y elogiados Rudyard at Sunset y The
Pauper’s Child.
En vida, vio la publicación de algunos de sus poemas, con un considerable número de lectores.
Su contemporáneo Robert Buchanan, escribió: “No hay descripciones de la naturaleza tan amorosas, tan hermosas como las de ‘Luggie’, y no hay música tan fina como la música de las canciones y los sonetos de Gray. Pero hay algo más, algo que David Gray no poseía, con toda su maravillosa facultad lírica, y este algo es un gran dominio intelectual combinado con la facultad de autoanálisis y un poder creciente de entrar en la mente de los demás”.
A finales de febrero de 1868, George quemó
las cartas recibidas de Jenny, no sin antes volver a sus lamentos: Oh,
Jenny, la amargura que me causaste nunca se borrará de mi corazón.
Heath le escribió a su hermana -de él- True to the Last, uno de sus últimos poemas, especie de perdón y olvido hacia su amada ingrata. Aquí, la última estrofa:
Entonces dile, dulce hermana, que
todo fue perdonado,
y todo fue olvidado, menos la
felicidad del pasado,
y dile que deseaba que me
encontrara en el cielo
donde todos los que han amado están
finalmente unidos.
Le quedaban catorce meses de enfermedad
que sobrellevó con mucha fe y admirable coraje, leyendo y escribiendo casi
hasta el final, y atendiendo visitas y demostraciones de afecto y solidaridad.
Acababa de cumplir escasos 25 años.
Su legado es la imagen del perfecto romántico: Un joven inspirado a escribir poesía por fuerzas desconocidas.
En el
Cementerio de Horton, Inglaterra, donde reposan sus restos, se lee el siguiente
fragmento de su poema Inscription on a
rud Stone, encontrado entre sus papeles como epitafio sugerido:
Su vida, un
fragmento, -una errada pista-,
un arpa que
apenas tuvo un par de cuerdas,
que en tono
perfecto sonaron, volaron,
pero ante los
ojos, todo lo que queda
de aquellas
canciones que el joven oyó,
son algunas
notas -breves y dispersas-.
Del programa de exposiciones para conmemorar el sesquicentenario de la muerte del poeta, el 5 de mayo de 2019, la escritora Melanie Myatt, rescata las últimas palabras de Heath:
Lee, amable lector, mis sencillas líneas. Y si
despiertan en tu alma, una santa y noble emoción, o tocan una cuerda sensible
que había estado dormida durante mucho tiempo, entonces el empleo de muchas
horas solitarias habrá sido ampliamente recompensado.
INSCRIPCIÓN SOBRE UNA PIEDRA RÚSTICA
(Inscription on a rude stone)
Un joven
sereno creció en estos valles
con
pesado manto sobre su existencia,
pero vio
en su espíritu un nuevo sentido
y soñó
con vida verdadera y grande;
mas Dios,
sabiamente, con mano severa,
dejó en
el camino todos sus proyetos.
Su vida,
un fragmento, -una errada pista-,
un arpa
que apenas tuvo un par de cuerdas,
que en
tono perfecto sonaron, volaron,
pero ante
los ojos, todo lo que queda
de
aquellas canciones que el joven oyó
son algunas
notas -breves y dispersas-.
¡Tú,
noble viajero, derrama una lágrima!
¡Tú,
triste cantante, adiós, duerme en paz!
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